Maverick: Nostalgia de la Buena
Fue una espera larga, realmente larga. ¿Fue una espera al fin? No precisamente se anhelaba una secuela de “Top Gun”, una de las icónicas películas de los 1980s, mas era completamente esperable dado el “boom nostálgico” que ha invadido a cine y televisión en los últimos años. Los fans desde luego buscarán ver que ha pasado con el bueno de “Maverick” después de tantos años.
“Top Gun: Maverick”, con el mismísimo Tom Cruise, ofrece lo que todo fan de esta película, y ahora saga, busca: vértigo, erotismo, rivalidades, fantasía y maniobras inverosímiles. Pero la inclusión de los antiguos miembros de la academia entre una nueva generación de talentosos pilotos nos lleva al eje temático de esta nueva versión del film de los aviadores más intrépidos de la armada norteamericana que es más referente a la identidad y el paso del tiempo. Si lo queremos definir en una sola palabra sería: “madurez”.
Cuando arranca la película, el espectador en general puede alegrarse de las pocas señales de envejecimiento que presenta “Maverick” y en verdad, Tom Cruise es un actor que ha resistido con bastante éxito el paso de los años, Ya entrando en el desarrollo, parece que Maverick nunca dejó de ser el mismo piloto intrépido de los años 80, con todo lo bueno y lo malo que eso puede significar en un ser humano. La juventud eterna puede tener algunas desventajas.
Maverick o sea, (y alerta de spoiler) el Capitán Pete Mitchell, conserva dicho rango en la milicia y es permanentemente cuestionado por ello en el transcurso de la película. Es tratado con condescendencia por sus supervisores, pero a la vez protegido por uno de ellos, que es el ahora Almirante Tom Kazansky, el recordado “Iceman”, quien se convirtió en un muy admirado oficial y su obra y gracia solapa las continuas travesuras de su hoy entrañable amigo Mitchell, y no solo guarda filiación fraternal, sino admiración por su talento.
Resulta que Maverick jamás cambió su lugar en la Marina y en el Mundo. Siguió siendo el piloto osado, pero (spoiler) jamás tuvo realmente una carrera militar, pues permaneció en su sitio. Fuera de la vida militar permaneció soltero, sin hijos, siendo el eterno rompecorazones de sonrisa perfecta, gafas de aviador y a bordo de su motocicleta con impecable melena al aire. Los años para él no pasaron nunca y parece feliz siendo eso, mientras los cuestionamientos lo bombardean por todas partes, quizás los más llamativos son de la hija de un renovado interés romántico que aparentemente tuvo sus inicios entre película y película, la misma interpretada por Jennifer Connelly, a quien el paso del tiempo también le ha favorecido, al contrario de la “noviecita original” de Top Gun, Kelly McGillis, quien sí ha sufrido los estragos de los años. Ciertamente hay cuestionamientos por esta decisión, pero para la evolución del personaje de Cruise.
Maverick manifiesta que el nunca se quiso mover de su sitio, pues ser piloto Top Gun no es lo que es, sino “quien es”. Así afirma su identidad y el deseo de no buscar más, en tanto que un Iceman lleno de condecoraciones, admiración, pero con terribles huellas del paso del tiempo le habla de que hay un momento para dejar ir, concepto imposible de digerir para Mitchell. Tal vez un espectador que está en la mitad de la vida cronológica entre los personajes viejos y nuevos de Maverick y Iceman se cuestionen qué es mejor: si quedarse en esa especie de “zona de confort” de Mitchell o seguir un camino acorde al paso del tiempo, con sus sastisfacciones y penosas consecuencias, como en el caso de Kazansky.
Maverick tiene una última oportunidad de su valía al estar a cargo de la instrucción de una misión a toda vista imposible que debe ser ejecutada por pilotos jóvenes y a los cuales les debe demostrar la posibilidad de la misma, no sin antes pasar por alto la verticalidad y reglamentos de la Armada de Estados Unidos, para variar. Para unos podrá ser emocionante y para otros patética la eterna irreverencia del Capitán Mitchell. Obviamente había que tener mujeres en el escuadrón y al mismo Mitchell en el acostumbrado bar de oficiales le dejan en claro que las actitudes machistas son poco toleradas en los tiempos modernos. La evolución de una complicada relación con el hijo del recordado “Goose” también es interesante.
Pero en fin, este tipo de reflexiones son interesantes de hacer mientras suceden las 2 horas de vértigo y adrenalina en una experiencia que en el cine al menos es divertida pero físicamente agotadora, con lo que se podría decir que los productores cumplieron con su objetivo. En verdad, tampoco hay demasiadas vueltas que darle, pues no deja de ser un clásico de acción del cine norteamericano. Ciertamente el fan de la Top Gun original quedará satisfecho, pues hay cosas que no cambiaron como las rivalidades y la clásica escena playera. Las que sí cambiaron tampoco desentonan.
Guitarras y gol