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Cuando el Video Mató a la Estrella de Radio

El pasado 1 de agosto la cadena de televisión pagada MTV cumplió 35 años de existencia en los cuales ha sido pilar fundamental de la cultura joven alrededor del mundo. Con tanto tiempo de existencia, los cambios han sido evidentes en cuanto a su estética y programación.

Como es bien sabido, MTV son siglas de “Music Television” y en sus orígenes apostó a una novedosa estrategia de promoción musical para aquellos días como eran los videoclips. La programación inició con lo que podría haber sido una sentencia aplicada a la intención de la cadena aquellos días, con el tema “Video Killed The Star” de The Buggles.

Bajo la naciente industria de la televisión pagada, el concebir un canal de televisión que emita exclusivamente contenido musical parecía arriesgado, pero pronto rendiría sus beneficios. Originalmente la programación de MTV era “Album Oriented Rock”, es decir, un canal básicamente rockero, que al igual que las radios que emitían su programación en ese formato, pronto tuvieron que ceder ante el arrollador éxito de “Thriller” de Michael Jackson e incluirlo, principalmente su tema más guitarrero, “Beat It”. A su tiempo, este tipo de programación era criticado por la poca presencia de artistas negros, que luego se tomarían las programaciones y listas debido al masivo auge del Hip – Hop.

Pronto, la producción del videoclip se convertiría en culto y arte. Se pasó de los primitivos trabajos de los años 60 y 70, donde principalmente se presentaba a los artistas en acción, a relatos más sofisticados que podrían tener prácticamente su propia independencia respecto a la música presentada. Esto poco a poco derivó en la organización de los “Video Music Awards” que históricamente fueron desarrollados en el Radio City Music Hall de New York. El primer ganador de “videoclip del año” fue el divertidísimo “You Might Think” de “The Cars”.

Los “Video Music Awards” se ganaron una fama de exhibir momentos escandalosos que tal vez serían muy difíciles de presenciar en ceremonias más solemnes como los Grammy, los Emmy o los Oscar. Es bien recordada la perturbadora presentación de Madonna en 1984 interpretando “Like a Virgin” con insinuaciones sexuales impensadas para la época, los berrinches de Axl Rose enfrentado a los miembros de Nirvana con quienes rivalizaba en los charts a inicios de los 90, la bochornosa presentación de Poison en 1991 con su guitarrista pasado de tragos y quién sabe qué más substancias, las sensuales presentaciones de Britney Spears a inicios de siglo XXI, el inolvidable y muy simbólico beso de Madonna con Spears y Cristina Aguilera en 2003 y la más reciente animación de Miley Cyrus de la ceremonia y sus cambios de vestimenta que dejaban poco a la imaginación.

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La cadena fue un éxito rotundo y se convirtió en un negocio multinacional y multimillonario del que desde luego, varios artistas salieron beneficiados. Podríamos hablar de Madonna como la artista que mejor supo explotar su imagen debido al escándalo que provocaba cada videoclip y cada presentación suya. Guns N’ Roses supo encontrar un nicho más allá del caótico circuito de bares del Sunset Strip y gracias a la emisión de “Welcome To The Jungle”, volverse un suceso mundial. Dire Straits supo ironizar este vértigo multimedia con su tema “Money For Nothing” que desde luego, ganó su “astronauta” (la estatuilla con la que se premia a los ganadores de los VMA’s) en 1986.

MTV también popularizó el concepto de “Video Jockey”. Si la radio tenía a los “Disc Jockey”, en el caso del video, tendría a presentadores y anunciadores carismáticos y generalmente jóvenes. En América Latina se recuerda a una “generación dorada” de VJ’s en los años noventa: Ruth Infarinato, Arturo Hernández, Alfredo Lewin, Edith Serrano, Gonzalo Morales. Gente con la que no sólo te podías entretener, sino aprender también algo sobre música y cultura popular. Hablando del MTV Latino, el éxito de la cadena fue tal, que pronto vio la necesidad de contar con señales exclusivas en Europa, Asia, Brasil, América hispano parlante, etc. Pronto, cada “filial” haría también sus ceremonias de premiación, así como la promoción de artistas locales y por ejemplo en nuestra región, MTV tuvo un papel preponderante en el éxito y fama de artistas como Los Fabulosos Cadillacs, Café Tacuba, Shakira o Ricky Martin.

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Como canal musical, en MTV también se popularizaron la presentación de artistas en vivo en eventos exclusivos. Tal vez los de mayor suceso han sido los famosos “MTV Unplugged” en los que los músicos tocan versiones acústicas de su habitual repertorio y en más de una ocasión, dichas presentaciones se volvieron álbumes fundamentales de su discografía, tal es el caso de Alice In Chains, Nirvana, Stone Temple Pilots, KISS, etc.

MTV involucró a la música dentro del mundo de las noticias. Las trágicas e impactantes muertes de Kurt Cobain, Tupac Shakur o Notorius B.I.G. tuvieron una amplia cobertura y marcaron generaciones. También la cadena se caracterizó por una estética estrambótica a la vez que espectacular, particularmente cautivadora en la gente joven, que tal vez no entendía un rábano de lo que pasaba, pero se veía obligada a seguir viendo la programación.

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Pronto, MTV fue un poco alterando el modelo de negocio y la idea dejó de ser exclusivamente la transmisión de videos musicales y presentaciones, se apartó progresivamente aquel formato para introducir programación más o menos parecida a la de cualquier cadena de entretenimiento, pero a su más fiel estilo. Así vimos nacer a los “buenos para nada” de Beavis y Butt – Head, al enigmático “Aeon Flux”, la amarguísima “Daria” y demás caricaturas orientadas a un público más bien joven adulto. Así mismo, MTV fue pionera en la producción de los Reality Show que forman gran parte de la parrilla televisiva de la actualidad, con la emisión de distintas temporadas de “The Real World” donde encerraban a jóvenes de diversas partse de Estados Unidos en una locación de una ciudad previamente escogida.

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Estos programas, donde el protagonismo pasó a la gente común, se fueron tomando progresivamente la programación de MTV y se podría decir que programas como “Jersey Shore” o “Teen Mom” son fundamentales para entender la cultura popular actual, lanzando a muchos de sus participantes al estrellato. También se hizo participar a celebridades en los realities y tal vez, el que causó mayor sensación fue “The Osbournes”, retratando la vida familiar de un cada vez más oxidado Ozzy Osbourne.

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Ya que los realities y demás shows similares invadieron la programación y que “MTV Networks” pasó a ser una cadena con varias estaciones y subdivisiones, el MTV visto por las generaciones X y Y es radicalmente distinto a lo que ahora disfrutan los “millenials”, además porque ahora la cadena cuenta con varios canales en los que se retoma el formato antiguo y se reforzó con el lanzamiento de “MTV Classic” el 1 de agosto de 2016, en el aniversario 35 de la primera emisión.

