Las partidas de los «ídolos» también duelen

Este artículo originalmente lo escribí en mi blog personal. Sepan disculpar la parcialización. Es una escrito que tiene sólo emoción y prácticamente nada de técnica.

 

Quito, sector Ponceano. Deben haber sido alrededor de las 9 de una noche fría y húmeda. En esa misma noche se inauguraba el tablero electrónico del Estadio de Liga Deportiva Universitaria que señalaba que el local caía por 2-1 frente a El Nacional en un duelo que se sabía, era decisivo para las aspiraciones de campeonar de ambos clubes.

Junto a mi papá estaba yo ya más de pie que sentado en esa cancha, había reunido todas las cábalas posibles: la camiseta de la suerte, la chompa de la suerte, el pantalón de la suerte, el gorro de la suerte, los calzoncillos de la suerte. Tenía la idea de que en ese partido no podíamos fallar, la fe de que no íbamos a fallar, el miedo, Nacional iba con 2 bajas: Félix Borja y Cristian Lara. El DT Ever Hugo Almeida iba a probar suerte usando línea de 3, lo que no planteaba habitualmente e iba a confiar el comando del ataque a un adolescente llamado CHRISTIAN BENÍTEZ.

Volvemos a las 9 de la noche de aquel miércoles 14 de diciembre de 2005, Liga tenía contra la pared a El Nacional, no era para menos, estaba perdiendo en su casa. Mal despeje de los albos, balón que se traslada de una cancha a otra como misil intercontinental, Benítez la recibe solo, en mi cabeza, que funciona como novela de «realismo mágico», se empiezan a dibujar fuegos artificiales y estelas que caen desde el cielo, mientras «El Chucho» se disponía a encarar a Cristian Mora, lo desparrama, contengo la respiración … ¡Y ANOTA! Con mi papá nos abrazamos como no lo hacíamos desde que yo era niño. El juego estaba ganado y el título seguro para El Nacional.

Aquella noche, Christian Benítez entró en mi catálogo de ídolos, un joven jugador que asumió una difícil tarea como un gigante, no sólo era cuestión de ese partido, recordemos que ha media temporada había partido trágicamente Otilino Tenorio, quien tenía una temporada goleadora sensacional con los criollos. Después vino el éxito, 2 títulos con mi querido rojo, su partida a México y múltiples triunfos personales para el «Chucho», pero también su polémica. Empieza a anotar, como a fallar goles con la camiseta de la selección ecuatoriana: Copa América 2007, eliminatorias a Sudáfrica 2010 y una serie de partidos nefastos en los que la afición ponía como principal culpable de las derrotas a Benítez.

Los años «post-Nacional» de Christian Benítez, los sufrí más que disfruté. En cada gol que se mamaba, las puteadas me dolían como si fueran a mis hijos (que no los tengo), cada que encaraba, apretaba y rezaba porque la emboque y deje callados a todos «los ignorantes», es que por aquel triunfo de 2005 le tenía una gratitud eterna. Los goles que hacía con la selección los gritaba más que los que hacía cualquier otro compatriota, fíjense que hasta me llegué a emocionar en las últimas finales del torneo mexicano, serían las semis de América vs Monterrey cuando marcó su último gol como profesional, uno que grité como si fuera mi club (dicho sea de paso, ni me gusta el América, ni el fútbol mexicano en general).

Hoy el dolor es indescriptible, se  ha marchado un ídolo personal. Un ïdolo «no ídolo» por las pasiones encontradas que generaba en Ecuador y que sepa, incluso en México donde vivió lo mejor de su carrera. Un futbolista tan de «El Nacional», que después de su lamentable deceso, circularon fotos des su infancia vistiendo los colores del club, como es sabido, el fue hijo de otra leyenda criolla como «La Pantera» Ermen Benítez. ¡Adiós ídolo!. No se cuantos aficionados te tengan la gratitud que yo te tengo. Que la paz sea con su familia y amigos cercanos.

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