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De esa Nostalgia que es Doble Nostalgia

Uno de los estrenos importantes de Netflix para inicios de año fue “That ‘90s Show”. A partir de enero se pudo ver una entrega de 10 capítulos fáciles de ver gracias a una trama dinámica, sin mayor concentración filosófica y evocando a lo que comentamos en el título: la nostalgia.

Es precisamente la nostalgia la temática principal, eje transversal de la serie y de hecho, es algo con lo que juega mucho esta plataforma, pero en esta ocasión hay una especie de nostalgia reverberada que provoca un enganchamiento inevitable en el rango etario de 30 y 40 años. Primero, por tratarse de una especie de Spin-Off de “That ‘70s Show”, programa muy popular hacia finales de la década de los 90 e inicios de Siglo XXI y del cual ciertamente su público cauto estaba muy ansioso de saber algo más, ver que pasó con la vida obviamente ficticia de sus queridos personajes, similar en cierto punto a lo que vimos con Fuller House. Con la diferencia de que las apariciones de “la pandilla” son esporádicas y más bien son los mayores, convertidos en adorables abuelitos, los que toman protagonismo.

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El segundo elemento es el escenario de la década de los 90, época en la que se crió la mayoría de la fanaticada de “That ‘70s…” y de hecho, época de verdadera infancia y adolescencia de sus protagonistas, los cuales tienen que actuar de adultos de una época en la que en verdad eran unos niños. Se van tejiendo conjeturas interesantes mientras aparecen los elementos característicos del final del siglo pasado como la tecnología: gigantes teléfonos inalámbricos, el módem chillón de una computadora “personal” de enormes monitores, los discos compactos y el legendario discman. Música de la época: Alanis para la chicas rebeldes, más todo el hip – hop y acid house para las fiestas. La ropa que en el caso de las chicas está volviendo de moda en los tiempos actuales, breves referencias políticas con Clinton y un ambiente de hecho, tecnológicamente menos dependiente comparado a nuestros días para los chicos. Las clásicas transiciones de escena pasaron a ser menos “groovy” y más “acid”.

Adentrándose en la Serie, en “That ‘90s” el espectador buscará equivalencias entre la vieja y nueva pandilla. Existe una muy clara entre los Kelso. Jay ocupa el lugar de galán rompecorazones de su papá Michael y su aspecto también vendría a ser herencia de su madre, en ese caso, Jackie. Podríamos decir que Ozzie en su calidad de “migrante” y chico de acentos y hábitos extraños es el equivalente de Fez, pero hay un elemento muy diferenciador. De todas formas, los protagonistas no son ellos, sino Leia Forman, hija de Eric y Donna, e interpretada por Callie Haverda, quien podríamos decir que hereda lo “nerd” del padre, nombre incluido, y apenas algo de la fuerte personalidad de su madre. Una síntesis un tanto incompleta de ambos.

Sin embargo, el resto de personajes tienen una identidad propia. Tenemos a los medio hermanos Gwen y Nate. Ella, una chica rebelde y en onda con corrientes feministas y progresistas, él, básicamente un romántico que fundamenta mucho su personaje en su amistad con Jay y su relación con Nikki, una chica inteligente y con grandes planes a futuro. En general vemos chicas con personalidades imponentes y chicos un tanto desprolijos. Acá es cuando quizás vemos un modelo clásico de la plataforma que generalmente refuerza los roles femeninos y también puede hacer algo extraño a la audiencia que buscaba nostalgia pues no precisamente el feminismo y los colectivos gay tenían roles tan visibles a finales de Siglo XX. Tal vez esa sólo sea una percepción desde la tierra tercermundista de quien escribe.

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También el reparto tiene un sello de actualidad que es su diversidad étnica. En “That ‘70s…” la misma estaba a cargo de Fez, mas en su secuela vemos a chicos asiáticos y afro descendientes, algo que tampoco era lo suficientemente común en los años 90, pero que le vamos a hacer. De todos, quien se roba el show a pesar de tener un rol completamente pasivo mas certero y ácido es Ozzie, quien es totalmente aceptado mientras declara abiertamente que es gay (cosa muy normal hoy, no demasiado en los 90), mas lógicamente tiene recelo de mostrarlo a la gente grande.

 Las esperadas apariciones de los viejos personajes son muy esporádicas salvo Kitty y Red, padres de Eric y abuelos de Leia, quienes de hecho son protagónicos y en su esencia no han cambiado demasiado y siguen siendo adorables. La diferencia está en tener que lidiar y aceptar su vejez con lo que implica el retiro y el comienzo del vértigo de la tecnología. Laura Prepon es parte de la dirección del show y su personaje, Donna, tiene un par más de intervenciones, lo mismo Fez (Wilmer Valderrama) quien ha llegado a ser un prestigioso estilista. Solo no aparece Hyde, ya que Danny Masterson, quien daba vida a su personaje, enfrenta un juicio por agresión sexual.

El pueblo, Point Place, Wisconsin, parece ser el mismo. Obviamente el tema de entrada, no, debía tener voces femeninas y el sonido del rock alternativo de los 90. Ver “That ‘90s” puede provocar recordar lo que se vivía en los 90 con la secuela de un show de esos tiempos ambientado en otros tiempos y que generalmente hace esperar más referencias y sorpresas. Se ha anunciado otra temporada, pues ese verano de 1995 al parecer dejó muchas historias inconclusas. No es la gran obra de arte, pero sí es muy mirable. Por cierto, los círculos mientras están bajo influencia del porro permanece indeleble, tal vez un poco menos gracioso, pero funciona.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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El Crudo Retrato de un Campeón

Hace pocas semanas, bajo la plataforma Star Plus en Latinoamérica (Hulu en otros países), se estrenó “Mike”. Una serie biográfica de 8 capítulos que buscó recrear la vida de uno de los campeones de boxeo más míticos de la historia de dicho deporte como Mike Tyson. Se trata de una biografía no autorizada, según las palabras del propio deportista.