Han pasado ya largos 35 años y MTV sigue siendo un fundamental referente de la cultura popular juvenil, el cual primero tomó uno de sus elementos clave como la música, para luego progresivamente inmiscuirse en los demás.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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El Fenómeno de Súper Campeones

Dentro de la amplia oferta que la animación japonesa ha presentado a lo largo de su existencia, el Captain Tsubasa (Súper Campeones en Latinoamérica) debe ser el producto más popular y difundido de todos (y que los Dragon Ball liebers me lo rebatan con argumentos). Un fenómeno con la repercusión mundial que solo el fútbol pudo haberle dado y que tiene ya sus años entreteniendo a chicos y grandes futboleros del planeta.

La idea original data de 1981. Cuando el señor Yoichi Takahashi (Dios bendiga su mano), los creó y su historia fue incluida en la Weekly Shonen Jump, revista semanal que publica diversos Manga a modo de antología. Pasó a ser Anime (o sea, pasar del cómic de revista a serie animada para la pantalla, para quienes no estén familiarizados con estos términos) en 1983, y son estos, los dibujitos de nuestra infancia que tanto añoramos. Aunque la serie original fue transmitida en los años 80, al menos acá en Ecuador nos enteramos de ella en los años 90, siendo un indiscutido hito de la televisión en nuestro país. Si creciste en los 90 y no viste esto, más la novela “Carrusel”, los Simpson de más grandecito y el MTV gratis, viviste en una cueva.

“Súper Campeones”, como se conoció aquí, fue una serie muy bien lograda. Es difícil imaginar cómo sus creadores pudieron captar la pasión del fútbol, siendo ellos de una cultura en la que este deporte no es el predominante. Japón tiene como deporte favorito al béisbol y si bien, con la creación de la J – League en los 90, se pudo enganchar a los japoneses con nuestro amado deporte, es más increíble como esta maravillosa serie pudo ser concebida en los años 80, cuando Japón no pintaba nada en cuanto a fútbol. Se podría decir que es uno de los impulsadores del avance del deporte rey en dicho país.

Su influencia cultural es enorme. Grandes figuras del fútbol como Andrés Iniesta, Alesandro Del Piero, Hidetoshi Nakata o Alexis Sánchez han reconocido a esta serie animada como una de sus principales motivaciones para escoger la carrera del fútbol profesional. A nivel más “criollo”, muchos podremos confesar haber intentado el “huracán en el cielo” de los hermanos Korioto, impulsarse con el poste para volar para atajar y sobretodo, tratar de darle más y más duro al balón, con la fuerza del “tiro del tigre”. La mayoría de estas técnicas, al menos las piruetas, terminaban con lamentables consecuencias.

A nivel dramático la serie tiene demasiados elementos enganchadores. Está la pasión demente de Oliver Atom (Tsubasa Ozora), cuya única obsesión es el juego, al que lo perfecciona a diario: mientras va por la calle, en casa, en los lugares más inverosímiles, pero hay personajes extraordinarios además del “chullita”. Steve (Kojiro) Hyuga debe ser uno de los mejores: un chico huérfano que ayuda económicamente a su hogar, estudia y es el bravo capitán de uno de los equipos más importantes de Japón. Su temperamento siempre destaca y dado sus orígenes y vida dura desde pequeño, muchos futbolistas profesionales se deben sentir identificados.

La lista de personajes maravillosos continúa. Mi favorito siempre fue Andy Johnson (Jun Misugi), una especie de Fernando Redondo del Anime: elegante, cerebral, de incomparable técnica. Sin embargo, su problema cardiaco le impedía ser el mejor de Japón, pero bien que le hizo sufrir a Oliver. Destaca el portero Benji Price (Genzo Wakabayashi) arrogante, pero sobrio. De posición económica acomodada y con un don de liderazgo formidable, tanto que cuando juega a lado de Oliver, él es el Capitán. El trotamundos romántico del fútbol Tom (Taro) Misaki, fórmula ideal de Oliver, el acrobático Richard Tex Tex y bueno, la lista es bastante larga y si gustan, puedan comentar sobre sus favoritos que estoy omitiendo.

Volviendo a cómo se cuenta esta historia, sus recursos narrativos eran fenomenales. Obviamente, había mucho de fantasía, pues no dejaba de ser increíble que unos chicos de 12 años te corran una interminable cancha todo el partido, no menos increíble era que un juego colegial convoque a 50 mil personas, saltos kilométricos y fuerza descomunal para pegarle al balón. Sin estos recursos hiperbólicos, seguramente la serie hubiera perdido mucho de su atractivo. También estaba el manejo de los tiempos, los recuerdos, que se hacían en retrospectiva, hacían entender al espectador la motivación que tenían estos bravos futbolistas. Todo esto era muy útil y añadía mucha tensión a aquella media hora en la que probablemente, solo se cruzó la mitad de la cancha. Obviamente, el formato de teleserie con una historia que se va desarrollando con el transcurso de los capítulos, muy característico de las producciones japonesas, generaba mayor interés.

Además de la serie original, acá se pudo ver “Road To World Cup”, donde se enfoca algo más en la carrera de adultos de los personajes, aprovechando la coyuntura del mundial en el que Japón era el anfitrión y patrocinado por la empresa de ropa deportiva Adidas. Existen varias películas y solo es cuestión de explorar en YouTube para ver todo el amplio contenido que generó esta creación del señor Takahashi. En tiendas especializadas de Anime y Manga puedes encontrar algunas de los cómics (o sea, el “Manga”) si te es difícil viajar a Japón a adquirirlos (creo que a la mayoría). Captain Tsubasa o Súper Campeones, es la conexión entre la nostalgia, la fantasía, la pasión y todas esas emociones que nos desbordan a medida que nuestra generación veinte y treintañera va madurando o envejeciendo y recuerda como a las 5 de la tarde el mundo se paralizaba y todos los chicos se ponían frente al televisor.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Un Spin-Off Totalmente Imperfecto

En pocas líneas, y serán pocas por qué no merece más, me permito hacer una breve crítica de la nueva serie estrenada por Netflix: “Fuller House”, y es que hace rato una serie que creaba tanta expectativa no nos lanzaba al abismo del sinsentido, pues pocos serán los valientes que logren terminar la primera y la que debería ser, última temporada.

Para una generación, incluso dos, a quienes el acceso a la televisión por cable nos era más bien limitado, en la que nos veíamos obligados a jugar en el patio y no “ensotarnos” frente al televisor, “Full House” era parte importante de nuestra vida, pues, no había mucho más de donde escoger (eran los Tanners, Will Smith cantando rap, los Súper Campeones y la novela de la abuelita). Las locuras del Tío Jesse, el orden de Danny Tanner, la irresponsabilidad de Joey, la sensualidad apta para todo público de Becky, y la ternura de todo el elenco infantil, brillando todas las niñas cada una en su momento, nos llevan a un feliz lugar, a un pasado que sin duda fue mejor. Es por esta razón que un spin-off (proyecto televisivo nacido de un proyecto anterior) de esta serie, nos llenó de esperanzas y esperábamos volver a vivir las risas que en nuestra inocencia, teníamos de niños.

