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Sabrina, La Bruja Rebelde

En estos tiempos en los que los remakes están a la orden del día, emergió una nueva producción que se transmite por la plataforma Netflix. “The Chilling Adventures of Sabrina” o “El Mundo Oculto de Sabrina” en Español tiene un espíritu muy diferente a “La Bruja Adolescente” del Siglo XX.

Justamente existe una gran diferencia entre “The Teenage Witch” (la bruja adolescente) y “The Chilling Adventures”, ambas originalmente publicadas como una serie de tiras cómicas de Archie Cómics, siendo esta última de una temática bastante más oscura y a eso se refirió la serie que se estrenó el 2018.

Empezamos con absoluta sumisión y alabanzas a Satanás, lo que en la centuria pasada hubiera generado terrible escándalo. La diferencia primordial entre “La Bruja Adolescente” y “El Mundo Oculto” es que mientras en el primero el personaje de Sabrina Spellman encarnado por la entrañable Melissa Joan Hart se ocupaba de lidiar con problemas terrenales algo ayudada con sus poderes sobrenaturales, en la actual es una Sabrina que más bien se ocupa mucho de su ser paranormal y la lucha más bien es la de ser valorada pese a su origen 50 por ciento mortal.

“El mundo oculto” se ocupa mucho de temáticas contemporáneas: empoderamiento y feminismo, combate a la xenofobia, al bullying, abierto abordaje a la homosexualidad y a la diversidad. La Sabrina interpretada por la joven actriz Kiernan Shipka ahora es un chica rebelde, contestataria, que no cumple con cánones y ritos, tantos mortales como ocultos, sin antes reflexionar en sus significados y consecuencias. Una Sabrina que frunce el ceño mucho más de lo que lo hizo la noventera.

En la Academia de Artes Ocultas Sabrina es recibida con hostilidad por muchos debido a su origen mitad mortal, pasando por durísimas pruebas sobre las cuales sobrevive mostrando carácter y una digamos “estirpe” heredada de su padre, quien había sido un eminente y respetado brujo, sorprendiendo y ganando progresivamente el respeto de sus “bullies”. Mientras que en su escuela “normal”, sus amigos no son precisamente la gente “popular”.

En esta nueva Sabrina el romance tiene varios frentes. Sabemos desde siempre que su amor es Harvey Kinkle, pero esta vez este personaje se construye a partir de una tradición familiar de cazadores de brujas, lo que convierte a esta relación en una fantasmagórica versión de Montescos y Capuletos. Está lo que fueron sus padres, una unión entre brujos y mortales idealizada por su pronta partida (en esta versión de Sabrina, ambos han fallecido en un accidente), la relación de pareja y poder de Miss Satan con el mismísimo señor de la oscuridad, las tías de Sabrina y sus desventuras que las hacen las solteras dedicadas a cuidar de su sobrina, amorosas aunque de una moral bastante más retorcida. La “cuota gay” con el primo Ambrose y su confinamiento en el hogar de las Spellman que no deja de tener un contexto simbólico, incluso no huele a coincidencia que sea afro descendiente el actor que lo encarna.

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Sabrina lidia con su poder como una mujer en camino a serla, como heredera de una tradición dentro del mundo de los brujos. Es una rebelde que se rehúsa a cumplir ciegamente con los requerimientos de ambos mundos y se forja los suyos propios. Bien podría ser un personaje femenino de inspiración sin necesidad de llegar a la grosería o intercambio de roles de dominación. Además, para quienes gustan del mundo de lo oculto, el contenido de hechizos, demonología y demás es simplemente fascinante. Es un buen tratado sobre la oscuridad que bien puede llegar a ser luz.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
casa de las flores

El Gran Hit de la Polémica que Llegó de México

Te la había recomendado algún amigo o pariente, te engancha y horroriza … Y cuando parece que lo habías visto todo, ves (alerta de spoiler) a Verónica Castro fumarse un hit de marihuana. La impresión es similar a si vieras hacer eso a tu mamá o la más devota de tus tías. La Casa de las Flores llegó para dar la poderosa patada final a los convencionalismos en televisión.

Obviamente, la trama y los temas que ofrece esta serie son claramente para plataformas digitales como Netflix, donde se ha emitido su primera temporada y más que eso, lo impactantes que pueden ser muchas de las escenas para prácticamente cualquier público, por más culto, cinéfilo o “seriéfilo” o por más mente abierta que pueda ser. No porque no sean cosas que en la realidad no pasan, en realidad pasan y mucho, pero en la producción mediática no es precisamente costumbre observarlos.

Desde el inicio de “La Casa de las Flores” en su primer capítulo, la serie ataca con sus mejores armas, como aquel equipo de fútbol al que le urge ganar con un resultado contundente y deja boquiabiertos a todos con explícitas escenas de muerte y sexo homo y heterosexual. Un mazazo que inevitablemente engancha al espectador. Toda esta aparente violencia es trabajada impecablemente, pues está lejos de emitirse como un festival de sangre o publicación digna de tabloides.

La temática de “La Casa de las Flores” se desarrolla alrededor del poder y las apariencias. Virginia de la Mora es el personaje principal de la serie. Una poderosa dama de alta sociedad mexicana quien es cabeza principal de un próspero negocio y la verdadera cabeza visible de una prestigiosa familia cuyo vínculo social con la élite depende del éxito de la reputada florería y de la construcción de una imagen escrupulosamente pulida por Virginia. El desarrollo de la temporada transcurre entre dos grandes eventos que la familia de la Mora ofrece y entre los sucesos del primero y la preparación de los segundos, el mantener esa imagen impecable parece costarle la cordura a Virginia.

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El lodo que Virginia tiene que limpiar viene de muchas partes. Empezando por temas que en las altas sociedades de Latinoamérica son muy mal vistas como: la infidelidad, el homosexualismo o transexualismo y centrándose en problemas en serio como los legales y económicos. Todos ellos disimulados con una sincronía casi artística, lo que lógicamente a la familia entera la va progresivamente consumiendo.

 El tratamiento narrativo es interesantísimo, pues quien cuenta la historia es un narrador omnisciente que tal vez adquiere dicha condición por lo que le sucede en el primer capítulo y es quien presenta los dilemas morales que pasa sobretodo a Virginia, a quien la ata un vínculo amargo pero más común de lo pensado en nuestra sociedad. El ritmo de esta serie es incesante, las tomas y edición son vertiginosas y con ello es imposible perder el interés. Es muy interesante también la banda sonora, pues tratando de dar un ambiente kitsch en una de las locaciones, se toman varias canciones que a principios de los 90 fueron un éxito y son mayormente interpretadas por los actores. Ver a Virginia (interpretada por Verónica Castro) cantar un tema de Cristian Castro es una delicia.

Hay que decir que una de las virtudes de la Serie y por lo que podría ser memorable son las actuaciones. Una que se queda en la mente de cualquiera es la de Cecilia Suárez como Paulina de la Mora, hija mayor de Virginia, quien busca siempre tomar las riendas de la familia y los negocios, mostrándose como una mujer fuerte a pesar de su en teoría “revés sentimental” parece haberla marcado seriamente. El trabajo de Suárez con el peculiar hablado de Paulina es fenomenal y casi que icónico, así como su esposo. La personificación de José María y/o María José es muy pulcra y también deberían llevarse el mérito los encargados del maquillaje, pues la apariencia de “María José” es simplemente regia.

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Hay personajes que inducen al debate moral como el padre de familia Ernesto de la Mora o Carmelita, la amiga de la familia. Darío Yazbek como Julián, el hijo varón, y su papel de “jugar a dos bandas” y salvar las apariencias con su orientación sexual y compromisos. Él junto  a su hermana Elena (Aislinn Derbez) encarnan la angustia de volverse adultos y sufren de permanentes decisiones erradas. La inocencia se encarna con Bruno, único nieto de la familia y Micaela, hija de Ernesto, quienes tienen una simpática amistad a pesar de que sus orígenes los podrían poner distantes desde un punto de vista adulto.

Con una producción que luce muy bien cuidada desde los créditos de inicio, “La Casa de las Flores” destaca por su dinamismo, su ataque frontal a temas polémicos y por actuaciones espectaculares. De lo mejor que se ha visto en México y Latinoamérica vía plataformas digitales.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Retro y Glamour con GLOW

Una vez más la nostalgia se apodera de la ya entrañable plataforma de televisión Netflix para atrapar a un público específico que busca ya sea recordar o cautivarse con otros tiempos. Uno de sus productos para ello es la serie “GLOW”.

 “GLOW”, que son las siglas de “Gorgeous Ladies of Wrestling” (hermosas damas de la lucha libre), fue un show que realmente existió desde la segunda mitad de la década de los 1980s y el programa actual busca retratar los orígenes del mismo con situaciones ficticias y personajes tal vez inspirados en el show original, pero cambiados en cuanto a nombre y a veces esencia para dar un resultado dramático interesante.

 El elemento clave de GLOW consiste en retratar y a la vez parodiar lo que era la producción de televisión hace 30 o más años en cuanto a recursos tecnológicos como narrativos. De todas maneras las cámaras y equipos de edición quedan en segundo plano cuando hablamos de la construcción del show en cuanto a guión. Resulta que la gracia es comprobar qué tan estereotipados podían ser los personajes de lo que se supone es un concurso internacional de lucha. En los años 80 aún se vivía las tensiones de la guerra fría y el programa en torno a eso se supone debe tener un fuerte antagonismo entre la americana “Liberty Bell” y la soviética “Zoya the Destroya”.

 En realidad “Zoya” es el personaje que encarna Ruth Wilder, una actriz con varios problemas para llevar su carrera con suceso y que se topa con esta peculiar oportunidad y es interpretada por Alison Brie. En la historia tiene que ser coestelar con Debbie Eagan (interpretada por Betty Gilpin), quien da vida a “Liberty Belle” y con quien en la vida real tiene un conflicto complicado de resolver. La tensión entre ellas condimenta al espectáculo televisivo sin la sospecha para los espectadores sobre el problema real entre ambas, aunque finalmente pueden colaborar para darle la mayor calidad posible al espectáculo. El elenco de luchadoras que comparten el ring con Zoya y Liberty Bell cumplen con unos cánones de estereotipo que hoy, 30 años después de haberse emitido el GLOW original resultarían difíciles de emitirse por lo ofensivos que pudiesen resultar al público actual.

 Por los pronto hay 2 temporadas claramente diferenciadas en este GLOW remozado. En la primera cuenta la concepción del show y su desarrollo, lo que incluye el reclutar a las damas protagonistas, conseguir una locación donde se desarrollen las peleas y sobretodo el duro entrenamiento al que deben someterse para que sus enfrentamientos luzcan reales y sobretodo sean seguros. Es bien sabido que los espectáculos de lucha libre son básicamente ficción, mas sus famosos movimientos requieren de pericia y práctica, caso contrario pueden resultar muy peligrosos para quienes los ejecutan. La segunda temporada es el show ya en marcha con sus problemas para la difusión.

algo del show original

 GLOW aborda una temática general que en los actuales momentos es muy cotidiana, pero que en los años 80 apenas sí se estaba tomando en cuenta, la cual era buscar nuevos protagonismos a los roles femeninos. En este caso incursionar en un programa de lucha libre resultaba por demás novedoso treinta años atrás, cuando era una asunto absolutamente de hombres. También aborda tan mentada “cosificación”, pues descubren que al salir en televisión ligeras de ropa atraen principalmente a “solitario público masculino”. En la misma viada el principal personaje masculino, el director Sam Sylvia, experimenta nuevos roles para su aparentemente despreocupada vida en la cual tendrá que hacerse cargo de “sus luchadoras” como un padre así como de su hija adolescente a quien no la vio crecer. A este personaje lo encarna Marc Maron. La evolución de un Sam egoísta y malhumorado a uno más humano y paternal forma parte del hilo del programa.

GLOW también encara los excesos del mundo del espectáculo y por ello lógicamente debe ser su ubicación en Los Ángeles, California y alrededores, donde el sexo, las drogas y demás vicios estaban a la orden del día y que en los 80 ciertamente tenían un espacio en el estilo de vida. Los peinados extravagantes, la ropa llamativa y la espectacular la banda sonora ambientan a una producción que ciertamente en ambas temporadas tiene un comienzo lento, pero termina atrapando al espectador.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
serie LM

Luis Miguel, La Serie: Retro y Resurección

En las últimas semanas Latinoamérica vivió el furor de haber “desempolvado” a tal vez una de sus figuras más queridas en cuanto a espectáculo, pero que quizás en estos tiempos estaba un poco olvidado. Sin duda estamos hablando de Luis Miguel.

 Netflix dispuso en su catálogo de una serie televisiva que relata el camino a la fama del astro de la canción con mucho suceso. Una de las claves del éxito fue la forma como se dispuso la misma con emisiones semanales de cada capítulo, algo que no es muy acostumbrado en dicha plataforma. Cada semana el suspenso se apoderó del espectador y los mismos se fueron multiplicando mientras duraron los 13 capítulos.

 Pero no solo la frecuencia de la emisión fue un eje del éxito de la serie. En verdad hay muchos puntos positivos de los cuales hablar. Para empezar, una vez más Netflix apeló a la nostalgia como en muchas otras de sus producciones, aunque por primera vez ese recurso fue utilizado en una producción latinoamericana. El punto es que es harto conocida la enorme popularidad que tuvo Luis Miguel en los años 1980s y 1990s entre la juventud de aquellos días y con especial énfasis en el público femenino. Rememorar aquellos días sin duda pudo haber sido un ejercicio de reminiscencia de gratos momentos.

La historia necesitaba ser contada paso a paso como las “novelas de antaño”, pues uno de los motivos más fuertes que mueve a la producción es el misterio de la desaparición de Marcela Basteri, mamá de Luis Miguel, y a lo largo de los 13 episodios la intriga permanece alrededor de un hecho que en la realidad no deja de tener más oscuros que claros. Una persona golpeada por la repentina y poco clara desaparición de su madre sin duda conmueve y pone al televidente a su completo favor, enseguida pasa a ser Luis Miguel indiscutiblemente el bueno de la serie.

Si hablamos de villanos, el de la producción es espectacular. “Luisito Rey”, el padre de Luis Miguel, es retratado como un abusador, explotador y manipulador cuya ambición si bien encumbró la carrera del cantante, destrozó los lazos familiares. La actuación del español Óscar Jaenada en el papel de “Luisito” es memorable. Es tan buena que no se puede evitar odiarlo mientras la serie transcurre. Sus gestos y posturas enervan a primera vista, tan genial que el mundo de las redes sociales se apropió de su imagen para popularizar toda clase de memes y tendencias.

Aparte del fantástico demonio de Luis Rey, están los ángeles de la serie, aquellos soportes en la carrera y vida de Luis Miguel como el mánager Hugo López, un maduro señor argentino que con sabias palabras y sinceras acciones hizo el rol de padre de “Mickey” en sus buenos y malos ratos, así como la relacionista pública Rosy Esquivel, quien aporta con el cariño y dulzura que hacia falta en su tempranamente ocupada vida o el memorable Cadete Tello, encargado de la preparación militar de “El Sol” para el recordado video del tema “La Incondicional”. De todos ellos Luis Miguel saca lecciones valiosas que le permiten crecer en su vida y en la serie aparece como un artista en constante crecimiento y maduración, aunque tal vez sus críticos digan que no es algo tan cierto. En cuanto a romance, es bien conocido el “notable historial” del cantante, sin embargo en esta producción se lo retrata más bien vulnerable.