Más allá del descontento del campeón, podemos observar una serie interesante con un recurso que bien puede ser muy útil en una producción biográfica como la narración en primera persona. Tyson (encarnado por el actor Trevante Rhodes) está ante una especie de audiencia a la cual cuenta desde sus orígenes hasta una época cercana a la actualidad, hablando más de sus caídas que de su gloria, aunque el final es ciertamente feliz. Es particularmente divertido ver como Mike voltea a ver a la cámara mientras se escenifican episodios claves de su vida y al más puro estilo “Malcolm In The Middle” ironiza sobre lo que está sucediendo o por suceder. Este es sin duda el recurso más importante de esta historia.

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Al ser una biografía, no habría mucho de donde hacer spoiler (?) Se sabe que “Iron Mike” nació en una de las zonas más golpeadas por la pobreza en New York y Estados Unidos. Que tuvo una infancia turbulenta donde tuvo que sobrevivir al hambre, el bullying y un hogar disfuncional y que desde que supo canalizar su fuerza y furia se metió en muchos problemas. Que el célebre entrenador Cus D’Amato lo descubrió y formó hasta convertirlo en el campeón más joven de los pesos pesados. Que fue a prisión, que su vida sentimental fue aún más turbulenta y que tal vez ha intentado alcanzar la paz.

Pero todas estas situaciones están perfectamente ordenadas. Un capítulo para sus orígenes y familia. Uno para su desarrollo como boxeador, otro para el ascenso a la fama, otro en la cima, uno de descenso a los infiernos, un capítulo completo dedicado a su estancia en prisión, uno de la búsqueda fallida de recuperar la cima y finalmente uno para el fin de su carrera e inicio de una vida por lo menos más tranquila. No necesariamente es una historia lineal, sino que generalmente los personajes que más influyeron en la vida de Tyson retroceden o avanzan lo que se va contando a conveniencia, especialmente hablando de las mujeres relacionadas al ex campeón, pues a cada una se le da su lugar, pues de ser contada la historia enteramente lineal, podría haber cruces y polémica, la cual el mismo actor que personifica a Tyson cuenta con algo de desparpajo.

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Es una producción que revela 2 facetas contrapuestas de su personalidad. Por un lado está obviamente el ídolo demoledor y casi indestructible de la historia del boxeo mundial y por otro el ser conflictivo en cuanto a sus relaciones humanas, envuelto en problemas con drogas y la ley. Sin duda los capítulos más fuertes de la historia son los que se desarrollan en el caso de violación por el cual fue declarado culpable, sin que la dirección del programa se ponga a favor del deportista y sin ahondar demasiado en la crudeza de lo que pudo haber pasado, además de ser nombrado dicho episodio con el nombre de la víctima. Consecuencia de ello, el siguiente capítulo de su estancia tras las rejas, que tampoco era la primera, pues al principio de la historia también se contó las múltiples ocasiones en las que fue detenido en su adolescencia. Un retrato con sus muy altas y muy bajas, que también tuvo sobresaltos desde el lado monetario, pues también contó la usual historia en la que los deportistas pasan de no tener nada a tenerlo todo y de nuevo a nada. Eje transversal en el que queda mal parado el excéntrico y famoso empresario pugilístico Don King.

Un serie biográfica que tuvo como eje temático la ira y como bien canalizada fue capaz de llevar a un individuo a la cima del mundo y mal controlada lo dirigió al abismo. Digna de ver para los cultores del boxeo, el deporte y la historia en general contemporánea o de las actividades recreativas, aunque de nuevo, vale la pena recalcar que el propio Tyson no la autorizó.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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De Mánagers y Revoluciones Musicales

Un buen mánager es capaz de catapultar a sus artistas dirigidos a las más altas cumbres de la fama y la fortuna. Hay otros que no, y desde luego, hay otros que por características propias terminan siendo tan o más estrellas que los artistas en sí. En estos días coincidieron en estreno y emisión 2 producciones que presentan la historia de 2 icónicos y controversiales representantes dentro de significativas revueltas de la música y cultura populares.

Se estrenó la esperada película “Elvis”, que cuenta el ascenso y caída del mítico rey del rock and roll, Elvis Presley, la misma enfocada desde el punto de vista de un representante con una inusitada relevancia en la historia de la música como el Coronel Tom Parker. La ambición de este enigmático personaje fue vital para que hijo predilecto de Memphis, Tennessee, tenga su posición estelar en la historia de la cultura popular mundial. Su metáfora del espectáculo como un circo sería explicada a lo largo de la película, ya que su oficio primigenio estuvo justamente en las caravanas circenses.

Parker, magistralmente interpretado por Tom Hanks, suelta una frase demoledora al inicio de la película mientras está a punto de descubrir el espectáculo más grande que vería la unión americana: “…pero el acto carnavalesco que te haga ganar el mayor dinero, la mayor pasta, tiene geniales disfraces y una truco único, que da a la audiencia sentimientos de los que no están seguros si deban disfrutar, pero lo hacen”. Básicamente eso constituía Elvis, pues mucho más allá de su maravillosa voz, ejecutaba una serie de contorsiones poco apropiadas para la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, las cuales inquietaban y deleitaban al público, especialmente el femenino.

ELVIS  Copyright: © 2022 Warner Bros. Entertainment Inc. All Rights Reserved.  Photo Credit: Courtesy of Warner Bros. Pictures  Caption: (L-r) TOM HANKS as Colonel Tom Parker and AUSTIN BUTLER as Elvis in Warner Bros. Pictures’ drama “ELVIS,” a Warner Bros. Pictures release.

ELVIS
Copyright: © 2022 Warner Bros. Entertainment Inc. All Rights Reserved.
Photo Credit: Courtesy of Warner Bros. Pictures
Caption: (L-r) TOM HANKS as Colonel Tom Parker and AUSTIN BUTLER as Elvis in Warner Bros. Pictures’ drama “ELVIS,” a Warner Bros. Pictures release.

