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Equipos Memorables: Chicago Bulls 90s

La última década del Siglo XX nos traía en cuanto a tecnología de la información un adelanto a la locura de nuestros días y con dicha facilidad, la posibilidad de globalizar cualquier producto o espectáculo y uno de esos fue la liga profesional de baloncesto estadounidense, más bien dicho, la NBA (National Basketball Asociation), la cual se pudo apoyar en sobretodo un equipo espectacular del cual, todo niño noventero fue “hincha”: Los Bulls de Chicago.

El 12 de junio de 1991 se marcaba el fin de una era y el inicio de otra. En el antiguo Forum de Inglewood y tras una sensacional racha de puntos de John Paxson, los Bulls derrotaban 108 – 101 a los Lakers de Los Ángeles. El cuadro de Chicago ganó la final de la temporada por 4 juegos a 1, marcando el ocaso del equipo angelino que no vería una final en mucho tiempo y empezando una notable hegemonía en la década de los 90.

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En 1991 y por primera vez en la historia de la franquicia, los Bulls finalizaron en primer lugar en la Conferencia del Este, con un notable 61 victorias y 21 derrotas que solo fue superado en dicha temporada por los Blazers de Portland (63 – 19). Pero el paso del equipo de Chicago en los Playoffs sería señorial: 3-0 sobre los Knicks, 4-1 sobre los Sixers y 4-0 sobre los Pistons de Isaiah Thomas, cobrando una dulce venganza del año pasado, cuando los muchachos de Detroit los dejaron sin final nacional tras una dramática serie.

Los Chicago Bulls tenían un cuadrazo, liderado por dicho por muchos, el mejor basquetbolista de la historia: Michael Jordan, quien tenía a su vez un extraordinario escudero como Scottie Pippen, un espectacular triplista que era John Paxson y los tremendos jugadores: Horace Grant, B. J. Armstrong, Bill Cartwright, Cliff Levingston, entre otros que escalofriantemente se coronaron campeones de la temporada 1990 – 1991 perdiendo apenas 2 partidos en los playoffs. Este gran grupo era dirigido a la vez, por un maestro multi ganador de títulos y toda una leyenda de la estrategia basquetera: Phil Jackson.

En la final de 1991 habían iniciado la gran final con tropezón en el Chicago Stadium, cayendo por un apretado 93 – 91 frente a los Lakers de Magic Johnson, Worthy y Sam Perkins, pero fue el único triunfo que se le permitió al equipo de Los Ángeles, todo lo demás fue victoria de los Bulls que casi siempre contaron como su mayor encestador a Michael Jordan, a su vez, “su majestad del aire” se proclamó como el mejor jugador de dicha serie final, iniciando su indiscutible reinado de los años 90.

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Para 1992 y tras la caída de los Lakers, los Trailblazers de Portland comandados por Clyde Drexler se erigían como los nuevos rivales del superlativo cuadro de Chicago. Los Bulls en dicha temporada regular alcanzaron un escalofriante 67 – 15 para ser el mejor equipo y ganador una vez más de la conferencia del Este. En los playoffs batieron fácilmente 3-0 a Miami, pero en semifinales tendrían una durísima serie con los Knicks de Patrick Ewing, serie que se convertiría en un clásico dichos años, al final 4-3 para Chicago y en la final de conferencia, 4-2 frente a los Cavaliers de Mark Price.

La gran final, como se preveía, fue contra los Blazers y en un momento llegó a estar bastante complicada e igualada 2-2, sin embargo en el quinto juego de la serie se marcó la diferencia con una monstruosa actuación de Jordan que anotó 46 puntos. En el juego final, tuvieron un último cuarto de película con 33 puntos y finalmente se impusieron 97 – 93, para conseguir su segundo anillo consecutivo. De nuevo con Jordan como el más valioso de la serie, con Pippen como líder de asistencias y Grant generalmente el mejor reboteador.

