Una generación que se fue a la …

Quisiera completar la oración, pero hay una Ley de Comunicación que respetar.

Finalmente estalló lo que se venía cocinando. Se detectó 3 casos en los que seleccionados ecuatorianos «sub 17» de fútbol no tenían la edad requerida para la competición, en algunos casos, suplantando identidades. El escándalo podría ir más lejos y se sabría la verdad acerca de un origen aparentemente falsificado de muchos futbolistas, una pena.

Cada que la noticia se fue ampliando, comencé a llenarme de dolor. Mientras participaba aquella sub 17, en mis redes sociales a modo de broma, comenté que ante ese buen rendimiento, faltaría que haya denuncias de pasados de edad para arruinarlo. Lastimosamente mi predicción, en chiste y en serio, fue acertada y básicamente, esa brillante selección ecuatoriana que vimos, era “una farsa y nada más”.

¿Por qué dolor?, Porque yo me entusiasmé con dicha sub 17. Los muchachos eran veloces y criteriosos para jugar el balón, destaco esto último. Realmente era un placer ver a esta “mini tri”, cosa que hace ya tiempos, no pasa con la selección mayor, que francamente, ha perdido toda estética. Veía un futuro prometedor, la vuelta triunfal al mundial en Qatar (debo aclarar que tengo CERO fe con que vayamos a Rusia). Dolor no sé, porque a mí me gusta ver triunfar a esos muchachos humildes, cuyas opciones de vida no van mucho más allá de la pelota.

Había “predicho” este tema, pero no era tan difícil. ¿Alguien se acuerda del “caso Cuero”? Moisés a.k.a Alberto, la recontra rompió en un sub 17 allá por el año de 1999 y todos creíamos que ese muchacho era el futuro de la Patria, ya lo hacíamos junto a Kaviedes formando una fantástica e imbatible delantera, me parto de la risa recordándolo. Después, resulta que el muchacho no tenía 17 años, sino 21 y por esos tiempos ya estalló un escándalo serio, algo similar al que se vive en estos momentos.

El problema de las inscripciones tardías y suplantaciones de identidades está muy enraizado en nuestro fútbol, por no decir en nuestras vidas. Es el ejemplo más patético del tercermundismo ecuatoriano, teniendo a una institución tan clave en una nación, como un Registro Civil, con una credibilidad por los suelos. Culpa de la falta de seriedad, de la pobreza, de la improvisación, de la corrupción campante. En ese aspecto, estamos muy cerquita de África y muy lejos del mundo desarrollado, lastimosamente.

Con la desesperación y pobreza se puede maniobrar, ¿cuánta gente estará detrás de esto? Se puede dudar que sean planes fríamente calculados por familias cuya pobreza convive de la mano con la ignorancia. Por las instituciones se puede pasar muy fácil en este país, eso se sabe y está en nuestro ADN. Finalmente, estos muchachos de dudosa identidad, terminan normalmente, siendo víctimas de otros intereses.

Esta generación de los Casquete, los Tello, los Montaño se fue ya usted sabe a dónde. Estos muchachos recibirán su sanción y tendrán un estigma complicado de sacarlo. Se fue al demonio porque difícilmente se pueda culminar este “proceso” con una participación al mundial al que se había clasificado, al que por decencia, Ecuador no debería ir y eso, siendo generosos. Bien podría caernos una terrible sanción, como a México que por jugar con cuatro pasados de edad en 1988, se lo dejó sin jugar los Olímpicos y el Mundial de 1990 desde el proceso de eliminatorio. Sí, así de grave podría ser.

Mientras tanto, que se hagan las investigaciones que se deban hacer, que caiga quien tenga que caer. Si el fútbol ecuatoriano recibe una sanción ejemplarizadora, que la reciba. Que este gran escándalo nos sirva de una vez por todas para buscar seriedad en nuestras instituciones. Que el sacrificio de una generación anulada, valga la pena. Ojalá que entendamos que este es un problema que va más allá de una rivalidad entre clubes, quienes ya andan pidiendo sanciones de un lado y otro en el torneo local.