Algo similar podemos percibir en la serie “Pistol”, emitida para Latinoamérica por la plataforma “Star Plus”, la cual narra los cortos, turbulentos e impactantes años de actividad de la banda de punk británica “The Sex Pistols”, quienes constituían un espectáculo inquietante a la vez que fascinante para la generación joven y desesperanzada de finales de los años 1970s de la Gran Bretaña. La idea de unos jóvenes rufianes que a duras penas sepan ejecutar sus instrumentos y aterroricen el status quo se concibió en la mente de su mánager, el excéntrico Malcolm McLaren, quien tiene su notable espacio en esta serie de 6 capítulos, cada uno titulado refiriéndose a alguna canción del grupo.

McLaren y su mujer, Vivienne Westwood, buscaban una revolución cultural a través de una estética poco convencional manifestada a través de su tienda de ropa: “Sex” desde donde se fue moldeando la imagen de una banda que daría mucho que hablar por su look y actuaciones, en su momento más que de su música. Su turbulenta entrevista para BBC en la cual, las groserías y el “comportamiento indecente” se manifestaron continuamente, además de los constantes incidentes y violencia en sus conciertos atraían a un público joven y horrorizaban a otro más adulto. De hecho dicho horror era el ingrediente necesario para hacer crecer en un bizarro prestigio a un espectáculo que asustaba pero fascinaba. Repitiéndose la idea del Coronel Parker.

 Ambas producciones hablaron de una revolución juvenil, donde los conceptos establecidos sobre arte y espectáculo se vieron cuestionados y decididamente modificados si se proyectaban hacia las siguientes generaciones, siendo precisamente Elvis un líder de este proceso de cambio en los los 1950s y los Pistols a finales de los 1970s, distanciándolos un océano y una generación, además de observarse críticas que se repiten de generación en generación: espectáculos insulsos, repugnantes, peleados con la moral. Cosas que escuchamos y tal vez decimos también ahora sobre los referentes musicales y culturales de los últimos díass. La diferencia eso sí, entre unos y otros es que Elvis gozaba de un talento natural que fue pulido y explotado en el tiempo. Mientras Steve Jones, Johnny Rotten y compañía fueron superando las dificultades propias de su inexperiencia, escasa educación y dones para dar un golpe de autoridad a Gran Bretaña y el mundo.

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Tanto la película de Elvis, que también se reprodujo a través de la plataforma HBO Max, como la serie “Pistol” de hecho dejan muy mal parados a los representantes y los dibujan como sujetos despiadados y ambiciosos, dispuestos a explotar al máximo la imagen de sus representados. En el caso de Parker, una persona que de hecho poseía unos poco claros orígenes, fue retratado con la capacidad de jugar con la salud física y mental de Presley, de tal manera que su show no tenga grandes desplazamientos ni costos, además de asegurar financiar su ludopatía a través de su acto estelar. Consecuencia: los famosos shows de Elvis en Las Vegas durante su declive. McLaren fue capaz de manipular a sus dirigidos para moldear el grupo a su conveniencia y negocios. Ambos tenían cierta forma escabrosa de tratar a sus dirigidos. Parker llamaba “my boy” (mi chico) a Elvis. McLaren “mis sexis asesinos” a los Pistols.

Otro punto de fundamental coincidencia son las drogas y el fatal desenlace de gente joven, además de la sensación de haber visto la gestación de un perenne legado. Fue interesante ver un pequeño desfile de personajes de aquellas épocas como Little Richard o B. B. King en el caso de la película o Chrissie Hynde y Siouxsie Sioux en el de la serie. Buenas las actuaciones de Austin Butler en el rol de Elvis, Anson Boon en el de John Lydon / Rotten o Louis Partridge como Sid Vicious. Todos estos captando a detalle los gestos únicos de sus personajes. También es muy bueno Thomas Brodie-Sangster como Malcolm McLaren.

Lógicamente, y como en toda producción biográfica, hay varias licencias narrativas que los estudiosos estarán encargados de corregir. La idea en ambas producciones era el contar revoluciones culturales y el papel del mánager en las mismas. Ambas muy disfrutables. Por último, vale la pena mencionar que es visible la mano de Danny Boyle en “Pistol” para contar la historia con su crudeza británica característica.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Relatos de Problemática Adolescente

La temática juvenil se ha hecho presente en varias series que han estado a disposición de televisión pagada y plataformas digitales en las cuales se muestra los sucesos alrededor de temas claves de esta etapa del desarrollo como sexo y drogas, además de las derivaciones con el crimen.

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“Euphoria” se transmitió por la señal de HBO y trajo una cruda propuesta en la que todos los 8 episodios se conectan con un personaje distinto de la serie y las razones que han construido un presente en el que cada uno tiene problemas que se van agravando en medida que transcurre el capítulo. Una historia contada por el eje de un colegio público de Estados Unidos cuya protagonista, Rue Bennett, interpretada por la joven cantante y actriz Zendaya, lucha con fuerte problema de adicción a las drogas que la lleva a un enmarañada red de mentiras y caos. En el resto del elenco el consumo se muestra en forma de escape y rebeldía, causas comunes en la adolescencia.

 En “Euphoria” el sexo es el tema central ya que define las características de muchos personajes como la mejor de Rue, Jules, quien afronta su transición como persona trans género que la llevó desde a instituciones psiquiátricas hasta un comportamiento promiscuo. Nate, el prototipo del muchacho popular, deportista y futuro promisorio y su inseguridad acerca de su identidad sexual que la transforma en agresividad, tiene una relación tóxica y enmarañada con Maddy, quien utiliza su propia sexualidad para su supervivencia. Kat pasó por problemas mientras ganó peso abruptamente, pero se hace de su “negocio” al hacer sesiones eróticas online. Cassie, quien debido a su enorme atractivo ha sufrido diversos abusos por parte de hombres provenientes de relaciones y familias.

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“Élite” es una serie española emitida por la plataforma Netflix para el mundo desde 2018. En ella el sexo se retrata en otros matices como el VIH, la promiscuidad, la bisexualidad y homosexualidad, esta última con el condimento (?) de la interculturalidad y el desafío que esta condición implica en el mundo musulmán por ejemplo. Además de contar con escenas bastantes explícitas, tal vez incluso más atrevidas que la cruda Euphoria, aunque estas series se cuentan en ambientes distintos.