 Los esfuerzos para hacer creíble a la narración son notables, empezando por la selección del protagonista, el actor Diego Boneta, quien encarnó a Luis Miguel, no solo aportó en su aspecto físico, sino en su habilidad al interpretar los clásicos del cantante. Es igualmente asombroso el parecido físico de los actores que interpretaron a Luis Miguel niño y adolescente con el auténtico.

 Sin duda Luis Miguel se anotó un golazo con la producción de esta serie basada en su libro biográfico y nuevamente está en boca de todos para bien, recordando su inmensa calidad interpretativa más allá de lo que hayan podido ser sus caídas de orden personal. Una serie que totalmente ha valido la pena ver así el pop y las baladas estén lejos de sus preferencias musicales.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Tensión Adolescente y Retro en Gran Fórmula

Continuando con la moda de las series con enfoque retro “Everything Sucks” estuvo disponible para la plataforma Netflix desde 2018, esta vez con evocación a la década de los 90.

 Quien arrancó a ver la serie y creció siendo aun el siglo pasado, pudo haber tenido en un principio la sensación de ver una vieja serie de Nickelodeon por el enorme esfuerzo de hacer parecer que en verdad los hechos ocurren u ocurrieron en dichos tiempos: colores, textura de la imagen, obviamente la ropa y peinados de los chicos y más detalles. Claro, mientras el primer episodio transcurre se advierte que va a estar bastante lejos de la tónica edulcorada de aquella televisión noventera para adolescentes.

 “Everything Sucks” abarca temas que difícilmente se hubieran visto en televisión supuestamente dirigida para niños y adolescentes hace 20 años: desde la orientación sexual de uno de los personajes, situación que define muchos de las tensiones dramáticas de la serie que gira en torno al intento de desarrollar una producción audiovisual en una secundaria de los Estados Unidos. Otros temas que eran muy vigentes en los años 90 son abarcados como las familias disfuncionales o el uso de drogas en adolescentes y adultos.

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 Para desarrollar la historia se escogió a una pueblo llamado “Boring” en el Estado de Oregon, el cual realmente existe. Es simpático como se optó por esta población tomando en cuenta su nombre (aburrido) en inglés y la relación con el tedio adolescente en los sitios pequeños de Norteamérica. Del mismo modo se puede advertir la intención de ubicar la historia en el noroeste estadounidense, con lo relevancia que tuvo esta zona geográfica en la cultura popular de los 90.

Si hablamos de la cultura popular de los 90, estos saltan evidentemente a lo largo de la serie: algún poster de Jonathan Taylor Thomas, el cabello decolorado en alusión a Dennis Rodman, banda sonora con artistas diversos de los tiempos como: Oasis, Ini Kamoze, Ace of Base, Tori Amos o The Cardigans. La alusión tecnológica es fundamental, pues la serie gira entorno al VHS, además hacen su aparición los cassettes, discos compactos y el famoso tono de módem de conexión telefónica a Internet. Todo diseñado para tocar el sentimiento nostálgico.

Everything Sucks ilustra la angustia adolescente inherente a cualquier generación y que de acuerdo a los tiempos se expresa en ese tira y afloja social que se ha ido moldeando de acuerdo a la tecnología disponible, también un poco de angustia adulta reflejado en los personajes maduros de la serie a los cuales ninguno se les podría atribuir una madurez sanamente desarrollada, pues incluso el director del colegio tiene temas juveniles no resueltos, lo que eso sí logra que el mensaje de la serie permanezca siempre fresco, siempre joven.

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Se puede rastrear en “Everything Sucks” un mensaje bastante constructivo y positivo, uno en el que se busca respetar creencias y preferencias, en el que hay una intención de unión manifiesta cuando los chicos populares y los catalogados como “raros” unen fuerzas en un proyecto común, lo sacan adelante y de hecho terminan forjando amistad en donde antes había desprecio y tensión. Las actuaciones de los chicos son muy buenas, destacando Rio Mangini como el cauteloso McQuaid, Sydney Sweeney como la popular Emaline y Peyton Kennedy como Kate Messner, la protagonista cuya sonrisa de dicha en momentos cumbres de la serie ilumina a la misma. Podría tratarse de una de las grandes producciones de Netflix del año.

 Have a boring day!

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
obituario 2017

Obituario 2017

Con el 2017 recién finalizado llega el momento de recordar a personajes que nos dejaron en dicho año. Claro, depende bastante del punto de vista y acervo cultural de quien hace memoria, así como quien lee. Repasemos algo de ello.

 El Ecuador y el mundo del tenis mundial lamentó la muerte de Francisco Segura Cano “Pancho Segura”. Nacido en el camino entre Quevedo y Guayaquil. Campeón del US Pro en los años 1950, 1951 y 1952 y finalista en varias ocacsiones del mismo torneo así como del Wembley Pro. Precursor del profesionalismo en el deporte y uno de los constructores de lo que posteriormente sería el circuito profesional. Posteriormente fue entrenador del “Beverly Hills Tennis Club” donde fue instructor de famosos de la industria mediática norteamericana y también fue mentor de uno de los grandes del deporte blanco como Jimmy Connors. Su legado al tenis es sin duda su famoso revés a dos manos.

En Ecuador hubo consternación por la partida de Víctor Hugo Araujo y José María Andrade, quienes dejaron su huella en el periodismo deportivo de la nación. Así como por Roberto “Pibe” Ortega, integrante de la clásica formación de los “5 reyes magos” de Emelec en la década de los 60.

 El mundo lamentó la partida de jugadores clásicos como el español Manuel Sanchís o el atacante francés Raymod Kopa, quienes destacaron en el fútbol de los años 50 y 60 del Siglo XX. En Latinoamérica se sintió el fallecimiento del goleador paraguayo Roberto Cabañas quien brilló en los años 1980 y 90, militando en 1994 en el Barcelona de Guayaquil. Así mismo nos dejaron entrenadores clásicos latinoamericanos como el paraguayo Aníbal “Maño” Ruiz, el hispano – argentino Ramón Cabrero o el boliviano Ovidio Mesa.

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El mundo del deporte mundial recuerda también la partida en este año del pesista turco y campeón olímpico Naim Suleymanoglu, así como de la tenista checa Jana Novotna, ganadora de Wimbledon en 1998. Consternación y sorpresa por la muerte repentina de deportistas en actividad como el marfileño Cheick Tioté, quien se desvaneció durante un entrenamiento, así como del panameño Amílcar Henríquez, víctima de un asesinato.

El mundo de la música tuvo serias bajas con la pérdida de músicos clásicos del rock and roll como el guitarrista Chuck Berry, guitarrista fundacional del género e innovador del instrumento, Wayne Cochran, autor de la famosa balada “Last Kiss” (mejor conocida en nuestras tierras como “por qué se fue y por qué murió…), el tecladista Fats Domino también precursor del genero. Nos dejaron también John “J. Geils” Geils y Tom Petty, quienes brillaron en los años 70 y 80 del Siglo XX, además del guitarrista fundador de AC/DC, Malcolm Young. Pero sin duda los fallecimientos más impactantes fueron los de Chris Cornell, líder de bandas como Soundgarden y Audioslave y Chester Bennington, vocalista en Linkin Park, pues se encontraban en plena actividad. En ambos casos se habló de suicidio.

Nos dejaron celebridades como Adam West, famoso por su interpretación de Batman en la serie televisiva sesentera, Roger Moore, uno de los clásicos encarnadores de “James Bond” o Hugh Hefner, fundador de Playboy y probablemente el hombre más envidiado del mundo (?) Tristemente célebres como Charles Manson y políticos como el dictador panameño Manuel Noriega o el canciller alemán del momento en que se derrumbó el muro de Berlín, Helmut Kohl.

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Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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El Entrañable “Club de Cuervos” y las Razones de su Éxito

¿De qué otra cosa iba a hablar la primera serie de Netflix latinoamericana si no de fútbol?

Club de Cuervos ha venido apasionando a los usuarios de esta plataforma desde su estreno en 2015. Con 2 temporadas y 23 episodios en total se ha tomado la cultura popular latinoamericana y algunos de sus personajes podrían ya considerarse clásicos dentro de la misma. El porqué de este éxito intentaremos descifrarlo.

Mucha de la responsabilidad está en la experiencia y capacidad que hay en México en cuanto a narrativa audiovisual. Si bien Club de Cuervos se presenta como una serie cómica, cosa que los mexicanos saben hacer muy bien y ejemplos sobran, la realidad es que se la cuenta casi como una telenovela, algo para lo que ellos también son buenísimos. La historia vendría a ser como la del clásico culebrón azteca en el que una respetable familia se divide por una herencia. En este caso, la herencia es el club de fútbol “Cuervos de Nuevo Toledo” (tanto el equipo como la ciudad son ficticias) y la disputa surge al fallecer el patriarca del mismo: Don Salvador Iglesias. La pelea sobre el club y demás bienes del connotado caballero se da entre sus 2 hijos reconocidos (ambos de distintas parejas) y un tercero que estaba en camino antes de su muerte, como para completar un drama tan parecido a alguna de las “Marías” de los años 90.

Para soportar este tortuoso hilo narrativo están las actuaciones. Ahí es cuando Luis Gerardo Méndez y Mariana Treviño realmente se lucen con trabajos espectaculares. Salvador Iglesias Jr. “Chava”, interpretado por Méndez es un tipo sumamente entrañable y querible para el espectador, pese a ser un completo cretino en cuanto a códigos futbolísticos y no se diga de organización. “Chava”, con su irresponsabilidad y vicios, irradia tanto carisma que siempre quieres que sus disparates le salgan bien a pesar que a sujetos futboleros como quien escribe le pueda parecer sumamente ofensivo que irrespete el camerino, contradiga las órdenes del entrenador y peor aún, que haya hecho algún trato con el equipo rival. Como sabemos, el en un inicio fue electo presidente de Los Cuervos y es el alma indiscutible de la serie.

En la contraparte está Isabel Iglesias, interpretada por Mariana Treviño, una mujer muy armas tomar, muy responsable y conocedora en los campos de la administración cuya injerencia incluso a su tiempo hizo bien al equipo, pero su personalidad avasallante y exigente la hacen “la perra” (dicha por ella misma) de la serie, completamente detestable. Es una antagonista difícil de entender, pues no es precisamente mal intencionada, solo busca reivindicar lo que ella cree que merece y busca lo mejor para el club y para el imperio construido por su difunto padre.

Como vemos, a pesar que el eje central de la serie se supone es el fútbol, no se desarrolla por completo en cuanto a dicho eje temático y toma de manera algo sobredimensionada sus campos más oscuros y algo míticos como los sobornos, arreglos por debajo de la mesa, los intereses de los agentes de jugadores, planteles buscando hacer la casa o la cama a sus entrenadores, doping, infidelidades, prostitución, etc. Todo aquello con el fin de enganchar a un espectador ávido de polémica, la cual en “Club de Cuervos” siempre existe. El plantel de fútbol, pues es el típico de cualquier equipo latinoamericano: la base local llena de chicos humildes, muy ingenuos los más jóvenes, el clásico delantero argentino “pintero” imán de la fanaticada femenina, el brasileño que es todo fiesta y buen humor y el excéntrico refuerzo extranjero que por una millonaria cifra llega a los clubes de más alta inversión. También está la vieja gloria que se hace cargo de la dirección técnica en tiempos de crisis.

Mientras tanto, la fanaticada aguarda el estreno de la tercera temporada de la que se tiene las más grandes expectativas y esperando que esté a la altura de las 2 primeras temporadas.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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13 Reasons Why: El Oscuro Mundo Colegial

¿Qué hace que una persona tome la fatal decisión de quitarse la vida? Por más afligido que se encuentre, en el ser humano hay un instinto básico de supervivencia y para hacer a un lado su propia existencia sin duda hay una acumulación de malestares. Así es como Hannah Baker explica mediante un testimonio grabado en audio su fatal decisión.

“13 Reasons Why” es la presente sensación de la plataforma Netflix y si bien aborda un trillado tema como es la vida del adolescente estadounidense promedio con un enfoque central en las vivencias dentro de las instituciones de educación secundaria pública, los recursos narrativos la vuelven particularmente impactante, aprovechando también que al ser difundida principalmente vía Internet, hay un poco más de libertad hacia las formas necesarias para contar esta historia basada en el libro con el mismo nombre que fue publicado en el 2007 por Jay Asher.

La tensión y presión social en los colegios secundarios ha estado presente desde siempre, pero constantemente se renueva hacia nuevos canales en las que se expresa y en nuestros tiempos las redes sociales tienen un papel enorme en esto, razón por la cual resultó imperativo incluir al mundillo tecnológico a la adaptación de un libro de hace 10 años, cuando esta era de dispositivos inteligentes estaba despegando. Precisamente la diferencia entre esta adaptación y el libro original es que un rumor sobre Hannah surgido a través de una foto que su primer novio o cita le tomó y fue viralizada en su colegio desencadenó la serie de acontecimientos que llevaron a la tragedia.

La defensa de su reputación preocupa a cualquier ser humano más o menos normal y lo mismo es una cuestión mucho más sensible en la adolescencia, cuando apenas se va formando el carácter y la personalidad. Al pasar los años y siendo aún joven, en tus 20 o 30 años, dichos problemas tan preocupantes en tiempos colegiales pueden ser risibles, pero relatos como el de “13 Reasons Why” pueden remitir al espectador a esa sensación de falta de confianza sobre sí mismo de años superados. Hoy por hoy, con la facilidad y velocidad de las redes sociales, una reputación puede ser maniatada en horas con consecuencias devastadoras para un espíritu juvenil en formación. El proceso de anulación de la voluntad de Hannah interviene directamente publicaciones difundidas vía redes sociales y al final del desdichado camino, una de las sensaciones aparte de la vulnerabilidad de su ser y cuerpo está el dolorosísimo sentimiento de vacío que implica irse quedando sin amigos o aliados en momentos tan trascendentes para el ser humano, todo por culpa de los dichosos rumores.

Ciertamente en la adolescencia hay una serie de procesos y cambios físicos y emocionales que vuelven vulnerable a una persona, pero sin duda es bastante más complejo y especial en caso de las chicas y para un hombre como el que escribe, puede llegar a ser incomprensible. Por ello el mensaje de “13 Reasons Why” apunta a hacer conciencia en los chicos sobre temas que pueden ser ligeros para ellos (para nosotros) pero mucho más delicados para una mujer. En el caso de Hannah, ella a través de las cintas va explicando cómo se va sintiendo progresivamente degradada como persona: buscada por el rumor que creció como bola de nieve de ser una chica “fácil”, de ser conocida por un atributo físico, difundido por la famosa lista, jueguito que en cualquier aula de clase hemos hecho y al ver la serie podemos sentir algo de culpa. Claro, detalles que parecerían mínimos pero que vale la pena tratar, porque obviamente casos de agresión a la intimidad que retrata la serie tienen que ser decididamente enfrentados con firmeza por parte de padres y autoridades. Educar a los chicos para que deploren y eviten dichos nefastos actos y a las chicas a defenderse.

Ahora, si se trasciende más allá del mensaje, “13 Reasons Why” es muy bien lograda. Se repite para empezar el gancho de lo “estéticamente retro” tan paradójicamente de moda que por ejemplo fue un ingrediente de éxito de “Stranger Things”. La historia gira alrededor de los hoy por hoy arcaicos “cassettes” que fueron tan indispensables para la difusión de cultura juvenil de finales de Siglo XX y en los cuales se grabó el atormentado testimonio de Hannah Baker. La edición y las tomas son impecables para introducir al espectador a la historia que Hannah relata a través del recuerdo de Clay Jenssen, que es a quien le tocó el turno de escuchar las cintas. Aquellos barridos de la cámara que conducen al pasado son sensacionales y hacen a la producción brillante. Destacar también la actuación de jóvenes artistas que se meten en sus papeles de chicos populares y chicos “raros” con mucha solvencia. La misma evolución del personaje de Hannah Baker de una chica vivaz y con mucha personalidad a un ser emocionalmente destruido es magníficamente conducido por la joven actriz Katherine Langford.

“13 Reasons Why” intriga, entretiene, conmueve y educa. Sería muy recomendable verlo en familia con los adolescentes de las mismas, tanto para dar espacios a las reflexiones como por el hecho que hay capítulos con escenas especialmente fuertes. Pero aquella crudeza es válida para narrar esta triste historia como lo que es.

Edison Guapaz Zambrano
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Les Bleus: Fútbol, Historia y Política

La selección francesa en los últimos 20 años pasó por tremendos contrastes en rendimiento y emociones, lo que influyó no sólo en la pasión del aficionado y no tan aficionado galo al fútbol, sino que pudo poner en un plano más notorio a discusiones políticas y sociales que permanecían relegadas aunque insertadas tal vez en campos más profundos del inconsciente.

Tras unos gloriosos años ochenta, la selección francesa enfrentó serios reveses a su tradición al no haber podido participar en los mundiales de 1990 y 1994. Para enmendar esta situación, la generación que se preparaba para enfundarse la camiseta azul era bastante heterogénea. Los Thuram, Desailly, Karembeu, Zidane, Djorkaeff y demás, procedían de orígenes muy dispersos alrededor del mundo. Brevemente recordemos que Francia colonizó varios territorios por el planeta y de aquellos lugares recibió ciudadanos que se fueron insertando en el diario vivir francés o que en sus tierras algo de la cultura, aunque sea el idioma había quedado.

Esta Francia “multinacional” despertó esperanza e incertidumbre a la vez. Si bien, Francia desde siempre ha tenido figuras “extranjeras como Just Fontaine o Marius Tresor, lo que se gestó en los 90 no se podía concebir tan fácilmente en un mundo menos comunicado del Siglo XX. El emblema de esta selección era un joven de padres argelinos pero muy marsellés todo él: Zinedine Zidane, al que lejos de reconocerle un torneo exitoso, se le cargó con la culpa de la eliminación en semifinales de la Eurocopa 1996 ante la República Checa.

Justamente Zidane se convertiría de villano a héroe al anotar en la final de la Copa del Mundo de 1998 ante Brasil en la que se proclamaron campeones siendo anfitriones. La generación “black – blanc – beur” (negro – blanco – árabe) unió a Francia dentro de ese orgullo nacional tan vano y tan genuino a la vez que solo el fútbol puede dar. Una nueva generación que confluyó en tierra gala bajo sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad fue el avance de la Europa futura y que tal vez en estos momentos y por otros factores es discutida.

La selección francesa de estos últimos años ha tenido momentos gloriosos como: El título mundial de 1998, la Eurocopa de 2000, ser finalista mundial en 2006 y europeo 2016. Así también pasó por momentos desastrosos como la eliminación en primera ronda y sin victorias de los mundiales 2002 y 2010. En la apoteosis aquella generación fue alabada y vitoreada, en los momentos bajos les recordaron su origen, tratados como “gentuza” y la tensión étnica se puso de manifiesto. Resaltaban objeciones absurdas como si los seleccionados cantaban o no la marsellesa.

¿Qué vemos actualmente no sólo en la selección francesa sino en varias selecciones europeas? Algo así como lo que vimos en la Francia noventera: un crisol de razas y no precisamente por un pasado colonizador. Selecciones como Alemania, Bélgica o Suiza no podrían disponer del plantel que tienen por ello y más bien los ideales de bienestar de aquellas naciones atrajeron una migración que hoy es componente fuerte de sus sociedades con hijos plenamente ciudadanos de aquellas naciones europeas que como cualquier otro pueden enfundarse una camiseta de fútbol por ser los mejores de una tierra que los vio nacer. Sin embargo, no todo es tan ideal.

Detrás de ese colorido de la selección francesa también está una historia de marginación. En el documental “Les Bleus” se habla del origen de sus jugadores. En los 90, jugadores como Lilian Thuram o Marcel Desailly provinieron de “ultramar”, mas la actual generación es plenamente nacida en Francia pero con padres o tal vez abuelos africanos, árabes, antillanos o de Oceanía. Aquella generación se crió en suburbios, guetos que no estaban completamente integrados a la sociedad francesa, lo que ha generado sentimientos de exclusión que pueden desembocar incluso en temas tan tristes y peligrosos como el terrorismo. Bueno, pues de esos mismos guetos ha surgido también el orgullo nacional.

Las derrotas de estas generaciones fueron caldo de cultivo para las expresiones segregacionistas de la ultra derecha, que también alentados por el miedo al terrorismo han reivindicado un nacionalismo primigenio que les permitió cierto avance en la búsqueda del poder, el cual ha sido todavía contenido. La multi culturalidad genera este tipo de problemas y en el caso de Francia, incluso llegó a forzar a una escueta pero decisiva pronunciación política del mismísimo Zidane, conocido por mantenerse aparte de estas situaciones. “Les Bleus” trata mucho de estas tensiones entre la Francia primigenia y blanca con la nueva Francia africana y árabe que está inserta pero no del todo en la sociedad europea contemporánea. La fluctuación entre convivencia y tensión al vaivén de los resultados de una selección de fútbol. Además, la velocidad de las comunicaciones permitió a la opinión pública estar cada vez más al tanto de situaciones de la vida personal de jugadores como Nasri, Ribery o Benzema que los pusieron en ojo de la crítica más que por sus actuaciones en el campo de juego.

La exaltación o menosprecio de un grupo social y étnico por culpa del deporte puede estar inserta en cualquier nación. Un ecuatoriano que vea “Les Bleus” no se va a sentir ajeno a ello, pues ha vivido en carne propia como el país pasa de “negros lindos” cuando la selección gana a “negros brutos o vagos” cuando pierde. Así mismo, aquellos muchachos que representan en un deporte a una nación, tienen un origen muy humilde, lejos de los centros culturales y de poder de nuestra nación y aunque sus costumbres no varían tanto como puede pasar en Francia, parecieran ser de mundos ajenos, pero bien que con su talento pueden aportar a 90 minutos de felicidad. Vale la pena ver “Les Bleus” para el futbolero, pero también para el que ve algo más allá de los goles y gambetas.

Actualmente la selección francesa se perfila como candidata al próximo mundial de Rusia con valores de todos los orígenes como: Samuel Umtiti, N’golo Kanté, Kevin Gameiro, Antoine Griezmann, Olivier Giroud, Layvin Kurzawa o Kylian Mbappé.

“Les Bleus, Un Autre Histoire De France” está disponible en Netflix.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
stranger things

El Fenómeno Stranger Things

Stranger Things fue tal vez uno de los más importantes fenómenos en cuanto a producción mediática, no sería tan preciso decirlo de “T.V.”, pues fue transmitida por la plataforma “Netflix” a la que se puede acceder a través de Internet. Se pueden atribuir varios factores a su éxito e intentaremos descubrirlos.

Uno de los principales elementos en esta serie es el contexto retro en el que se desenvuelve, pues la trama está toda dentro de los años 80, lo que paradójicamente va muy de la mano con las tendencias actuales en las que la fascinación por los elementos de la cultura popular del siglo XX está a la orden del día. La nostalgia de ver teléfonos de disco, cintas de audio, antiguos modelos de autos, bicicletas o vestimentas pudo haber hecho suspirar a más de uno. Aquel ambiente en el que la tecnología tenía su presencia más no el protagonismo del presente pudo también darle mayor hilo a una trama que con los dispositivos actuales pudieron haberse resuelto más rápidamente. La música ochentera (The Clash, Foreigner, Modern English, The Bangles) también contribuye a dicho ambiente nostálgico. En sí, en Stranger Things se encuentra una especie de tributo a serie como “Twilight Zone” o películas como E.T.

Stranger Things ofreció una mezcla de intriga y misterio muy especial en la que las conspiraciones y lo paranormal se mezclan para mantener la atención del espectador ya que ambas son motivo de fascinación. Hablar de secretos del gobierno norteamericano y planes de acceso restringido es la motivación de varias producciones en el país del norte, a veces bien documentadas y en otras con rienda suelta a la fantasía en la que más se desenvuelve el segundo punto, pues los fenómenos paranormales suelen ser muy exitosos en las producciones mediáticas de cualquier latitud. Ambas características se juntan para crear el villlano de la serie, el monstruo responsable de las desapariciones en aquel pueblo pequeño del estado de Indiana. Así mismo las conspiraciones y lo paranormal se juntan para crear a la enigmática Eleven, aquella niña con poderes telekinéticos que con pocos diálogos y mucha actitud conquistó los corazones de los espectadores.

La serie también trató temas que tímidamente se abordaban desde los 80 y fueron tomando mayor fuerza con los años. Uno es las familias disfuncionales, protagonistas a partir de los 90 en las series de televisión y producciones afines. En Stranger Things podríamos decir que la “familia protagonista”, la del niño Will Byers, por cuya desaparición se desarrolla la serie, tenía a una madre divorciada como cabeza de familia, aunque también se ve familias típicas como los Wheeler. También se trata el tema del “bullying”, pues lo sufren los chicos que protagonizan la serie, quienes tienen características estereotipadas de “chicos raros”, quienes normalmente son vulnerables a este tipo de prácticas de las que juntos salen relativamente bien librados hasta que quedan en defensa de Eleven, quien con sus poderes se vuelve la heroína y pone en su lugar a los bullies. Problemas varios por los que pasan los niños y adolescentes y su complicado mundo de relaciones sociales fueron también una buena salida dentro del universo de misterio y conspiración.

Destacar que en Stranger Things fueron los niños quienes protagonizaron brillantemente la serie llevándose Millie Bobby Brown la mayor cantidad de aplausos en su papel como Eleven. También fue importante contar con una actriz reconocida como Wynona Rider, en su papel de la atormentada madre del desaparecido Will Byers. La serie pareciera cerrada, pero su éxito dio paso a una segunda temporada de la que se espera con ansiedad su estreno a mediados de este año.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol