Desconozco cómo se habrá vivido la campaña de El Nacional que condujo al descenso de 1979, pero sin duda esta debe haber sido la más triste y desalentadora para la parcialidad criolla, y eso que quedó mejor ubicado que en el 2012 por ejemplo, pero al menos, la categoría fue salvada épicamente. Lo de este 2015 de Nacional se puede describir con una palabra: deprimente.
El inicio del 2015 llegaba para Nacional con cierta ilusión. Tras la consolidación de la directiva civil que había implicado el no pasar por sustos económicos, un mediocre séptimo puesto pero con espectaculares asistencias, todo hacía suponer que ahora se daría otro paso más adelante. Las contrataciones de Edison Méndez y Cristian Lara, a pesar de la veteranía de ambos, hacían pensar que habría buena pelota jugada y al menos, se convertirían en los imanes de taquilla. Con Eduardo Morante, Anderson Ordóñez y Luis Luna parecía que se podía paliar la problemática defensa y el “francés” Álvarez era la gran incógnita en el ataque, pero su tamaño y la promesa de traer algunos secretos del fútbol europeo, por lo menos permitía ser optimista.
Se ratificó en la dirección técnica a Octavio Zambrano, apuntando a que un posible conocimiento de la institución y continuidad que se vería poco fructífera. Como viene siendo costumbre, Nacional arrancó la temporada con una seguidilla de derrotas y Zambrano se aferraba a su cargo con un par de victorias épicas frente a Barcelona y Aucas en los instantes finales de dichos partidos. Nacional era superado en todos sus juegos, pero al menos, contaba con suerte.
Cuando eran evidentes los pobres resultados de Zambrano, su permanencia en la dirección técnica de Nacional no resistió más. Tras un breve paso de Orlando Narváez por la banca, la directiva resolvió que se necesitaba un DT con prestigio y renombre, contratando al argentino Rubén Darío Insúa, un hombre que sabe lo que es salir campeón en el país e internacionalmente. Absolutamente todos dieron el visto bueno a la llegada del poeta: hinchas, periodistas, perio – hinchas. Parecía que ahora sí llegaban los buenos tiempos para la divisa criolla.
“Milagrosamente” el equipo enderezó, partidos con mucho orden y tal vez marcadores apretados que lo tuvieron a Nacional peleando por Copa Sudamericana y con el mismo puntaje que el líder de la segunda etapa aunque con menor diferencia de goles. Hasta golpe de fecha 7 u 8 de la segunda etapa, se mantenía cierta ilusión y vino la debacle luego del 30 de agosto cuando había vencido a River Ecuador.
Nacional no volvió a triunfar hasta el 29 de noviembre y durante ese trayecto, lo que parecía un club convaleciente pero en vías de recuperación, dejó de ser tal. Derrota tras derrota, algunas de ellas humillantes, como el 5-1 de local frente a un rival tradicional como Liga de Quito, un inédito 5-0 frente al novato River Ecuador… En cada traspié, se hablaba de malestar a la interna, el cual salió a la luz por declaraciones de Insúa, cuando se conoció que no había puntualidad con los pagos del plantel de jugadores. Por ahí se podía explicar esas pobres actuaciones.
El tema político afectó notablemente al rendimiento del club. El Presidente saliente, Dr. Jorge Yunda, se encontraba en pleno proceso de reelección y la lista adversaria estaba presidida por el antiguo Presidente, Gral. Tito Manjarrez. Para inscribir candidaturas, hacía falta que tengan el respaldo en firmas de un mínimo de socios que en primera instancia no fue alcanzado por ninguna de las candidaturas, lo que derivó una ampliación del plazo para la presentación de dichas firmas, requerimiento que únicamente cumplió la lista de Manjarrez.
Del lado de Yunda, una vez que se conoció que no calificaba su lista para elecciones, presentó su renuncia argumentando que prefería facilitarle la sucesión a Manjarrez. Sin embargo, preferentemente a través de redes sociales, Yunda supo manifestar que sintió que no era bienvenida su presencia en el club (demás está recordar que fue el primer Presidente civil en un club que siempre fue dirigido por militares). La decisión fue duramente criticada por ciertos sectores de la prensa e hinchada, puesto a que en el momento en que pasaba toda esta inestabilidad electoral, la crisis financiera y de resultados se iba ahondando.
Volviendo a lo futbolístico, Insúa salió del club luego del catastrófico juego con River Ecuador, su reemplazo, que se suponía, era hasta el final del torneo, fue el desconocido DT local Quenry Valencia, con muy malos resultados, con lo que para las últimas fechas se lo trajo al uruguayo Eduardo Favaro, quien consiguió 2 triunfos y 3 derrotas. ¡El Nacional tuvo 5 directores técnicos en la temporada! Algo que normalmente pasa en equipos que descienden o pasaba en los años más caóticos de Barcelona S.C. por ejemplo.
De regreso a la novela dirigencial. Yunda había renunciado un 29 de octubre, pero las elecciones no se celebraron sino hasta el 28 de noviembre, asumiendo la presidencia del club recién el 18 de diciembre. Aparente acefalia en el club, que había quedado en manos del Vicepresidente de Yunda, Gustavo Cabrera. En todo ese tiempo, sumado a cada amargura que daba el cuadro criollo a su hinchada y a los problemas económicos, estuvo la pugna entre Yunda y Manjarrez. El uno le decía que mejor asuma de una vez la presidencia, el otro, que por qué salió del cargo antes de tiempo y que asumirá cuando inicie legalmente su periodo.
Mientras Yunda y Manjarrez se pasaban la pelotita, El Nacional acababa su campaña con la resta de un punto por la no presentación de roles de pago de los jugadores. Volvió a saberse este tipo de problemas que se daban antes de 2013 y que parecía, se habían solucionado, volvieron a aparecer, sumado a que desde este año, hay un reglamento que penaliza eso. Una vergüenza más a la campaña 2015.
Yunda manifiesta que varias deudas claves del club (IESS; SRI) fueron saneadas durante su gestión, además de varias deudas de antes de su mandato, que incluían a sus mismos empleados y antiguo plantel de jugadores y tuvieron al cuadro criollo en una situación sumamente crítica previo a su periodo. El tema de la deuda al actual plantel se argumentó que fue causado porque no se pudo hacer uso del dinero que se descuenta a los socios militares.
El panorama es desolador. De este 2015 prácticamente no hay como rescatar nada a nivel futbolístico. Las contrataciones fueron decepcionantes. La defensa encajó 58 goles, con rendimientos paupérrimos de Caicedo, Morante, Luna, Ordóñez más el peor año del portero Adrián Bone desde que está en la institución militar. Un valor como Franklin Guerra pasó mucho tiempo ausente por lesión o suspensión. Edison Méndez enfrentado al DT Zambrano y también su condición física conspiró para que su aporte sea a cuenta gotas, Daniel Samaniego recién alineó cerca del final del torneo. El ataque criollo fue uno de los peores del torneo con sólo 45 goles conseguidos. Ni Miguel Álvarez ni Edison Preciado ni Marquez (y del resto es difícil acordarse siquiera) fueron una solución real para el rojo. Eso más, muchos de los jugadores de este año terminan sus contratos y uno a uno han empezado a irse, mientras la actual dirigencia no anuncia contrataciones y todos los equipos con los que luchará por la categoría, van sumando gente.
El Nacional sigue en problemas económicos, lo que Manjarrez no deja de “recordar” en medios de comunicación, y con las escasas relaciones con grupos económicamente poderosos de la actual directiva, se ve difícil que pueda arreglarse dicho problema en el corto plazo. Se dice que se echará mano de las formativas para salvar al club, pero actualmente evidencias resultados poco alentadores, además si vemos el ejemplo de Deportivo Quito, cuando empezó a ubicar mucho producto de su cantera, comenzó el desastre. Para ganar partidos hará falta un jugador que marque la diferencia y está lejos de que se pueda contratar alguno. Cuadros como Fuerza Amarilla o Mushuc Runa hoy por hoy le ganan fácilmente la pulseada a los criollos a la hora de llamar a alguien a sus filas.
El Nacional tiene un número importante de hinchas, bastante menor al de los otros 3 grandes, pero significativo. Sin embargo, al apático hincha criollo hay que estimularlo continuamente y en eso la labor del Dr. Yunda fue espectacular al promocionar al club a través de los medios del Grupo Canela del que él es la cabeza. Manjarrez estará muy lejos de contar con ese respaldo y las taquillas sufrirán sensiblemente. Además de que si quiere pautar, le tocará sacar del calamitoso erario criollo.
La situación financiera aún es incierta con un informe económico aún no aprobado. La situación se supone que es mala, pero es bastante menos mala que lo que pasaba en 2013 según la versión y gestión de Yunda. Lo cierto es que para corregir los males urgentes del equipo de fútbol, los recursos monetarios son cortos y lo que puede esperar el hincha de El Nacional en el 2016 es otro año mediocre en el que máximo se salve la categoría. Llegar por ejemplo a una Copa Sudamericana, sería prácticamente un milagro. La evaluación financiera de la gestión Yunda aún queda en veremos, pero la futbolística, que es más fácil de analizar, es decididamente mala. Sumado a sus reacciones dignas del hincha más termocéfalo (de cabeza caliente, para quienes no están familiarizados con el término rioplatense) que derivaban en actuaciones y declaraciones lamentables que solo propiciaban inestabilidad en el plantel e incertidumbre en la hinchada.
El Nacional, como nunca, es candidato de peso para descender. Mientras el hincha criollo ve con frustración cómo los ostentosos números de su otrora glorioso club son superados: ya Emelec logró un tricampeonato y ha participado más veces en Copa Libertadores que Nacional. Tiene 2 clubes con poca historia pero con solvencia económica que lo sobrepasan en mano a mano histórico, aunque cierto es que son clubes jóvenes: River Ecuador e Independiente. Este año lo más probable es que Liga de Quito lo supere en dicho mano histórico y en puntos conseguidos en Copa. Emelec podría hacer un tetra y superarlo en estrellas.
Con 23 derrotas, prácticamente Nacional le debe la categoría al señor “Palmira” Salazar y su demanda que ocasionó la pérdida de 6 puntos a Deportivo Quito, así como a los errores dirigenciales del señor Villavicencio en Loja. ¿Podría ser que esta vez no haya quién lo salve? Si desciende, ¿Qué tan rápido se recuperará? ¿o esa grandeza era solo una ilusión? Hasta la paranoia invade a la fanaticada criolla, que seguramente este año engordó mucho las billeteras de terapeutas y psiquiatras. Este fue un año horrible entre los horribles y como viene el panorama, pareciera que no fuera el peor. Espero con todo el corazón equivocarme.