En “Élite” el tema es mas bien las diferencias sociales que tienen alguna inspiración en la telenovela latinoamericana del Siglo XX con roles cambiados, acá predominan los chicos pobres enamorados de chicas adineradas, todo escenificado en un colegio privado al que asisten hijos de gente predominantemente poderosa. El personaje principal es Marina (María Pedraza), hija de un magnate constructor en problemas legales que ha hecho a un lado a su antiguo círculo y prefiere juntarse con los nuevos becados, quienes no son de mayores posibilidades económicas y fueron afectados por uno de los malos trabajos de la constructora del padre.

Marina es rebelde y extrovertida, una personalidad encantadora y a la vez conflictiva, quien (¿alerta de spoiler?) termina muriendo violentamente y su fallecimiento desarrolla la trama de al menos la primera temporada. Su relación con Samuel y Nano, quienes son hermanos y mientras el uno es su compañero de clase e intenta llevar una vida ejemplar, el otro es un ex convicto, formándose uno de los triángulos del relato. El hermano de Marina, Guzmán, tiene un rol de especie de macho alfa que lidera y protege a sus amigos y hermana, además de no ver con buenos ojos la irrupción de los becados de otra clase social, sin embargo, aprende por interés mediático a tolerarlos y después se iría interesando por Nadia, becada de origen musulmán, tal vez por sus inflexibles valores, lo que provoca el celo de Lucrecia, con quien ha tenido una relación extraña. Ella, hija de diplomáticos, es obsesiva y su deseo de ser la mejor la leva al límite. Carla y Polo, chicos adinerados que aparentaban ser la pareja perfecta descubren nuevas sensaciones al incluir a Christian, uno de los becados y de una personalidad muy extrovertida, en un complicado triángulo amoroso. Carla sobre el final hace un lapidario comentario a Christian dándole una especie de bienvenida al mundo de los poderosos: “nos cuidamos entre nosotros”.

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“Élite” giró en su primera temporada en torno a un crimen, similar a lo que fue la tercera temporada de “13 Reasons Why”, en la que trata de resolverse el crimen del aborrecible Bryce y mientras se forma el entramado legal y policial, el nexo hacia todo es el nuevo personaje de dicha temporada: Ani Achola, quien prácticamente es un testigo omnisciente de los sucesos alrededor de la escuela Liberty High, fuertemente desacreditada tras el suicidio de Hannah, personaje al que finalmente hacen descansar tras haber sido el “tormento post mórtem” de Clay en la temporada 2.

El tema principal de la tercera temporada de “13 Reasons…” es el secreto, pues durante la temporada queda la sensación de una especie de acordado encubrimiento colectivo de quienes conocieron a Bryce y cuyos disgustos con aquel personaje los hacían potenciales sospechosos. Nuevamente la agresión sexual es un eje conductivo que va haciendo evolucionar a la narración a desembocar al mismo problema hacia un reconocimiento claro y tal vez reconciliación, mas no olvido.

Es interesante la evolución de los personajes en estas series, pero destacan los siguientes. En “Euphoria” la más importante vendría a ser Rue, cuya adicción la puso en el papel de condenada sin remedio, pero su lucha por superarla la va llevando hacia una vida más ordenada y esperanzadora. En “Élite”, Primera Temporada, es Guzmán quien pasa de una personalidad hostil y odiosa hacia una actitud más conciliadora y abierta con los “extraños”. Su liderazgo se vuelve más cálido a la hora de intentar ayudar a su padre y hermana. Para “13 Reasons…” el cambio es aún más impactante, pues es Bryce quien busca un camino de reconstrucción y reconciliación por todo el daño hecho, y en medio de ese camino encuentra la muerte.

Las nuevas series adolescentes han ido tocando su problemática de una forma más descarnada y tal vez puede ser gracias a la libertad que ofrecen las plataformas digitales. Surgen tramas interesantes y preocupación para el público adulto por la crianza de sus hijos y el inmenso mundo de ellos que suelen desconocer.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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Cuando los Orígenes son Duros

Recientemente fue estrenada en la plataforma Netflix la serie “Apache” que narra los tempranos años de Carlos Tévez, el reconocido futbolista argentino que actualmente milita en el Boca Juniors de su país. Este es un relato que no necesariamente se enfocó en el fútbol.

La historia arranca contando el incidente que explica las características cicatrices en rostro y cuello con las que se reconoce físicamente al jugador, a partir de ahí, la narración se va situando en una plaza dura y violenta como son los barrios marginales del conurbano de Buenos Aires. Enseguida busca lugar en la característica producción latinoamericana de realismo duro, en este caso añadiéndole el tinte biográfico. El pretexto de la vida de este ídolo popular dio paso para desarrollar el tema de la serie que va más con la marginalidad y la violencia. Su historia se desarrolla en paralelo a la de su familia, amigo más cercano y vecinos involucrados en organizaciones criminales. Las armas y las drogas son cotidianidad en todos esos relatos.

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En cuanto los vecinos, son personajes que hacen alegoría no del todo explícita a una banda que se bautizó como los “Backstreet Boys”, tomando el nombre del grupo musical estadounidense, que cometió numerosos crímenes en Buenos Aires. Es común que en barrios como “Ejército de Los Andes”, mejor conocido como “Fuerte Apache” se formen grupos violentos que se dediquen a los asaltos y tráfico de drogas. Era claramente visible que los miembros del grupo forajido de la serie provenían de hogares rotos, siendo en verdad una familia entre ellos mismo.

La disfuncionalidad de hogar tiene en su mayor exponente a Danilo “el uruguayo”, quien encarna al que en la vida real fue el mejor amigo de Tévez, Darío “guacho Cabañas” Coronel, quien criado prácticamente sin referentes adultos, fue en la serie cayendo a los infiernos de la droga. En la realidad, “guacho Cabañas” pasó de ser un valioso prospecto del fútbol profesional, quienes lo vieron aseguran incluso mejor que Tévez, a un asaltante que prefirió tomar su vida a caer en manos de la policía. Aunque el fin de “uruguayo” en la serie es distinto.

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Entonces, el paralelo entre la vida sin guía del uruguayo y Carlitos se traza entre cómo el abandono del primero los descarriló hacia un mundo violento y dañino, Tévez rodeado de un entorno familiar cálido pudo enrumbar su vida hacia el triunfo como deportista. Una familia también con sus problemas, pues además de las carencias materiales hay miembros purgando prisión, otros exiliados y un entorno confuso en el cual se explica como Tévez fue de hecho criado por sus tíos y que de hecho de ellos adopta el apellido. Puesto que su padre biológico murió violentamente antes de que el crack nazca.

Dentro de lo destacable está la fidelidad a la locación, el hoy por famoso “Fuerte Apache”. El difícil barrio donde creció Carlitos que se mantuvo respetuoso y colaborativo con la producción. El maquillaje también tenía un papel crucial para reproducir las características cicatrices del argentino. Las tomas y secuencias para las escenas violentas siempre dramáticas y a la altura, pero tal vez lo más destacable fue la actuación. El principal está a cargo de Balthazar Murillo que encarna las virtudes de Carlitos como la determinación y el amor filial. Mas hay trabajos tremendos como el de Matías Recalt en el papel de “uruguayo”, logrando transmitir plenamente la picardía de un muchacho pendenciero, así como su transformación por las drogas. Sofía Gala en el papel de Fabiana, madre biológica del crack se luce al retratar los problemas de conducta a causa de sus vicios, mientras que Vanesa González en el papel de Adriana y Alberto Ajaka como Segundo, los tíos y padres adoptivos de Carlos, encarnan una amorosa y valiente guía por el mundo para el crack en su juventud. Los malosos del barrio bridan certeramente el toque malsano de la serie.

“Apache” es una historia particular pero valiosa a la hora de entender los complejos orígenes de muchos de los héroes del deporte latinoamericano.

Edison Guapaz Zambrano
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Sabrina, La Bruja Rebelde

En estos tiempos en los que los remakes están a la orden del día, emergió una nueva producción que se transmite por la plataforma Netflix. “The Chilling Adventures of Sabrina” o “El Mundo Oculto de Sabrina” en Español tiene un espíritu muy diferente a “La Bruja Adolescente” del Siglo XX.

Justamente existe una gran diferencia entre “The Teenage Witch” (la bruja adolescente) y “The Chilling Adventures”, ambas originalmente publicadas como una serie de tiras cómicas de Archie Cómics, siendo esta última de una temática bastante más oscura y a eso se refirió la serie que se estrenó el 2018.

Empezamos con absoluta sumisión y alabanzas a Satanás, lo que en la centuria pasada hubiera generado terrible escándalo. La diferencia primordial entre “La Bruja Adolescente” y “El Mundo Oculto” es que mientras en el primero el personaje de Sabrina Spellman encarnado por la entrañable Melissa Joan Hart se ocupaba de lidiar con problemas terrenales algo ayudada con sus poderes sobrenaturales, en la actual es una Sabrina que más bien se ocupa mucho de su ser paranormal y la lucha más bien es la de ser valorada pese a su origen 50 por ciento mortal.

“El mundo oculto” se ocupa mucho de temáticas contemporáneas: empoderamiento y feminismo, combate a la xenofobia, al bullying, abierto abordaje a la homosexualidad y a la diversidad. La Sabrina interpretada por la joven actriz Kiernan Shipka ahora es un chica rebelde, contestataria, que no cumple con cánones y ritos, tantos mortales como ocultos, sin antes reflexionar en sus significados y consecuencias. Una Sabrina que frunce el ceño mucho más de lo que lo hizo la noventera.

En la Academia de Artes Ocultas Sabrina es recibida con hostilidad por muchos debido a su origen mitad mortal, pasando por durísimas pruebas sobre las cuales sobrevive mostrando carácter y una digamos “estirpe” heredada de su padre, quien había sido un eminente y respetado brujo, sorprendiendo y ganando progresivamente el respeto de sus “bullies”. Mientras que en su escuela “normal”, sus amigos no son precisamente la gente “popular”.

En esta nueva Sabrina el romance tiene varios frentes. Sabemos desde siempre que su amor es Harvey Kinkle, pero esta vez este personaje se construye a partir de una tradición familiar de cazadores de brujas, lo que convierte a esta relación en una fantasmagórica versión de Montescos y Capuletos. Está lo que fueron sus padres, una unión entre brujos y mortales idealizada por su pronta partida (en esta versión de Sabrina, ambos han fallecido en un accidente), la relación de pareja y poder de Miss Satan con el mismísimo señor de la oscuridad, las tías de Sabrina y sus desventuras que las hacen las solteras dedicadas a cuidar de su sobrina, amorosas aunque de una moral bastante más retorcida. La “cuota gay” con el primo Ambrose y su confinamiento en el hogar de las Spellman que no deja de tener un contexto simbólico, incluso no huele a coincidencia que sea afro descendiente el actor que lo encarna.

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Sabrina lidia con su poder como una mujer en camino a serla, como heredera de una tradición dentro del mundo de los brujos. Es una rebelde que se rehúsa a cumplir ciegamente con los requerimientos de ambos mundos y se forja los suyos propios. Bien podría ser un personaje femenino de inspiración sin necesidad de llegar a la grosería o intercambio de roles de dominación. Además, para quienes gustan del mundo de lo oculto, el contenido de hechizos, demonología y demás es simplemente fascinante. Es un buen tratado sobre la oscuridad que bien puede llegar a ser luz.

Edison Guapaz Zambrano
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El Gran Hit de la Polémica que Llegó de México

Te la había recomendado algún amigo o pariente, te engancha y horroriza … Y cuando parece que lo habías visto todo, ves (alerta de spoiler) a Verónica Castro fumarse un hit de marihuana. La impresión es similar a si vieras hacer eso a tu mamá o la más devota de tus tías. La Casa de las Flores llegó para dar la poderosa patada final a los convencionalismos en televisión.

Obviamente, la trama y los temas que ofrece esta serie son claramente para plataformas digitales como Netflix, donde se ha emitido su primera temporada y más que eso, lo impactantes que pueden ser muchas de las escenas para prácticamente cualquier público, por más culto, cinéfilo o “seriéfilo” o por más mente abierta que pueda ser. No porque no sean cosas que en la realidad no pasan, en realidad pasan y mucho, pero en la producción mediática no es precisamente costumbre observarlos.

Desde el inicio de “La Casa de las Flores” en su primer capítulo, la serie ataca con sus mejores armas, como aquel equipo de fútbol al que le urge ganar con un resultado contundente y deja boquiabiertos a todos con explícitas escenas de muerte y sexo homo y heterosexual. Un mazazo que inevitablemente engancha al espectador. Toda esta aparente violencia es trabajada impecablemente, pues está lejos de emitirse como un festival de sangre o publicación digna de tabloides.

La temática de “La Casa de las Flores” se desarrolla alrededor del poder y las apariencias. Virginia de la Mora es el personaje principal de la serie. Una poderosa dama de alta sociedad mexicana quien es cabeza principal de un próspero negocio y la verdadera cabeza visible de una prestigiosa familia cuyo vínculo social con la élite depende del éxito de la reputada florería y de la construcción de una imagen escrupulosamente pulida por Virginia. El desarrollo de la temporada transcurre entre dos grandes eventos que la familia de la Mora ofrece y entre los sucesos del primero y la preparación de los segundos, el mantener esa imagen impecable parece costarle la cordura a Virginia.

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El lodo que Virginia tiene que limpiar viene de muchas partes. Empezando por temas que en las altas sociedades de Latinoamérica son muy mal vistas como: la infidelidad, el homosexualismo o transexualismo y centrándose en problemas en serio como los legales y económicos. Todos ellos disimulados con una sincronía casi artística, lo que lógicamente a la familia entera la va progresivamente consumiendo.

 El tratamiento narrativo es interesantísimo, pues quien cuenta la historia es un narrador omnisciente que tal vez adquiere dicha condición por lo que le sucede en el primer capítulo y es quien presenta los dilemas morales que pasa sobretodo a Virginia, a quien la ata un vínculo amargo pero más común de lo pensado en nuestra sociedad. El ritmo de esta serie es incesante, las tomas y edición son vertiginosas y con ello es imposible perder el interés. Es muy interesante también la banda sonora, pues tratando de dar un ambiente kitsch en una de las locaciones, se toman varias canciones que a principios de los 90 fueron un éxito y son mayormente interpretadas por los actores. Ver a Virginia (interpretada por Verónica Castro) cantar un tema de Cristian Castro es una delicia.

Hay que decir que una de las virtudes de la Serie y por lo que podría ser memorable son las actuaciones. Una que se queda en la mente de cualquiera es la de Cecilia Suárez como Paulina de la Mora, hija mayor de Virginia, quien busca siempre tomar las riendas de la familia y los negocios, mostrándose como una mujer fuerte a pesar de su en teoría “revés sentimental” parece haberla marcado seriamente. El trabajo de Suárez con el peculiar hablado de Paulina es fenomenal y casi que icónico, así como su esposo. La personificación de José María y/o María José es muy pulcra y también deberían llevarse el mérito los encargados del maquillaje, pues la apariencia de “María José” es simplemente regia.

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Hay personajes que inducen al debate moral como el padre de familia Ernesto de la Mora o Carmelita, la amiga de la familia. Darío Yazbek como Julián, el hijo varón, y su papel de “jugar a dos bandas” y salvar las apariencias con su orientación sexual y compromisos. Él junto  a su hermana Elena (Aislinn Derbez) encarnan la angustia de volverse adultos y sufren de permanentes decisiones erradas. La inocencia se encarna con Bruno, único nieto de la familia y Micaela, hija de Ernesto, quienes tienen una simpática amistad a pesar de que sus orígenes los podrían poner distantes desde un punto de vista adulto.

Con una producción que luce muy bien cuidada desde los créditos de inicio, “La Casa de las Flores” destaca por su dinamismo, su ataque frontal a temas polémicos y por actuaciones espectaculares. De lo mejor que se ha visto en México y Latinoamérica vía plataformas digitales.

Edison Guapaz Zambrano
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Tensión Adolescente y Retro en Gran Fórmula

Continuando con la moda de las series con enfoque retro “Everything Sucks” estuvo disponible para la plataforma Netflix desde 2018, esta vez con evocación a la década de los 90.

 Quien arrancó a ver la serie y creció siendo aun el siglo pasado, pudo haber tenido en un principio la sensación de ver una vieja serie de Nickelodeon por el enorme esfuerzo de hacer parecer que en verdad los hechos ocurren u ocurrieron en dichos tiempos: colores, textura de la imagen, obviamente la ropa y peinados de los chicos y más detalles. Claro, mientras el primer episodio transcurre se advierte que va a estar bastante lejos de la tónica edulcorada de aquella televisión noventera para adolescentes.

 “Everything Sucks” abarca temas que difícilmente se hubieran visto en televisión supuestamente dirigida para niños y adolescentes hace 20 años: desde la orientación sexual de uno de los personajes, situación que define muchos de las tensiones dramáticas de la serie que gira en torno al intento de desarrollar una producción audiovisual en una secundaria de los Estados Unidos. Otros temas que eran muy vigentes en los años 90 son abarcados como las familias disfuncionales o el uso de drogas en adolescentes y adultos.

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 Para desarrollar la historia se escogió a una pueblo llamado “Boring” en el Estado de Oregon, el cual realmente existe. Es simpático como se optó por esta población tomando en cuenta su nombre (aburrido) en inglés y la relación con el tedio adolescente en los sitios pequeños de Norteamérica. Del mismo modo se puede advertir la intención de ubicar la historia en el noroeste estadounidense, con lo relevancia que tuvo esta zona geográfica en la cultura popular de los 90.

Si hablamos de la cultura popular de los 90, estos saltan evidentemente a lo largo de la serie: algún poster de Jonathan Taylor Thomas, el cabello decolorado en alusión a Dennis Rodman, banda sonora con artistas diversos de los tiempos como: Oasis, Ini Kamoze, Ace of Base, Tori Amos o The Cardigans. La alusión tecnológica es fundamental, pues la serie gira entorno al VHS, además hacen su aparición los cassettes, discos compactos y el famoso tono de módem de conexión telefónica a Internet. Todo diseñado para tocar el sentimiento nostálgico.

Everything Sucks ilustra la angustia adolescente inherente a cualquier generación y que de acuerdo a los tiempos se expresa en ese tira y afloja social que se ha ido moldeando de acuerdo a la tecnología disponible, también un poco de angustia adulta reflejado en los personajes maduros de la serie a los cuales ninguno se les podría atribuir una madurez sanamente desarrollada, pues incluso el director del colegio tiene temas juveniles no resueltos, lo que eso sí logra que el mensaje de la serie permanezca siempre fresco, siempre joven.

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Se puede rastrear en “Everything Sucks” un mensaje bastante constructivo y positivo, uno en el que se busca respetar creencias y preferencias, en el que hay una intención de unión manifiesta cuando los chicos populares y los catalogados como “raros” unen fuerzas en un proyecto común, lo sacan adelante y de hecho terminan forjando amistad en donde antes había desprecio y tensión. Las actuaciones de los chicos son muy buenas, destacando Rio Mangini como el cauteloso McQuaid, Sydney Sweeney como la popular Emaline y Peyton Kennedy como Kate Messner, la protagonista cuya sonrisa de dicha en momentos cumbres de la serie ilumina a la misma. Podría tratarse de una de las grandes producciones de Netflix del año.

 Have a boring day!

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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13 Reasons Why: El Oscuro Mundo Colegial

¿Qué hace que una persona tome la fatal decisión de quitarse la vida? Por más afligido que se encuentre, en el ser humano hay un instinto básico de supervivencia y para hacer a un lado su propia existencia sin duda hay una acumulación de malestares. Así es como Hannah Baker explica mediante un testimonio grabado en audio su fatal decisión.

“13 Reasons Why” es la presente sensación de la plataforma Netflix y si bien aborda un trillado tema como es la vida del adolescente estadounidense promedio con un enfoque central en las vivencias dentro de las instituciones de educación secundaria pública, los recursos narrativos la vuelven particularmente impactante, aprovechando también que al ser difundida principalmente vía Internet, hay un poco más de libertad hacia las formas necesarias para contar esta historia basada en el libro con el mismo nombre que fue publicado en el 2007 por Jay Asher.

La tensión y presión social en los colegios secundarios ha estado presente desde siempre, pero constantemente se renueva hacia nuevos canales en las que se expresa y en nuestros tiempos las redes sociales tienen un papel enorme en esto, razón por la cual resultó imperativo incluir al mundillo tecnológico a la adaptación de un libro de hace 10 años, cuando esta era de dispositivos inteligentes estaba despegando. Precisamente la diferencia entre esta adaptación y el libro original es que un rumor sobre Hannah surgido a través de una foto que su primer novio o cita le tomó y fue viralizada en su colegio desencadenó la serie de acontecimientos que llevaron a la tragedia.

La defensa de su reputación preocupa a cualquier ser humano más o menos normal y lo mismo es una cuestión mucho más sensible en la adolescencia, cuando apenas se va formando el carácter y la personalidad. Al pasar los años y siendo aún joven, en tus 20 o 30 años, dichos problemas tan preocupantes en tiempos colegiales pueden ser risibles, pero relatos como el de “13 Reasons Why” pueden remitir al espectador a esa sensación de falta de confianza sobre sí mismo de años superados. Hoy por hoy, con la facilidad y velocidad de las redes sociales, una reputación puede ser maniatada en horas con consecuencias devastadoras para un espíritu juvenil en formación. El proceso de anulación de la voluntad de Hannah interviene directamente publicaciones difundidas vía redes sociales y al final del desdichado camino, una de las sensaciones aparte de la vulnerabilidad de su ser y cuerpo está el dolorosísimo sentimiento de vacío que implica irse quedando sin amigos o aliados en momentos tan trascendentes para el ser humano, todo por culpa de los dichosos rumores.

Ciertamente en la adolescencia hay una serie de procesos y cambios físicos y emocionales que vuelven vulnerable a una persona, pero sin duda es bastante más complejo y especial en caso de las chicas y para un hombre como el que escribe, puede llegar a ser incomprensible. Por ello el mensaje de “13 Reasons Why” apunta a hacer conciencia en los chicos sobre temas que pueden ser ligeros para ellos (para nosotros) pero mucho más delicados para una mujer. En el caso de Hannah, ella a través de las cintas va explicando cómo se va sintiendo progresivamente degradada como persona: buscada por el rumor que creció como bola de nieve de ser una chica “fácil”, de ser conocida por un atributo físico, difundido por la famosa lista, jueguito que en cualquier aula de clase hemos hecho y al ver la serie podemos sentir algo de culpa. Claro, detalles que parecerían mínimos pero que vale la pena tratar, porque obviamente casos de agresión a la intimidad que retrata la serie tienen que ser decididamente enfrentados con firmeza por parte de padres y autoridades. Educar a los chicos para que deploren y eviten dichos nefastos actos y a las chicas a defenderse.

Ahora, si se trasciende más allá del mensaje, “13 Reasons Why” es muy bien lograda. Se repite para empezar el gancho de lo “estéticamente retro” tan paradójicamente de moda que por ejemplo fue un ingrediente de éxito de “Stranger Things”. La historia gira alrededor de los hoy por hoy arcaicos “cassettes” que fueron tan indispensables para la difusión de cultura juvenil de finales de Siglo XX y en los cuales se grabó el atormentado testimonio de Hannah Baker. La edición y las tomas son impecables para introducir al espectador a la historia que Hannah relata a través del recuerdo de Clay Jenssen, que es a quien le tocó el turno de escuchar las cintas. Aquellos barridos de la cámara que conducen al pasado son sensacionales y hacen a la producción brillante. Destacar también la actuación de jóvenes artistas que se meten en sus papeles de chicos populares y chicos “raros” con mucha solvencia. La misma evolución del personaje de Hannah Baker de una chica vivaz y con mucha personalidad a un ser emocionalmente destruido es magníficamente conducido por la joven actriz Katherine Langford.

“13 Reasons Why” intriga, entretiene, conmueve y educa. Sería muy recomendable verlo en familia con los adolescentes de las mismas, tanto para dar espacios a las reflexiones como por el hecho que hay capítulos con escenas especialmente fuertes. Pero aquella crudeza es válida para narrar esta triste historia como lo que es.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
fuller house

Un Spin-Off Totalmente Imperfecto

En pocas líneas, y serán pocas por qué no merece más, me permito hacer una breve crítica de la nueva serie estrenada por Netflix: “Fuller House”, y es que hace rato una serie que creaba tanta expectativa no nos lanzaba al abismo del sinsentido, pues pocos serán los valientes que logren terminar la primera y la que debería ser, última temporada.

Para una generación, incluso dos, a quienes el acceso a la televisión por cable nos era más bien limitado, en la que nos veíamos obligados a jugar en el patio y no “ensotarnos” frente al televisor, “Full House” era parte importante de nuestra vida, pues, no había mucho más de donde escoger (eran los Tanners, Will Smith cantando rap, los Súper Campeones y la novela de la abuelita). Las locuras del Tío Jesse, el orden de Danny Tanner, la irresponsabilidad de Joey, la sensualidad apta para todo público de Becky, y la ternura de todo el elenco infantil, brillando todas las niñas cada una en su momento, nos llevan a un feliz lugar, a un pasado que sin duda fue mejor. Es por esta razón que un spin-off (proyecto televisivo nacido de un proyecto anterior) de esta serie, nos llenó de esperanzas y esperábamos volver a vivir las risas que en nuestra inocencia, teníamos de niños.

¡Qué decepción! El primer episodio de esta nueva temporada te lleva a un lugar donde no puedes reconocer nada: Encuentras a los adultos bastante acabados (incluso cuando Jesse dice que se ve bien y aún tiene cabello ves que debe tener más de 50 años y eso te hace sentir anciano a ti), simplemente no puedes terminar de conjugar que aquellas niñas ahora son madres, y que la vida siguió para todos, incluso para los actores de televisión, quienes, valga recalcar, parece que nunca hubiesen sabido actuar, y te das cuenta de lo fingido que resulta ese cariño empalagoso y todos esos abrazos, abrazos todo el tiempo.

Y es que una serie en la que una niña de 8 años es capaz de meter el auto nuevo de su tío en la cocina, para solucionarlo todo mediante un abrazo y un “lo siento” con cara de cordero degollado, con el pasar de los años, no debe seguir con el mismo argumento; menos aún, cuando esa misma niña ahora es una DJ famosa (por cierto, posiblemente el mejor chiste de esta nueva temporada es la discusión por el nombre “DJ Tanner” entre Donna Joe y Stephanie), y explota en cada capítulo su sexualidad a un nivel que te lleva a pensar que estás viendo una película española independiente y no un sitcom infantil, una sexualidad que raya en lo vulgar y que sin necesidad de hacer uso de obscenidades te hace pensar mal varias veces por episodio, no apto para niños.

Los “adultos” desaparecen tras el primer capítulo, y la serie se enfoca exclusivamente en las desdichas de las nuevas adultas; DJ, Stephanie y Kimmy Gibbler (!), quien finalmente llega a ser LA protagonista de esta serie, contra todo pronóstico (muy similar a cuando a Ashton Kutcher le queda gigante el papel de Charlie Harper y es el idiota Alan quien termina moviendo la serie en “Two and a Half Men”: DESASTRE). Gibbler es quizás, la única que no ha cambiado su esencia y eso no es necesariamente bueno, y te recuerda a toda luz un capítulo de “Sixteen and Pregnant”, pues termina casándose con un latino que la engaña cada vez que puede, y es más, la sigue engañando aun cuando Gibbler es una diosa sexual (?): no me queda más que pensar que toda esa locura reprimida se manifiesta en la cama, y ahora madre de una niña que no conoce límites y que seguramente, va a seguir los pasos de su madre con el hijo de DJ, que tampoco es una perita en dulce.

Y eso nos lleva a la actuación de los niños: Jackson, el hijo mayor en un papel para nada destacable, sin embargo no desentona con el dulce empalagoso que se desprende de toda la serie; Max es de largo lo mejor de la serie, pues nos recuerda ese personaje infantil que fue ocupado en un principio por Stephanie y luego por Michelle (recordemos nada más que las gemelas Olsen no participan, acertadamente, de esta comparsa), y aunque a ratos sobreactúa un poco se le perdona por el mismo hecho que se perdonó toda la serie pasada, y es que es el único que trata de tener un personaje limpio. Ni siquiera nombraremos al niño hijo menor, no ha tenido ninguna trascendencia en los capítulos que he podido ver.

DJ Fuller (ya no Tanner) es quizás la más perjudicada en todo este embrollo, pues no logra asentar su papel como madre soltera cuyo esposo acaba de morir, y que se encuentra a cargo de una casa con tres niños propios, su hermana menor que puede tocar en Coachella llegando de improviso (¿DJ Tanner debe ser más grande que Tiesto, no?), una amiga que tampoco acabó de crecer nunca e intenta ser la mejor amiga de su hija adolescente, y por último, de un infaltable nuevo cachorro llamado “Cosmo”.

Esa es una pequeña reseña-crítica de “Fuller House”, una serie que falla estrepitosamente en continuar una historia que debió quedarse quieta hace 15 años. Lastimosamente, la vida sigue, los amigos crecen, se casan y tienen hijos, la gente muere, pero no todo se soluciona con un abrazo.