¡Qué decepción! El primer episodio de esta nueva temporada te lleva a un lugar donde no puedes reconocer nada: Encuentras a los adultos bastante acabados (incluso cuando Jesse dice que se ve bien y aún tiene cabello ves que debe tener más de 50 años y eso te hace sentir anciano a ti), simplemente no puedes terminar de conjugar que aquellas niñas ahora son madres, y que la vida siguió para todos, incluso para los actores de televisión, quienes, valga recalcar, parece que nunca hubiesen sabido actuar, y te das cuenta de lo fingido que resulta ese cariño empalagoso y todos esos abrazos, abrazos todo el tiempo.

Y es que una serie en la que una niña de 8 años es capaz de meter el auto nuevo de su tío en la cocina, para solucionarlo todo mediante un abrazo y un “lo siento” con cara de cordero degollado, con el pasar de los años, no debe seguir con el mismo argumento; menos aún, cuando esa misma niña ahora es una DJ famosa (por cierto, posiblemente el mejor chiste de esta nueva temporada es la discusión por el nombre “DJ Tanner” entre Donna Joe y Stephanie), y explota en cada capítulo su sexualidad a un nivel que te lleva a pensar que estás viendo una película española independiente y no un sitcom infantil, una sexualidad que raya en lo vulgar y que sin necesidad de hacer uso de obscenidades te hace pensar mal varias veces por episodio, no apto para niños.

Los “adultos” desaparecen tras el primer capítulo, y la serie se enfoca exclusivamente en las desdichas de las nuevas adultas; DJ, Stephanie y Kimmy Gibbler (!), quien finalmente llega a ser LA protagonista de esta serie, contra todo pronóstico (muy similar a cuando a Ashton Kutcher le queda gigante el papel de Charlie Harper y es el idiota Alan quien termina moviendo la serie en “Two and a Half Men”: DESASTRE). Gibbler es quizás, la única que no ha cambiado su esencia y eso no es necesariamente bueno, y te recuerda a toda luz un capítulo de “Sixteen and Pregnant”, pues termina casándose con un latino que la engaña cada vez que puede, y es más, la sigue engañando aun cuando Gibbler es una diosa sexual (?): no me queda más que pensar que toda esa locura reprimida se manifiesta en la cama, y ahora madre de una niña que no conoce límites y que seguramente, va a seguir los pasos de su madre con el hijo de DJ, que tampoco es una perita en dulce.

Y eso nos lleva a la actuación de los niños: Jackson, el hijo mayor en un papel para nada destacable, sin embargo no desentona con el dulce empalagoso que se desprende de toda la serie; Max es de largo lo mejor de la serie, pues nos recuerda ese personaje infantil que fue ocupado en un principio por Stephanie y luego por Michelle (recordemos nada más que las gemelas Olsen no participan, acertadamente, de esta comparsa), y aunque a ratos sobreactúa un poco se le perdona por el mismo hecho que se perdonó toda la serie pasada, y es que es el único que trata de tener un personaje limpio. Ni siquiera nombraremos al niño hijo menor, no ha tenido ninguna trascendencia en los capítulos que he podido ver.

DJ Fuller (ya no Tanner) es quizás la más perjudicada en todo este embrollo, pues no logra asentar su papel como madre soltera cuyo esposo acaba de morir, y que se encuentra a cargo de una casa con tres niños propios, su hermana menor que puede tocar en Coachella llegando de improviso (¿DJ Tanner debe ser más grande que Tiesto, no?), una amiga que tampoco acabó de crecer nunca e intenta ser la mejor amiga de su hija adolescente, y por último, de un infaltable nuevo cachorro llamado “Cosmo”.

Esa es una pequeña reseña-crítica de “Fuller House”, una serie que falla estrepitosamente en continuar una historia que debió quedarse quieta hace 15 años. Lastimosamente, la vida sigue, los amigos crecen, se casan y tienen hijos, la gente muere, pero no todo se soluciona con un abrazo.

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Grandes rivalidades: Atom vs Hyuga

Sí, entiendo perfectamente que esto es ficción y podría pasar como una propuesta poco seria, pero vale la pena analizar esta rivalidad del cómic para buscar los valores que puede enseñar el fútbol a través de personajes creados por un pueblo cuya pasión por el fútbol es relativamente reciente como es el japonés. De todas formas, gente que supo captar ciertas condiciones emocionales y con ello, cautivar a infantes de todas las latitudes.

Oliver Atom (Tsubasa Ozora) es probablemente el mejor jugador de toda la historia en este universo. Un enamorado del fútbol que dice que “el balón es su amigo” y su obsesión se centra en el juego. Pasa perfeccionando sus habilidades y desde chico tenía trazado un sueño que era el de jugar profesionalmente en Brasil y por su selección nacional. Su técnica es envidiable y de un liderazgo más ligado a sus habilidades que a su personalidad en sí. Un personaje demasiado positivo podríamos decir, con pocos matices de oscuridad.

Por otro lado, estaba Steve Hyuga (Kojiro Hyuga) es el más grande rival de Oliver al menos en la liga juvenil japonesa. Steve debe ser uno de los personajes más interesantes del popular cómic y serie animada. Es huérfano de padre y hermano mayor, por lo que se siente en la obligación de ayudar a mantener el hogar y desde muy joven estudia, trabaja y juega fútbol, el cual lo proyecta como un medio para la supervivencia de él y su familia. Podríamos decir que su historia se asemeja a la del futbolista latinoamericano promedio, todo lo contrario a la historia de Oliver que es hijo de una familia algo acomodada (su padre es capitán de barco). Las dificultades de la vida hicieron a Steve un muchacho muy temperamental, fuerte y de intenso liderazgo.

El primer encuentro entre las más grandes figuras de este universo imaginario se decidió a favor del equipo de Hyuga, quien impuso sus condiciones con su avasallador carácter ante un timorato equipo del “Niupi” (Nankatsu) que tenía en Oliver y Tom Misaki (Taro Misaki) como grandes figuras, pero superados por un rival corajudo que supo meter miedo. En el partido final tuvo que llegar Benji Price (Genzo Wakabayashi) para poner la personalidad necesaria, además de sus habilidades en el arco, para ganar el título.

Como sabemos, la historia tiene como principal personaje a Oliver y su evolución no deja de ser emocionante. Durante la liga infantil tiene complicados retos emocionales como la tremenda semifinal contra el equipo de Andy Johnson (Jun Misugi) en la que en 90 minutos tuvo apabullantes lecciones de madurez frente a un rival muy técnico y que tenía la condición de su enfermedad de corazón. Los juegos contra el Franco Canadiense (Meiwa) son partidos en los que tiene que sobreponerse  a la figura recia de Hyuga y a un portero aparentemente invencible (Ken Wakashimazu o Richard Tex Tex), sin embargo, todavía no se erige como el gran capitán, en ese último partido fue su amigo y primer rival, Benji.

Cuando la serie hace sus característicos saltos en el tiempo y nos muestra el torneo de secundaria. Oliver tiene otra lucha: contra sí mismo. En este torneo le ocurren fuertes lesiones que lo obligan a superar el dolor físico que es vencido por el ferviente deseo de permanecer en cancha, un valor imposible de ver en el fútbol actual. A pesar de sus terribles dolores, Oliver conduce al Nankatsu al último juego contra el Toho que había llevado a sus filas a Steve Hyuga. La batalla contra Steve y contra su propio cuerpo es dramática, Hyuga no quería perder esta oportunidad, se había fortalecido notablemente y el juego final termina igualado. Con un reglamento que solo a unos japoneses poco doctos de fútbol (?) se les podía ocurrir, ambos equipos son declarados campeones y así termina una rivalidad excepcional, entre elogios y reconocimiento del gran esfuerzo realizado. A continuación tanto en el manga como en la serie animada, Oliver y Steve pasan a ser amigos y socios del gol en una selección japonesa de ensueño.

A través de esta maravillosa creación, quienes crecimos con los famosos “súper campeones”, experimentamos la dualidad del fútbol como un sueño de pibe al fútbol como sueño y a la vez vía hacia una vida mejor. Mundos opuestos encarnados en personajes que pueden ser realidad a diario. Podríamos identificarlos en rivalidades del tipo Messi – Cristiano o Federer – Nadal. Hay que agradece al señor Yoichi Takahashi por crear a estos personajes para nada planos y con una simbología mucho más trascendente que el simple entretenimiento.

Edison Guapaz Zambrano
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Friends vs HIMYM: ¿cuál gana?

Dos series ambientadas en New York, que relatan la vida de jóvenes adultos y su estrecha relación con sus mejores amigos en lo que podría considerarse como una vida “ideal”. Más allá que dicho estilo de vida se plantea en un escenario tanto o más fantasioso que el de Batman o Ironman, ambas series, de extensa duración (casi una década), son de las más icónicas de los últimos 20 años, ambas tienen casi la misma fanaticada, la cual se pregunta qué serie fue mejor o al menos, más trascendental.

A priori podríamos decir que Friends, simplemente por tema de antigüedad. Esta serie comenzó a ser rodada y emitida en 1994 y atravesó tremendos hitos generacionales como el cambio de milenio o la caída de las Torres Gemelas (que nunca fue directamente abordado de todas formas). How I Met Your Mother comenzó a emitirse un año después del último capítulo de Friends, en 2005, con en teoría un argumento ya antes visto: mejores amigos jugando a ser personas grandes en la ciudad de New York.

Si vamos por calidad de actores, nuevamente la serie noventera es la que tiene ventaja. El elenco de “Friends” es sólido y magnífico con actores que ganaron mucho reconocimiento con la serie, aparte de un montón de dinero. Jennifer Aniston por ejemplo, ganó Emmy y Golden Globe gracias a su papel de “Rachel”. Se podría decir que todos los personajes de la entrañable “Friends” son clásicos para la T.V.: Rachel, Ross, Phoebe, Joey, Monica, Chandler tienen características inconfundibles con las que cualquier televidente pudo reconocerlos e identificarse, yo por ejemplo, me considero un Chandler. Ese rasgo tal vez no es identificable en “How I Met Your Mother” salvo quizás, el personaje “Barney Stinson” de Neil Patrick Harris y un poco, el protagónico “Ted Mosby”.

Ahora, si vamos por el lado del guión y calidad narrativa, “How I Met Your Mother” le hace un paseo a “Friends” y personalmente, hace que la serie termine considerándola entre mis favoritas de todos los tiempos, bastante más que la entrañable “Friends”. “HIMYM” fue diseñada para que a todos nos intrigue su final y que a medida que pasen sus capítulos, cada televidente vaya angustiándose y cavilando con las posibilidades de quién podría ser la madre de los hijos de Ted. Además, los recursos narrativos usados en la serie son magníficos: yuxtaposiciones, flash backs, flash forwards, etc. Narrar una teleserie cómica al más puro estilo de “Run Lola Run” o “Memento” fue atrevido y el resultado genial. En cuanto a cómo contar una simple “sitcom”, “How I Met Your Mother” marcó un hito y una revolución.

La discusión entre ambas series es muy común en que se centre en este punto específico: cómo acabaron ambas series. Por un lado, está “Friends” con el final complaciente y que todos esperaban: que Ross y Rachel se queden juntos y felices por siempre, con el detalle no menor que Rachel renuncia a la vida que siempre soñó: trabajo en París relacionado a la moda. Por otro lado “How I Met Your Mother” tuvo un final impactante: el televidente navegó por 8 temporadas para conocer a una madre a la que recién le empezaba a tomar cariño y resulta que la larga historia que Ted cuenta a sus hijos se motiva en que en ese futuro hipotético en el que la está repasando, la madre ha fallecido. Aunque finalmente es complaciente porque Ted sale a buscar al “verdadero amor de su vida”, que siempre fue la bella Robin Scherbatsky. Personalmente, prefiero el final de HIMYM y el que Ted haya intentado de nuevo con Robin, estuvo demás.

Es así como se ha expuesto los puntos en los que la una serie neoyorkina se impone a la otra y le queda a quien los lea, el afirmarlos o contradecirlos. Como señalé en el primer párrafo, el principal defecto que encuentro es esa vida en la que el grupo de panas vive un junto a otro, son como una familia unida y tienen estilos de vida demasiado cómodos que distan mucho de la plusvalía que tienen las viviendas de la gran manzana y de la disponibilidad de tiempo de cualquier grupo de amigos a medida que se hacen adultos. Bueno, tampoco, es para ponerse amargado o paladín de la realidad socio económica. No deja de ser ficción nada de esto y para lo que está es simplemente para divertir.

Edison Guapaz Zambrano
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Si “Mis Adorables Entenados” diera hoy…

A propósito de la noticia vista en Diario El Extra (informa primero y mejor) en la cual, se vislumbra la posibilidad de un regreso de la entrañable comedia ecuatoriana de finales de los 80, “Mis Adorables Entenados”, pero a la pantalla grande, se me ocurrió refrescar la memoria y recordar algo de lo que hacía felices mis sábados por la noche, cuando era muy pequeño, obviamente no salía y la televisión por cable era privilegio de nobles y reyes.

“Mis Adorables Entenados”, es catalogada como una serie costumbrista. Habrá que explicar que “entenado” es el hijo de los integrantes de una pareja que no pudo tener hijos en otro compromiso. Es así como Lupita acoge a los vástagos de las andanzas del “bandido” de su marido, Ángel Vera, a quien nunca vimos su rostro. El escenario del a “cría de entenados” era y no se si siga siendo, bastante común en el Ecuador y sobretodo en la Costa.

Desde aquí, ya advertimos un estereotipo que hoy por hoy sería fuertemente criticado por las actuales leyes de la nación: el machismo. Mientras vemos a una Lupita resignada a su suerte, a las labores domésticas y a soportar las andanzas de su marido, éste muy orondo es una figura ausente que únicamente reporta algunos (pocos) billetes para mantener un humilde hogar de los tantos que había y sigue habiendo en Guayaquil. La figura machista y paternalista daría ya mucha papaya para que la SUPERCOM se divierta.

Los entenados de Lupita reflejan los varios rostros del ecuatoriano humilde. Está Pablo, el obrero, trabajador y desafortunado, cuyas desventuras mucho tienen que ver con su mal carácter. Rosendo es el que pone sus esperanzas en los estudios, chico de familia, de buenos modales y honesto. Stacey es el campesino ingenuo y trabajador, mientras que la estrella, Felipe, reflejaba ese arribismo de muchos ecuatorianos: es pobre, pero debe guardar las apariencias de mejor posición económica y social, aparte de no hacer nada más que mentir para lograr dicho bienestar. Las actuaciones de Oswaldo Segura, Pablo y Andrés Garzón, Richard Barker y Amparo Guillén son todas sensacionales. La cumbre de sus carreras.

Los chistes en torno a los “entenados” en nuestros tiempos modernos hubieran causado polémica si no es indignación y sobretodo, un relajo tremendo bajo las actuales leyes y reglamentos. Imaginen la cantidad de querellas que desatarían los golpes y demás “cariños” que se dan entre los hermanos o por el hecho que a Lupita siempre le veías en la cocina o en algún rol estereotipado de ama de casa. Hablando de estereotipos, las bromas con Stacey en su condición de afro descendiente fueran hoy un escándalo.

Debo ser sincero y la verdad, cada vez que Felipe hacía cualquier broma que hoy se podría calificar como discriminación y/o racismo, yo me divertía mucho, es más, caí a YouTube a ver aquellos capítulos que con más de 25 años se me hacían borrosos y la bienvenida al hogar por parte de Felipe hacia Stacey con bromas claramente alusivas a su fisonomía y color de piel me hizo desatornillarme de la risa. Supongo, soy una mala persona.

Ante la Ley de Comunicación, cada contenido: machista, violento, excluyente, racista y estereotipado, habría hecho simplemente imposible en nuestros días emitir esta recordada comedia. Acá las preguntas serían: ¿hace falta reproducir esa clase de comportamientos que la L.O.C. condena para la elaboración de un programa costumbrista? Hasta cierto punto, sí diría yo, puesto que justamente nuestra sociedad es machista, racista, excluyente, etc. y omitir ello sería prácticamente faltar a la verdad y hacer un contenido light. Cuando se abusa de estos elementos sí, se cae en la monotonía y ofensa como en programas costumbristas que tuvieron auge en estos últimos años.

Otro punto es que es cada vez más difícil encontrar buena producción nacional, no solo yo, sino que mucha gente en sus 30 años de edad hacia arriba, añoran “Mis Adorables Entenados”, como una comedia que era indispensable en los hogares ecuatorianos que con las limitaciones en recursos, lucía mucho mejor que la producción nacional actual. Tal vez ahora, la masificación de la televisión pagada, nos haya vuelto más exigentes.

Debido a la rigurosidad de nuestras leyes, la decisión de llevarla a la pantalla grande a esta comedia, sería más que acertada, ya que cae fuera de la jurisdicción de la temida inquisición reglamentaria. Ojalá en un futuro no muy lejano, vuelva a ponerse de moda términos como: “supilindo” o “guacharnaco”.

Edison Guapaz Zambrano
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Esa tribuna llamada escritorio

El fútbol tiene una gran cantidad de actores: Los jugadores, los equipos, los entrenadores, los utileros, los dirigentes, los estadios, los patrocinadores, los empresarios, los árbitros… y finalmente los hinchas. Cada uno de estos representa un rol muy importante dentro de la industria, pues sin uno de ellos no podría existir el fútbol como lo conocemos. En este artículo, vamos a analizar al hincha y enfocarnos en ese denominado en los últimos tiempos como “hincha de teclado” que no va nunca mucho al estadio, pero que exige resultados mágicos a todos los demás miembros del reparto.

Intentemos desmenuzar al hincha de teclado: Hincha. Partidario entusiasta de un equipo deportivo (Según la RAE); De teclado. Que utiliza los medios tecnológicos para apoyar, criticar, putear, ridiculizar, criticar, insultar al equipo rival, desmerecer el juego de todos, mentar a la madre del árbitro, criticar, solicitar contrataciones ridículas, burlarse y creo que aún no está claro que, criticar.

Mi abuelo creo que debe ser uno de los primeros hinchas de teclado que conocí, y yo seguí esa senda durante varios años, pero con el tiempo uno va madurando e interesándose más por el fútbol, necesitando esa adrenalina que solo se vive en el estadio, especialmente en los partidos de la selección, a los cuales he asistido casi sin excepción desde hace cuatro eliminatorias.

Volviendo a mi abuelo, no era muy hincha de un equipo pero sí de la selección, y siempre tenía un “negro hijuep…”, “longo hijuep…”, “mono hijuep…” o si no distinguía quien era el que no pateó pues “patojo hijuep…”, listo para descargar en cada partido que se disputaba por Copa América o Eliminatorias, especialmente contra los “peruanos hijuep..”. Todo ese racismo, regionalismo, exclusión “Old School” que ahora ya no es pues, muy celebrado que digamos, como lo era en el Siglo XX.

Con el tiempo entendí a mi abuelo, pues uno en el fútbol puede descargar sus frustraciones y piensa que si el jugador está en el equipo de su preferencia, es porque es el mejor y no puede nunca fallar, caso contrario es un hijuep… Y no podemos olvidar a los hijuep… árbitros que no tienen permitido equivocarse en contra de nuestro equipo, porque eso es motivo de linchamiento verbal. Entendí a mi abuelo como digo, pero ya no puedo compartir sus postulados e hijuep*t*c*s: el fútbol no es tan simple.

Este hincha que pide y pide que empezó como un Tano Pasman cualquiera, cuya única audiencia era una mujer que se reía, un nieto que no entendía nada y su perro que lo miraba como si entiende lo que dice pero no, con la llegada de la tecnología evoluciona y gracias al internet ahora puede ser leído por una cantidad de gente que supera con creces a la audiencia de esa anterior generación de inconformes, y se convierte en el hincha de teclado que todos conocemos ahora.

tano pasman

El dinamismo de la sociedad, la crisis económica y la comodidad a la que aspira el ser humano se ve reflejada en estos hinchas nefastos para el fútbol. Creo que existen dos tipos de hinchas de teclados, los que no pueden asistir al estadio porque le es físicamente imposible ya que han tenido que migrar a otras latitudes en busca de mejores oportunidades y añoran al equipo de sus amores (hay también buenos hinchas a la distancia, sin embargo son especímenes escasos, como un buen arquero nacional, y por tanto no entran en este análisis), y aquellos a los que no les da la gana de ir al estadio porque tienen que trabajar, estudiar, cuidar a la cría, pasear al perro, complacer a su pareja o sacarse las pelusas del ombligo mientras ve desde su televisor el partido, o desde el internet en alguna transmisión pirata.

Lo que tienen en común estos sujetos es que no solo no van al estadio, sino que desgastan todas sus energías en criticar la gestión del equipo y del fútbol en general: No hay jugador suficientemente bueno (aún si Messi llegase a jugar en estas latitudes sería criticado por no poder chocar con nuestros defensas del Chota), el dirigente debe cada año cambiar la plantilla de jugadores por unos mejores sin importar los contratos y la inestabilidad que esto genere, el árbitro no tiene margen de error pero siempre se va a equivocar contra su equipo hasta en los otros partidos, regalando penales o anulando goles que en el largo plazo perjudican al equipo.

Dicen: “las entradas son muy caras”, “va demasiada gente al estadio” y “ser socio no sirve de nada porque igual nunca es escuchado por la dirigencia”, pero claro: queremos un estadio más grande y tecnología japonesa. No hay tusa que le calce a esta afición que sin duda puede ser catalogada como troll (Según Wikipedia: persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión), alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí…)

Y claro, como hemos indicado la tecnología ha jugado un factor fundamental en el desarrollo de este espécimen: De escuchar el partido en la radio, con el tiempo , el hincha de teclado encontró la forma de ver los partidos por internet (con su mejor amigo rojadirecta.com), y ahora previo a cada clásico se instala frente a su laptop, armado con una gaseosa y su cuenta de twitter o Facebook, listos para despotricar contra lo que sea. Encuentra un regocijo único pues tiene a la mano estadísticas, fotos para hacer memes, noticias sobre la última vez que se dio un resultado similar, tanto que deja de ver el partido para dedicarse a buscar material para criticar y a la vez, ser popular entre esos otros hinchas de teclado que conforman una suerte de legión en la cual, quien tiene la mayor boca de arriero es el líder.

Un verdadero hincha del fútbol y quienes lo hemos jugado alguna vez en la vida fuera del patio de la casa, tenemos una amalgama de sentimientos respecto a estos hinchas de teclado: por un lado, nos producen rabia pues son nuestras entradas y cuotas mensuales las que ayudan aunque sea un poco al desarrollo del club, ternura porque reconocemos en ellos a aquellos que no fueron amamantados cuando pequeños y seguramente esa falta de afectividad promueve su forma de ser, y claro, risa al leer esos comentarios desatinados y en muchas ocasiones subidos de tono sin importar que el destinatario sea un periodista, el jugador de un equipo o su esposa, o alguna otra hincha de teclado que se expone al bullying de no uno, sino varios de estos personajes de las redes.

Mi recomendación para lidiar con estos personajes no es más que esa máxima que es tan o más antigua que el internet: “Don’t feed the troll”, es decir, no hay que hacerles caso. Estos sujetos se nutren con comentarios a favor o en contra, se hacen más fuertes con cada retuit o like, se sienten más felices cuando una persona responde a sus provocaciones, pues la hinchada de escritorio solo se hace barra brava al encontrar una audiencia, caso contrario, no es más que un grupo de abuelos, ahora con internet, puteando al aire con su nieto y su perro.

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“El Clásico más Importante” – Fútbol y Matrimonio o noviazgo

Un varón promedio, soltero y futbolero, puede ver tranquilamente y sin despeinarse una docena de partidos de fútbol a la semana, pues el esfuerzo queda para ese par de picaditas que juega con sus amigos también. Sin embargo este valor decrece a menos de la mitad una vez que el estado civil de este macho castigador pasa a Casado o si no firmó nada a Unión de Hecho. Este hecho tan cierto como la muerte, será objeto de análisis en esta oportunidad de la manera menos imparcial posible, y cerraremos con un par de recomendaciones tácticas para poder recuperar esas horas-fútbol que nos hacen falta.

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De hecho, es algo más avanzado que esto

¿Ustedes dudan que un hombre puede ver (al menos) 12 partidos de fútbol en una semana? pues veamos: empezamos el martes con dos partidos (uno de Champions y uno de Libertadores), lo cual se repite el miércoles y jueves sumando 6, el viernes se bebe por tanto no hay televisión, por lo que el sábado de cruda vemos tres partidos igual que el domingo (sea Campeonato Nacional, argentino, brasilero, mexicano, Ligue BBVA, Premier, Calcio), y la yapa es el día lunes en el cual podemos ver algún partido repetido que no alcanzamos el fin de semana (o el de nuestro equipo si fuimos al estadio pero queremos analizarlo de mejor manera), con un promedio de dos horas de transmisión de cada uno.

Son 24 horas a la semana que podemos ver fútbol sin problema, valor que se incrementa en unas buenas horas más si somos parte de un equipo barrial o solemos hacer un picadito con los amigos en la cancha sintética de nuestra preferencia; y si vivimos en la ciudad en la que nuestro equipo tiene su sede, pues son tres horas más de asistencia al estadio cada quince días al menos. De los 7 días de la semana, le destinamos un día y medio al fútbol, y por esto es que no tengo más opción que darle razón a Valdano: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”.

¿Cómo es que un hombre puede físicamente dedicarle tanto tiempo al fútbol, acaso no tiene más vida que la pelota y el trabajo? Pues las excusas y las razones están siempre al orden del día: Si nos invitan al bautizo del sobrino a las 11h00, adelantamos a nuestro hermano que el Derby de Manchester es a las 09h00 y que llegamos después del partido; si tenemos una reunión el sábado a las 14h00 aparecemos a las 15h30, y claramente admitimos que estaban jugando el Madrid contra el Valencia y estaba partidazo, y así una y otra vez, hasta el día en que decides unir tu vida con una persona que simplemente, no entiende como puedes ver tanto fútbol.

De un día a otro, el cumpleaños del sobrino de la hija del colegio es más importante que la rivalidad de Lionel y Cristiano, el cambio de casa de la prima tiene más atención que el debut del compatriota en la liga inglesa, y “ese foco que no se va a cambiar solo” le quita protagonismo al hat-trick de Zlatan. Inconcebible. E igual de inconcebible, perdón la redundancia, es que uno en la mayoría de ocasiones acepta e incluso, disfruta de estas nuevas prioridades.

Y es que encontrar a una mujer que le guste tanto el fútbol como a ti es más difícil que encontrar un billete de dos dólares: sabes que están por ahí, algún rato viste uno y lo tuviste contigo pero son pocos los afortunados que logran conservarlos. En este punto es necesario aclarar que no estamos hablando de mujeres que únicamente ven el partido de sus equipos, que saben quién es el goleador o figura o que jugador tiene el mejor cuerpo, sino de aquellos raros especímenes que pueden disfrutar de un partido de la Europa League o de un Tigres – Chivas sin quedarse dormidas antes de la primera falta, o peor aún, intentar cambiar de canal o actividad recreativa: Pecado.

Es así que la cantidad de partidos a ver es reducida por los compromisos propios del matrimonio, y no nos queda enfocarnos en esos pocos partidos que coinciden en los escasos momentos de relax en casa, y es acá amigos, donde el tema se pone realmente cuesta arriba pues, volvemos, pocas mujeres entienden la necesidad imperiosa que tenemos de ver la pelota rodando en el rectángulo verde.

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De tanto observar y analizar a esos directores técnicos que ganan millones de dólares, uno aprende de a poquito que, aunque el rival siempre sea el mismo, las circunstancias cambian y nuestras estrategias deben ser dinámicas y acomodarse al momento. Vamos a ver a continuación, un par de ejemplos de clásicos jugados por su servidor frente a la TV en los que, gracias a la estrategia, se pudo salir avanti y disfrutar de un partido sin necesidad de canjearlo por tiempo de baby shower del próximo fin de semana o una maratón de “Sex and the City”, las cuales les dejo como dato, son buenas maneras de ver el partido del día, aún cuando el pago del precio sea demasiado alto.

Para poder aplicar la táctica de posesión de Pep, es necesario mucho tiempo de práctica. Guardiola tuvo La Masia, nosotros tenemos el noviazgo y es desde ahí, las inferiores, donde debemos preparar el terreno. Hay que adueñarse del control remoto, darle gusto de vez en cuando para ver “Mom” o “New Girl” pero SIEMPRE en poder del control remoto. En cada espacio de publicidad, cambia de canal arguyendo que no quiere ver los anuncios comerciales, aun cuando sea molesto para la espectadora y a veces para ti mismo, no dejes de cambiar, ella debe saber que en ese momento se juega tu partido y tu impones el ritmo de transmisión. Así, cuando jueguen River contra Boca en la Libertadores y quieras ver el partido completo seguido del problema del gas lacrimógeno, tú tienes el control y ella ha aceptado ya, que quien maneja la programación está a su lado y le va ser muy difícil quitarte la posesión del preciado control remoto.

Para hacer un Mourinho, es necesario que nos preparemos para hablar y ofender la programación que no consideramos digna de competir contra aquel partido de la “Copa del Rey” que queremos ver, así como hacer adquisiciones de renombre que puedan ser utilizadas a nuestro favor, aunque sea en el papel: “Esa película ya la viste cien veces”, “¿Para que estamos pagando internet y Netflix si puedes ver esa película en la Tablet?” y “¿Compramos el SmarTV de adorno? Ahí puedes tranquilamente ver la película, ¡por favor!”. No aceptes un no por respuesta, y si nada más funciona, pícale el ojo con tu dedo.

Finalmente para terminar este ya largo artículo, por lo cual le pido disculpas al lector, a veces hay que aplicar un Caruso Lombardi. Siempre habrá ese partido que queremos ver pero que no le interesa ni a la mamá de los jugadores, los argumentos de la importancia por ser final de la Champions o el que en ese equipo juegue un ecuatoriano no son suficientes, pero queremos verlo. Mis fuentes me han informado que esta técnica es especialmente útil para ir al estadio a ver el partido en vivo, o sirve para poder jugar ese partido en cancha sintética con los barrigones compañeros de trabajo (al que acompañarán un par de cervezas auspiciadas por los ganadores): A veces hay que vender humo… Podemos argumentar que “el deporte es sano para la salud”, “no está mal que tengamos nuestros pasatiempos y que mejor si hago un poco de ejercicio o tomo un poco de sol”, “desde que soy niño, puedo ir al estadio y sacar todas mis frustraciones en la grada, tu sabes que no puedo ir puteando a todo el mundo como en el estadio”. Humo puro y duro, a veces hay que hacerlo.

Debo ser honesto y admitir que en mi caso particular, si bien mi novia no es amante del fútbol tampoco es opuesta a ver un partido, pero claro debe ser trascendente mediáticamente y es necesario aguantar los comentarios de “mira que cuerpazo/piernas/abdomen” de tal jugador y hay que hacerlo con gusto, porque uno también le dice que la rubia de su serie tiene unas piernotas/trasero/ojazos. Ella sabe la importancia de la Copa América, de un Mundial o de los partidos de mi equipo, y sabe, como yo, que uno no puede ganarlos todos, pero hay que ser cauto en victoria y noble en la derrota, pues siempre habrá un nuevo clásico a la vuelta de la esquina.

rey de la cantera

“Si me tiras una piedra, yo te tiro una cantera”

Días atrás falleció Pablo Aníbal Vela Córdova, uno de los pioneros en ese estilo de “cantar la plena” como le gusta al pueblo que come y respira fútbol, barcelonista confeso, tan barcelonista que llegó a ser tercer arquero de Barcelona. Claro, esto para poder entrar a un estadio al que le fue negada la entrada en algún momento.

¿Qué significa para un barcelonista esta partida?

Bueno, se va un personaje de aquellos, de los que actualmente hacen falta, de los que son el mismo ante el micrófono y lejos de él, de los que no solo te responden el saludo en la calle sino que si había la chance, dialogabas con él sobre Barcelona, el Rey forma parte de la historia de la ciudad y de su hijo querido Barcelona, el Rey vió y transmitió a su equipo en capítulos como “la hazaña de La Plata” por mencionar uno nada más, querido por muchos. Por otros, no tanto.

Grato recuerdo (y colaboración a mi barcelonismo) llegar de la escuela y escuchar al Rey en “Radio El Mundo” con su particular voz ronca gritar “Soy el Rey de la Cantera, y los sapos para afuera!” definitivamente un tipo con una popularidad enorme, un capo, y como no serlo si todo lo sabía, todo se lo contaban, todo le chamullaban, todo le sapeaban, nada era oculto para El Rey.

¿A rey muerto rey puesto?

Normalmente los comentaristas deportivos tan parcializados como lo fue El Rey no suelen ser merecedores del afecto o respeto de los seguidores de los equipos rivales. En este caso parece que a pesar de ser tan frontal en cuanto a sus sentimientos por Barcelona, Pablo Aníbal Vela pudo agradar a coequiperos y rivales por su estilo que presumía de ser sin pelos en la legua, hablando “la naple” como le gusta la ciudadano de a pie.

Su lenguaje muy coloquial y su manera estrambótica de vestir fueron lugares comunes que lo acercaron a su audiencia, de la misma manera que lo acercó al imaginario colectivo del barcelonismo ese detalle de haber caído en su vida personal y haber vuelto a levanaterse tal como lo hace el Barcelona que remonta a los últimos minutos y con todo en contra. Es que El Rey le mostró la otra mejilla a la vida, como él en innumerables ocasiones lo mencionó perdió el rumbo y caía en picada hasta que de repente, en los últimos minutos y “a lo Barcelona”, le remontó a las adicciones y debilidades. Ese fue un rasgo que lo unió con la imagen de lo que representa B.S.C. y lo acercó más al público, que en vez de ver un pomposo y sabelotodo comunicador, veía a uno más de los suyos frente a un micrófono. De hecho, era un hincha con micrófono que a pesar de siempre jalar por sus colores no se recuerda, haya mancillado los ajenos.

Reemplazarlo no será fácil. En primer lugar, porque ese estilo de ser “hincha con micrófono” es una tendencia reñida con la profesionalización del oficio y va cada vez más en desuso. En segundo lugar, porque resulta difícil que los comentaristas de hoy en día se jacten de “cantar las plenas”, puesto que si no deben andarse con consideraciones hacia dirigentes, deben ser muy cautos con los auspiciantes, es decir, el lobbying y las relaciones comerciales terminan por silenciarlos parcialmente, tal como sucede con “hinchas amarillos con micrófono” de hoy en día, que prefieren hacer silencio ante la crisis económica que arrecia en el amado Barcelona Sporting Club del Rey, donde se han vendido jugadores al exterior en números importantes sin importar desarmar el equipo y en donde se han registrado buenas asistencias de público en las últimas campañas. Pero en donde no hay cuentas claras ni las tan aclamadas auditorías.

Por

Byron Cedeño

@barcebyron

Sebas Calero

@sebascalero

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POLÍTICA DESDE NUESTRA SALA

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En los últimos meses hemos sido testigos del gran éxito de series televisivas con alto contenido político, dueñas del rating y de los comentarios en las redes sociales, en las que podemos ver a esos líderes políticos como lo que son al fin del día, seres comunes y corrientes, que triunfan en mayor o menor medida en sus entornos dirigiendo los destinos de los suyos y adquiriendo poder, gracias a su carácter y forma de ser.

“¿Hace ruido el árbol en el bosque que cae cuando no hay nadie para escucharlo caer?” dice una antigua cuestión filosófica. El auge del internet le ha dado a la gente el recurso más valioso con el que se puede contar: la información. Somos una sociedad hiperconectada, que tiene al alcance de su mano la capacidad de conocer los sucesos que ocurren en los lugares más remotos, y parecería que donde cae un árbol, siempre hay alguien listo y dispuesto para tomar la foto, el video, el audio y una foto con el árbol caído y compartirlo con el mundo.

Esta capacidad de saber que sucede a todo momento, lleva al ser humano a pensar más allá, pasar del qué al porqué: a tratar de averiguar la razón por la cual cayó el árbol, el motivo de la creación de un impuesto o la causa de una guerra. La discusión de las razones ya no es únicamente para los filósofos de cantina y las sobremesas de almuerzos familiares, sino para cualquier internauta que disponga de un poco de tiempo. Y es ahí donde los productores de televisión han encontrado un nicho para explotar esa curiosidad, para darle al espectador la oportunidad de saber, de primera mano, las razones por las cuales se toman estas decisiones, sin miedo a mostrar el lado humano que muchas veces influye al momento de las actuaciones de estos líderes de televisión: El lado que no se ve del poder.

La política y el poder no han sido temáticas ajenas en nuestras pantallas de televisión. Series como “The West Wing” en el ámbito dramático o “Spin City” en la comedia estadounidense, tuvieron en su momento gran aceptación entre los televidentes. Ahora, “House Of Cards” y “Game of Thrones”, son dos series que de forma diferente, giran alrededor de la política (entendida como la ciencia que trata el gobierno y la organización de las sociedades humanas, o la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad según la RAE) y el poder que la rodea. La primera tiene una temática netamente política y la segunda más bien, toca el tema sin que necesariamente sea este su ámbito principal.

Puede que existan más diferencias que semejanzas entre una y otra serie, pues la primera es el producto estrella de Netflix, el gigante de transmisiones de series y películas por internet, que ha creado una gran expectativa entre sus subscriptores al apostar fuerte en esta serie con actores de renombre como Kevin Spacey y Robin Wright como la pareja de moda de la Casa Blanca; y la otra tenga como carta de presentación el éxito que han tenido la serie de libros de George R.R. Martin, los cuales fueron llevados a la pantalla con gran fidelidad por HBO, uno de los más importantes canales de televisión por cable a nivel mundial, y que al ser televisión pagada, puede utilizar los recursos de desnudos y muertes sin miedo en su programación.

House of Cards desde un inicio nos atrapa de esa forma, pues Frank Underwood en su primera aparición en la serie mata a un perro moribundo, mientras le habla al espectador utilizando un recurso no muy común en series de dramas: “Hay dos tipos de dolor. El tipo de dolor que te hace fuerte. O el dolor inútil. No tengo paciencia para cosas inútiles. Momentos como este requieren que la gente actúe, que haga cosas que no son placenteras. Que haga lo necesario [mata al perro…]. Ya está, no más dolor.” El poder que tiene Underwood sobre lo que lo rodea, sea su esposa, sus compañeros congresistas en un principio y todo lo que viene después, pues no pienso spoilear la serie si aún no la ven, nos hace cómplices anónimos y silentes de sus actos inmorales o ilegales, los cuales explica con estas pequeñas conversaciones que tiene solo él con la audiencia.

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Game of Thrones en cambio, trata sobre esta misma sucia política, en un ambiente medieval, donde los asesinatos, las pasiones y las guerras por el poder están a la orden del día. Una gran cantidad de personajes con quienes de una forma u otra uno llega a sentirse involucrado, y puede entender la razón de su proceder, siendo la cereza del pastel la inexistente compasión de los escritores, a quienes tampoco les tiembla la mano al momento de cerrar una temporada con el asesinato del personaje más querido por la audiencia.

Y es así como por un lado mandamos un tuit en contra o a favor del presidente, salimos a las calles con el celular y la cacerola en mano para tomar la foto y subirla de inmediato a Instagram, y regresamos a casa para subir un status de Facebook con un resumen de la jornada: El árbol cayó y nosotros estuvimos ahí para escucharlo.

Y claro, después de todo, prendemos la TV y nos acomodamos para ver el nuevo capítulo de Game of Thrones o repetir tres capítulos de House of Cards, porque claro, ya los vimos todos, el día del estreno.