Chicago Bulls Michael Jordan and Phoenix Suns Charles Barkley during the 1993 NBA Finals in Chicago. Photo by Rob Schumacher/The Arizona Republic

Chicago Bulls Michael Jordan and Phoenix Suns Charles Barkley during the 1993 NBA Finals in Chicago. Photo by Rob Schumacher/The Arizona Republic

Para la temporada 1992 – 1993, sus rivales habían crecido notoriamente. Es así como los Knicks de Nueva York le arrebataron a los Bulls el primer lugar de la Conferencia del Este y los llevaría a enfrentarse en la final de Conferencia, pero antes, a Chicago le tocó enfrentarse a los Hawks de Atlanta y a los Cleveland Cavaliers, blanqueándolos 3-0 y 4-0 respectivamente y así llegar al enfrentamiento con New York. Los 2 primeros juegos celebrados en al Madison Square Garden fueron favorables a los Knicks y los perfilaba a acabar con el reinado de Jordan y compañía, pero los Bulls lograron recuperarse y ganar todos sus juegos de local, además de una más en la famosa cancha de los Knicks, quedando una vez más como campeones de la Conferencia del Este por 4 juegos a 2.

Sin embargo, los grandes rivales de dicha temporada eran los Suns de Phoenix, liderados por su reciente incorporación, el carismático Charles Barkley. Los Suns tuvieron la mejor marca de la temporada con 62 – 20, pero habían tenido duras batallas contra Houston y Seattle para acceder a unas finales en las que Chicago tal vez estaba más fresco y de hecho, los Bulls ganaron los 2 primeros juegos de las finales como visitante, iniciando con autoridad la serie, Phoenix reaccionó y ganó en Chicago, pero en el cuarto partido, un nuevo juego inolvidable para Jordan con 55 puntos, le dejaron a los Bulls al borde del tricampeonato que se daría en el sexto juego en Arizona de forma dramática, pues los Suns estuvieron al frente en casi todo el juego, pero en los últimos segundo, un triple de Paxson hizo que el juego terminara 99 – 98. Los Bulls eran los reyes de la década.

Sin embargo, un significativo quiebre se da a esta historia cuando en octubre de 1993, Jordan anunció su retiro del básquet profesional, aduciendo haber perdido interés en el juego. Se sabía que esta desilusión estaba fuertemente influenciada en la tragedia que significó el asesinato de su padre en el verano de dicho año y debido a su cercanía, aquel fue un golpe devastador.

Las temporadas 1994 y 1995 tuvieron tristes finales con eliminaciones en semifinales de conferencia a manos de los Knicks y el Orlando Magic de Shaquille O’Neal. Para mediados de la temporada 1995, Jordan anunció su celebrado retorno, pero aún no con la forma de antes y usando la camiseta 45 en lugar de su célebre 23. La ayuda de Jordan no fue suficiente y aquellos años fueron gobernados por el “Rey Africano” Hakeem Olajuwon y sus Houston Rockets.

CHICAGO - JUNE 7:  Michael Jordan #23 of the Chicago Bulls exchanges words with Gary Payton #20 of the Seattle SuperSonics during Game Two of the 1996 NBA Finals at the United Center on June 7, 1996 in Chicago, Illinois. The Bulls won 92-88.  NOTE TO USER: User expressly acknowledges that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 1996 NBAE (Photo by Andrew Bernstein/NBAE via Getty Images)

CHICAGO – JUNE 7: Michael Jordan #23 of the Chicago Bulls exchanges words with Gary Payton #20 of the Seattle SuperSonics during Game Two of the 1996 NBA Finals at the United Center on June 7, 1996 in Chicago, Illinois. The Bulls won 92-88. NOTE TO USER: User expressly acknowledges that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 1996 NBAE (Photo by Andrew Bernstein/NBAE via Getty Images)

El retorno del “23” en serio fue avasallante en la temporada 1996. Chicago Bulls de nuevo con Jordan, Pippen, Phil Jackson desde el banquillo y un nuevo cuadro de jugadores entre los que destacó el excéntrico Dennis Rodman, magnífico reboteador y el croata Toni Kukoc, especialista en tiros de 3 puntos. A partir de 1994 habían movido su sede a una nueva Arena: el United Center, que sería más inexpugnable que nunca y en aquella temporada regular alcanzaron una escandalosa marca de 72 victorias y 10 derrotas. Récord en la historia de la NBA.

Antes de instalarse en las finales de dicho año, Chicago barrió 3-0 con Miami para después cobrar venganza con los Knicks y derrotarlos 4-1 y aplastar al Orlando Magic 4-0. En la gran final, enfrentaron a los Seattle Supersonics de Shawn Kemp y Gary Payton. La serie parecía definirse fácilmente ya que Jordan y los muchachos ganaban 3-0, luego de la reacción de los Sonics, llegaron a estar 3-2, pero el sexto juego en el United Center fue para los Bulls que consiguieron el cuarto título de la década y de la historia de la franquicia.

CHICAGO - JUNE 7:  Michael Jordan #23 of the Chicago Bulls matches up against Karl Malone #32 of the Utah Jazz in Game Three of the 1998 NBA Finals at the United Center on June 5, 1998 in Chicago, Illinois.  The Bulls won 96-54.  NOTE TO USER: User expressly acknowledges that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 1998 NBAE (Photo by Andrew D. Bernstein/NBAE via Getty Images)

CHICAGO – JUNE 7: Michael Jordan #23 of the Chicago Bulls matches up against Karl Malone #32 of the Utah Jazz in Game Three of the 1998 NBA Finals at the United Center on June 5, 1998 in Chicago, Illinois. The Bulls won 96-54. NOTE TO USER: User expressly acknowledges that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 1998 NBAE (Photo by Andrew D. Bernstein/NBAE via Getty Images)

En los años 1997 y 1998 surgiría el último gran rival de Chicago: el Utah Jazz de Karl Malone y John Stockton. En 1997, de nuevo los Bulls fueron los mejores de la temporada regular con 69 – 13, el segundo mejor registro de temporada regular de todos los tiempos teniendo al mejor anotador de la temporada regular que fue Jordan y el mejor reboteador: Dennis Rodman. Despachó en playoffs con facilidad a Washington (3-0), Atlanta (4-1) y Miami (4-1).

El primer juego de la final 1997 frente a Utah fue bastante complicado y lo estuvo perdiendo casi todo el tiempo, pero en los segundos finales una jugada magistral terminó en las manos de Jordan que no perdonó y encestó para un dramático 84 – 82 en el United Center. Cada equipo se hizo fuerte en su casa, y en el quinto partido, disputado en el Delta Center de Salt Lake City, Jordan, a pesar de haber estado enfermo la noche anterior, con 38 puntos lideró las anotaciones con las que los Bulls superaron por un estrecho 90 – 88 a su rival, para dejar la coronación para la casa y en el sexto juego (90 – 86) alzaron su quinto título.

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En 1998, tanto Chicago como Utah terminaron la temporada regular con 62 – 20, pero la ventaja de jugar más partidos en casa era para los de Malone. Mientras en finales de conferencia, los Jazz barrieron 4-0 a los Lakers, Chicago tuvo que sufrir mucho para derrotar 4-3 a los Indiana Pacers de Reggie Miller. En el primer juego, Utah tomó la ventaja y en el 2 Chicago ganó como visitante. Parecía que los 3 siguientes juegos en el United Center serían favorables para los de Jordan, pero en el quinto juego, con 39 puntos de Malone, Utah venció y de nuevo, trasladaba la tensión a su cancha. El sexto juego tuvo a Utah al frente durante casi todo el tiempo, para un nuevo sensacional último cuarto de los Bulls y en los segundos finales un robo de Jordan a Malone terminó en 3 puntos de “su majestad del aire” y con marcador final de 87 – 86, los Bulls se coronaron campeones por sexta vez.

En 1999 el equipo se desmembró. Phil Jackson y Dennis Rodman partieron hacia Los Ángeles, mientras que Scottie Pippen se fue a jugar a Houston, Jordan anunció su retiro en enero de 1999 y los Bulls jamás volvieron ni por lejos a ser los de antes. Quedó para la afición de Chicago, una década legendaria y el amor por irrepetibles gestas y jugadores que juntos parecían imbatibles y capaces de superar los momentos más complicados. En cuanto al marketing, fue la difusión del básquet norteamericano hasta los últimos confines de la tierra.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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El cielo rocker tiene un nuevo vecino

Tarde en la noche del 3 de diciembre, al menos de este lado del charco, nos íbamos enterando de la lamentable noticia del fallecimiento de Scott Weiland, uno de los cantantes símbolo de lo que fue el sonido de los 90, aquello que se llamaba “rock alternativo” que de todas formas, en esos años terminó siendo el “mainstream”. Un talento inconfundible pero a la vez, un desenlace que se podía esperar para esta estrella.

Scott Richard Kline, su nombre original, nacido en California, saltó a la fama como vocalista de Stone Temple Pilots, quienes debutaron en la escena con el sensacional álbum “Core” de 1992. Weiland se caracterizó por una poderosa voz que imprimía su particular sello en temas como “Plush”, “Sex Type Thing” o “Crackerman”. Eran los tiempos del rock de los gruñidos que marcaban el dramático cambio en las preferencias de los jóvenes que hizo dar a la historia del género un dramático giro a inicios de los noventa. Aunque los STP supieron distinguirse y evolucionar en cuanto a su música para transitar una senda distinta de lo que se denominó “grunge”.

Weiland no solo era un magnífico cantante, sino un “frontman” incomparable. Como alguna vez dijo el periodista chileno, Alfredo Lewin, Scott era “el mejor bailarín del rock alternativo”. Con un ritmo sorprendentemente hipnótico, era un foco indudable de atención y un adicional a las presentaciones de las bandas que conformó. En el modesto video de “Big Bang Baby” del año 1996, su incesante baile opaca la escasa producción del mismo, tal vez la intención era esa.

 

Un “rock star” por excelencia y con una vida tumultuosa. Conocido por su abuso de drogas, aunque el mismo en una entrevista pocos meses antes de su muerte supo decir que no las consumía desde hace 13 años. Arrestos por posesión de drogas y por violencia doméstica hicieron de Weiland un cliente fijo de la justicia y el escándalo. Algo de sus problemas sin duda quedan expresados en el video de “Fall To Pieces”, la power ballad del primer disco de Velvet Revolver: Contraband

 

El trabajo de Scott ha sido principalmente reconocido con Stone Temple Pilots. Su banda primigenia con la que siempre tuvo idas y retornos, romances y conflictos. También la “super banda” Velvet Revolver, que lo juntó con estrellas como los ex Guns N’ Roses Slash, Duff McKagan y Matt Sorum, aunque dicho por el mismo, las razones fueron más comerciales que artísticas. Además hizo trabajos en solitario y se vinculó con actos como “The Magnificent Bastards”, “Art of Anarchy” y los “Wildabaouts” con los que se encontraba de gira hasta el momento de su deceso.

Escandaloso e imán de atención. Nos dejó un perfecto estereotipo del rock and roll, de esos a los que se les celebra cada metida de pata y se paga por ver sus shows en vivo. Quienes disfrutamos de la música de los noventa y de inicios de Siglo XXI nos quedamos con una colección de sensacionales temas para sentirlos, revivirlos, pasar buenos momentos y soportar los amargos.

 

Well I’m Half The Man I Used To Be …

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Si “Mis Adorables Entenados” diera hoy…

A propósito de la noticia vista en Diario El Extra (informa primero y mejor) en la cual, se vislumbra la posibilidad de un regreso de la entrañable comedia ecuatoriana de finales de los 80, “Mis Adorables Entenados”, pero a la pantalla grande, se me ocurrió refrescar la memoria y recordar algo de lo que hacía felices mis sábados por la noche, cuando era muy pequeño, obviamente no salía y la televisión por cable era privilegio de nobles y reyes.

“Mis Adorables Entenados”, es catalogada como una serie costumbrista. Habrá que explicar que “entenado” es el hijo de los integrantes de una pareja que no pudo tener hijos en otro compromiso. Es así como Lupita acoge a los vástagos de las andanzas del “bandido” de su marido, Ángel Vera, a quien nunca vimos su rostro. El escenario del a “cría de entenados” era y no se si siga siendo, bastante común en el Ecuador y sobretodo en la Costa.

Desde aquí, ya advertimos un estereotipo que hoy por hoy sería fuertemente criticado por las actuales leyes de la nación: el machismo. Mientras vemos a una Lupita resignada a su suerte, a las labores domésticas y a soportar las andanzas de su marido, éste muy orondo es una figura ausente que únicamente reporta algunos (pocos) billetes para mantener un humilde hogar de los tantos que había y sigue habiendo en Guayaquil. La figura machista y paternalista daría ya mucha papaya para que la SUPERCOM se divierta.

Los entenados de Lupita reflejan los varios rostros del ecuatoriano humilde. Está Pablo, el obrero, trabajador y desafortunado, cuyas desventuras mucho tienen que ver con su mal carácter. Rosendo es el que pone sus esperanzas en los estudios, chico de familia, de buenos modales y honesto. Stacey es el campesino ingenuo y trabajador, mientras que la estrella, Felipe, reflejaba ese arribismo de muchos ecuatorianos: es pobre, pero debe guardar las apariencias de mejor posición económica y social, aparte de no hacer nada más que mentir para lograr dicho bienestar. Las actuaciones de Oswaldo Segura, Pablo y Andrés Garzón, Richard Barker y Amparo Guillén son todas sensacionales. La cumbre de sus carreras.

Los chistes en torno a los “entenados” en nuestros tiempos modernos hubieran causado polémica si no es indignación y sobretodo, un relajo tremendo bajo las actuales leyes y reglamentos. Imaginen la cantidad de querellas que desatarían los golpes y demás “cariños” que se dan entre los hermanos o por el hecho que a Lupita siempre le veías en la cocina o en algún rol estereotipado de ama de casa. Hablando de estereotipos, las bromas con Stacey en su condición de afro descendiente fueran hoy un escándalo.

Debo ser sincero y la verdad, cada vez que Felipe hacía cualquier broma que hoy se podría calificar como discriminación y/o racismo, yo me divertía mucho, es más, caí a YouTube a ver aquellos capítulos que con más de 25 años se me hacían borrosos y la bienvenida al hogar por parte de Felipe hacia Stacey con bromas claramente alusivas a su fisonomía y color de piel me hizo desatornillarme de la risa. Supongo, soy una mala persona.

Ante la Ley de Comunicación, cada contenido: machista, violento, excluyente, racista y estereotipado, habría hecho simplemente imposible en nuestros días emitir esta recordada comedia. Acá las preguntas serían: ¿hace falta reproducir esa clase de comportamientos que la L.O.C. condena para la elaboración de un programa costumbrista? Hasta cierto punto, sí diría yo, puesto que justamente nuestra sociedad es machista, racista, excluyente, etc. y omitir ello sería prácticamente faltar a la verdad y hacer un contenido light. Cuando se abusa de estos elementos sí, se cae en la monotonía y ofensa como en programas costumbristas que tuvieron auge en estos últimos años.

Otro punto es que es cada vez más difícil encontrar buena producción nacional, no solo yo, sino que mucha gente en sus 30 años de edad hacia arriba, añoran “Mis Adorables Entenados”, como una comedia que era indispensable en los hogares ecuatorianos que con las limitaciones en recursos, lucía mucho mejor que la producción nacional actual. Tal vez ahora, la masificación de la televisión pagada, nos haya vuelto más exigentes.

Debido a la rigurosidad de nuestras leyes, la decisión de llevarla a la pantalla grande a esta comedia, sería más que acertada, ya que cae fuera de la jurisdicción de la temida inquisición reglamentaria. Ojalá en un futuro no muy lejano, vuelva a ponerse de moda términos como: “supilindo” o “guacharnaco”.

Edison Guapaz Zambrano
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El 10 ochentero / noventero sudamericano

En estos tiempos están muy de moda referirse a estas maravillosas décadas del ya lejano siglo XX. Se refleja en los estilos de la ropa, en que los bares de moda sean de temática retro, que abunden las bandas de covers, que haya canales de televisión (pagada) dedicados exclusivamente a transmitir programas de hace más de veinte años y la lista sigue. Entonces: ¿por qué no acordarse de los héroes deportivos de aquellos tiempos?

Si algo no se ha portado muy cíclico que digamos en la cultura popular, es el fútbol. El tema es básico, hoy el “10 clásico” está en peligro de extinción, con módulos tácticos como el 4-2-3-1 o el 4-3-3, se exige de muchísima movilidad y de por lo menos, otras características que atañen principalmente a las condiciones atléticas de quienes alinean en esas líneas intermedias. En Sudamérica, a finales del siglo pasado, tuvimos algunos simbólicos representantes del dorsal 10 para recordar. Empezando por:

Diego Maradona

Maradona

Por el más grande entre los grandes. Aunque la polémica por ese título se puede desatar como fábricas de pirotécnicos clandestina. Diego Maradona sigue siendo el referente y anhelo del futbolista sudamericano. El organizador visionario capaz de sacar de la galera pases increíbles como el dirigido a Burruchaga en la final de México ’86 o el que fue a Caniggia contra Brasil en Italia ’90 y en “chulla pie” (para quienes nos lean del extranjero, “chulla” es un concepto largo de explicar, pero en este caso, quiere decir que andaba rengo).

Maradona era el conductor de balón por excelencia, al que había que caerle a piedrazos para quitarle el balón, pero también, tenía esa característica que se repitió en otros “10” del continente: el ser el referente anímico de su selección, ser el alma, símbolo, ser aquel jugador al que te remites, apenas suena su país. Que Diego no se le vaya a la gente de la mente por más maravillas que haga Messi por ejemplo, va más allá de la calidad como futbolista (donde “la pulga” capaz y lo superó), sino por ese factor espiritual y de liderazgo. El incuestionable capitán que llevó a su país a la gloria.

Zico

zico

Arthur Antunes Coimbra es tal vez, el fundador de esta zaga. Llevaba la “número 10″ en un mediocampo extremadamente maravilloso como el de Brasil en el mundial 1982 y en donde ya había conductores superdotados técnicamente como Sócrates, Falcao o Toninho Cerezo. Zico fue la encarnación del “jogo bonito” el cual, prácticamente se extinguió pasado el Mundial 1986 para nunca más volver en la escuadra verde amarela, por más que volvió a ser campeona del mundo y no dejó de mostrar a grandes figuras del fútbol en otras posiciones y de forma más dispersa.

A Zico le quedó pendiente ganar títulos con su selección. En sentido estricto de justicia, al menos se consagró como el mejor del mundo a nivel de clubes con el fantástico Flamengo de 1981. Notable que a pesar de no haber sido campeón con la canarinha, su juego haya sido tan exquisito que sea venerado hasta la presente.

Enzo Francescoli

Nicolas Leoz(I),presidente de la Confederacion Sudamericana de Futbol observa al capitan de Uruguay Enzo Francescoli quien besa la Copa America el 23 de julio  de 1995 en el estadio Centenario de Montevideo. Uruguay se consagro campeon de la Copa America al vencer en definicion por penales 6-4 a Brasil.         AFP PHOTO/ALEJANDRO PAGNI

Nicolas Leoz(I),presidente de la Confederacion Sudamericana de Futbol observa al capitan de Uruguay Enzo Francescoli quien besa la Copa America el 23 de julio de 1995 en el estadio Centenario de Montevideo. Uruguay se consagro campeon de la Copa America al vencer en definicion por penales 6-4 a Brasil. AFP PHOTO/ALEJANDRO PAGNI

¿Qué tan buen futbolista habrás sido para que Zidane te idolatre y le ponga tu nombre a su hijo? Ese nomás es “el Enzo”. Un jugador sofisticado, con la precisión y elegancia necesarias para ser encumbrado en los altares de una de las hinchadas más jodidas exigentes del mundo como es la de River Plate. Fue el líder de unos momentos algo críticos para la selección uruguaya, que hacia finales del Siglo XX perdió el brillo que en algún momento le llevó a ser potencia futbolística mundial, sin embargo, encabezó esa última generación notable junto a los Sosa, Paz, De León, Ostolaza, Alzamendi, Aguilera, etc. que dieron a la celeste por lo menos títulos a nivel continental en 1987 y 1995.

Carlos Valderrama

Valderrama

“Mi juego está aquí”, mientras se señalaba a la sienes el actor que encarnó al “Pibe” en la teleserie colombiana “La Selección”. A Valderrama jamás se lo vio meter más allá de tercera velocidad mientras jugaba, pero sus pases eran demoledores y como ecuatorianos, los sufrimos múltiples ocasiones. Claro, estuvo siempre acompañado por extraordinarios atacantes capaces de estar a la altura física y técnicamente de la velocidad mental del Pibe: Asprilla, “Tren” Valencia, Aristizábal, “Pipa” De Ávila, Rincón, Iguarán en los ochenta, fueron parte de una notable generación colombiana que se paseó por el continente, a la que sólo se compara con la extraordinaria camada actual de la selección cafetera, que superó a la del Siglo XX en cuanto a resultados.

Icónico incluso con su “look”. Sin embargo, se puso advertir de la decadencia de su estilo de juego cuando en Estados Unidos ’94, los veloces rumanos y los voluntariosos gringos anularon a Valderrama y a una selección Colombia que quedó sorprendida y desactivada. Se venían cambios en la dinámica del fútbol.

Marco Antonio Etcheverry

Etcheverry

Se podría decir que el mejor futbolista boliviano de la historia. Encabezó a una maravillosa generación altiplánica con: Melgar, Sánchez, Borja, Sandy, y demás enormes jugadores que lograron la clasificación al mundial del 94. El “diablo”, como los anteriores “10” tenía un magnífico don para la conducción del balón y además, una temible pegada de media distancia, la cual se pudo sufrir o admirar acá en Ecuador cuando vistió la camiseta de Barcelona SC. Leyenda también en la MLS, tras su retiro y el de sus contemporáneos, la selección de Bolivia ha decaído notablemente y hoy por hoy es poco opcionada para una clasificación al mundial.

Álex Aguinaga

Aguinaga

A pesar de haber jugado de “8” en sus inicios en el Deportivo Quito y ser más un “7” en su época dorada del Necaxa mexicano, “El Alex” tuvo la responsabilidad de enfundarse la “10” de la tricolor ecuatoriana en los noventa especialmente, al ser ese jugador diferente y de exquisito dominio de balón, además de mucho gol. Jugador esencial y distintivo del Ecuador a finales del siglo pasado, muchas veces tuvo a sus espaldas demasiada responsabilidad y se era poco grato con esta gran figura cuando en aquellos tiempos, la costumbre de la tricolor era el fracaso.

Edison Guapaz Zambrano
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Morning Glory: la cúspide del Britpop

Este 2 de octubre se han cumplido 20 años de la publicación de “(What’s The Story) Morning Glory?”, álbum de la banda británica “Oasis” que es considerado como uno de los esenciales de la década de los noventa en cuanto a Rock y Pop se refiere. Morning Glory supuso una catapulta al súper estrellato mundial de los hermanos Gallagher y compañía.

Con 22 millones de copias vendidas y contando, “Morning Glory” es uno de los discos más exitosos en cuanto a ventas de finales de siglo XX. Por lejos, el mejor vendido dentro de la tendencia conocida como “britpop” que tuvo su auge a mediados de los noventa y cuando terminó dicha década, el disco fue coronado como el indiscutible número 1 en el Reino Unido si de nuevo, hablamos del éxito comercial, superando a Simply Red y a las pegajosas Spice Girls. La foto de la tapa del álbum fue tomada al amanecer en la concurrida Berwick Street del barrio Soho, donde en la época existía un frenético comercio de discos.

“Morning Glory” tuvo momentos disímiles en su acelerada producción en el verano de 1995. Si bien en el estudio hubo armonía y buen ambiente para las sesiones creativas, el rato de definir los roles (quien cantaba cada tema), surgieron las tradicionales asperezas fruto de las explosivas personalidades de los hermanos Gallagher. Al final, Liam se quedó con las voces de “Wonderwall” y “Champagne Supernova”, mientras que Noel con “Don’t Look Back In Anger”.

En el año de 1995 estaba totalmente desatada la guerra del “britpop” con los londinenses “Blur”, que habían tenido un suceso enorme con el disco “Parklife”, como era de esperarse, dicha disputa era azuzada en buena parte por la prensa. Comercialmente, la guerra se declaró en agosto de 1995, cuando Oasis decide lanzar el single “Roll With It” el mismo día que Blur publicaba “Country House”. Esa batalla la ganaron sus en ese entonces archi enemigos, pero la batalla se la terminarían llevando los de Manchester ya que “(What’s The Story) Morning Glory?” duplicó en ventas a “The Great Escape” de Blur. Contundente victoria que sumada a su notable aceptación en Estados Unidos, erigía a Oasis como los reyes del género.

“Morning Glory”, contradiciendo un poco a su predecesor, “Definitely Maybe”, desacelera un poco, es más introspectivo y menos arrogante. Bastante antes de la puesta a la venta del álbum, se dio a conocer el sencillo “Some Might Say”, nostálgico tema que se debate entre optimismo y pesimismo que fusiona la dulce melodía británica con un elemento rítmico blues. Ideal para tratar de darse ánimos, aunque sea por el coro que dice que algún rato encontraremos un día más brillante.

Habíamos hablado de “Roll With It”, un tema que tiene muchísimo “ADN Beatle”, especialmente en el coro, tal vez no sea la más novedosa, pero el siguiente sencillo “Morning Glory”, es más interesante con ese punzante intro de guitarra que da un ambiente más crudo y callejero al tema más frenético del éste, su homónimo álbum.

Obviamente hay que detenerse en “Wonderwall”, que ya sería el cuarto sencillo de la placa y que reventaría en popularidad en ambos lados del charco para 1996. Un tema muy sencillo con predominio de la guitarra acústica, una omnipresente además de solemne sección de vientos. Hay que señalar que Liam Gallagher se luce totalmente cantándola, recuerdo en mis años pubertos haberme conmovido mucho con el tema y hasta ahora me estremece, pese a ser el más trillado no sólo de este disco, sino de la banda misma.

Noel, quien siempre ha sido el cerebro creativo de Oasis, compuso este tema para su en ese entonces pareja, tratándola como su sostén y muro. Ese “you’re gonna be the one that saves me” repetido mántricamente hacia el final de la canción adquiere un notable significado para cualquiera que aunque sea alguna vez se ha sentido rescatado por un gran amor.

“Don’t Look Back In Anger”, tiene el guiño “John Lennon” o ¿de donde más don Noel se pudo sacar la frase “start a revolution frome my bed”? Y ni hablar de la introducción de piano del tema. Esta canción tiene un personaje ficticio como “Sally”, pero si existe o no es lo de menos. Oasis de nuevo juega con emociones nostalgia – esperanza, lo que hace tan reconfortante escuchar a este sencillo publicado en febrero de 1996. Todo el “Morning Glory“ tiene esa propiedad depuradora de alma.

El psicodélico cierre del álbum es “Champagne Supernova”. Con un ritmo más taciturno y una indescifrable letra, puede de todas formas ser un perfecto consuelo para los tiempos difíciles, porque ese inicio melancólico termina en una explosión sónica que le da bastante épica y euforia al tema. Volviendo a lo de las letras, siempre llamará la atención ese Where were you while we were getting high?”

Fuera de los sencillos, tenemos temas muy conmovedores como “Cast No Shadow”, que Noel Gallagher dedicó a Richard Ashcroft, vocalista de “The Verve”, quien no atravesaba buenos momentos personales. Mientras que “Hey Now!” tiene una guitarra mucho más poderosa que no deja de tener esa clásica melodía pop británica, bastante lúdica, casi infantil.

A 20 años de la publicación de “(What’s The Story) Morning Glory?” no nos queda de otra que escuchar de nuevo todo el álbum y empaparnos de historia. Sin duda, un definitivo sonido noventero que evoca tiempos más inocentes y simples, escuchando la inspiración que genera la dureza de la calle de Manchester. El álbum producido por Owen Morris deja una huella imborrable en muchos de los actuales treintones.

(What’s The Story) Morning Glory? – Oasis – Sony – 1995

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1. “Hello”
2. “Roll with It”
3. “Wonderwall”
4. “Don’t Look Back in Anger”
5. “Hey Now!”
6. Untitled (“The Swamp Song — Excerpt 1″)
7. “Some Might Say”
8. “Cast No Shadow”
9. “She’s Electric”
10. “Morning Glory”
11. Untitled (also known as “The Swamp Song — Excerpt 2″)
12. “”Champagne Supernova”
Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol