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El Rey de los deportes y la vida

Dentro de la fauna urbana, encontramos varios especímenes que para mí al menos, son inentendibles: por un lado aquellos que escuchan reggaetón en los buses sin audífonos y por voluntad propia, quienes no saben utilizar un ascensor y cuando quieren subir aprietan el botón de bajar y viceversa, aquellos que no dicen por favor y gracias, y finalmente, aquellos que no disfrutan el fútbol e incluso llegan a sentirse superiores a quienes gozamos de un partido. Les anticipo mi diagnóstico: Insuficiencia de sal yodada o una caída cuando eran bebés. No obstante lo anterior, para los fines consiguientes, vamos a escarbar un poco sobre este tema a ver si me ilumino en el camino. Aunque no creo.

¿Cómo es posible que a una persona en sus cabales no le guste el fútbol, y cómo puede ser que se crean superiores por eso? Vamos enumerando a estos grupos demográficos, de los que se me vienen a la mente:

En primer lugar, muchos gringos. Nuestros amigos del Imperio son los primeros detractores del soccer, pues para ellos los deportes en general deben ser básicamente jugados con las manos, ponemos como ejemplo el básquet donde está claro que el uso de las extremidades inferiores al contacto con el balón está penalizado, el fútbol americano donde hay una patada cada diez minutos, el baseball donde todo es punta de guantes y bates como extensión fálica de su hombría, el hockey en el que el símbolo fálico compensa aún más el pegarle al pot, el golf donde seguimos hablando de símbolos fálicos pero ahora más delgado y con pelotas más pequeñas, y finalmente la lucha libre o el UFC, deportes en el que varios hombres en calzoncillos se abrazan de manera constante mientras una multitud de fans en éxtasis grita sus nombres. Entienden el punto.

Hay otro grupo de gente que sin ser gringos, se inclinan por deportes menos tradicionales, si es que se los puede denominar deportes: El atletismo (¡uy, qué emocionante ver correr a un tipo 40 kilómetros!), o los fans de “los fierros”: Esos que consideran deporte al automovilismo, pues les tengo noticias: si el automovilismo fuese deporte los buseros y taxistas irían a las olimpiadas; o los denominados deportes extremos, como son la patineta o la bicicleta, los cuales no son más que excusas para que los jóvenes fumen sustancias estupefacientes en las esquinas y en los parques antes de ir a grafitear garabatos o para amas de casa que desean salir a orearse el domingo en una ciclovía que cierra las calles de la ciudad.

Otro segmento de personas que usualmente no disfruta el fútbol son las mujeres. Claramente este género se encuentra muy ocupado limándose las uñas, preparando el arroz y luchando por una igualdad de derechos que nunca va a llegar porque ¡ya dominan el mundo, dejen de joder! Entonces el común de las féminas no encuentra atractivo la forma en la que 22 muchachos vestidos de corto dominan el balón, aun cuando existen algunas inicuas confesas que claro, encuentran atractivo en ver a esos jóvenes de esbeltos cuerpos con las piernas al aire aunque sean más malos que la ponerle el pie a un ciego. Casquibanas, ustedes no gustan del fútbol, los jugadores no son pedazos de carne, son cerebros con un cuerpo a su servicio para dominar el balón.

Y claro, llegamos a la cereza del pastel: Los intelectualoides. Estos raros seres se dividen en dos tipos con envoltorio diferente pero con la misma esencia, esa rebeldía intelectual y contra los convencionalismos sociales que se manifiesta en las tertulias y redes sociales desde sus dispositivos Apple, creyéndose superiores a los demás por el simple hecho de no ver fútbol.

El primer grupo son los hippies: usualmente ataviados con bufandas o shigras, huelen a guardado, usan lentes redondos y tocan algún instrumento musical como la flauta o la armónica, se reúnen a comer hamburguesas vegetarianas en el bar de moda (hippie) mientras toman un vino hervido y escuchan Manu Chao o Gondwana. El segundo grupo vienen a ser los hipsters, pero del ala pelucona: siempre a la última moda, amantes del couscous y capaces de pagar treinta dólares por una hamburguesa, con cuenta en cada una de las redes sociales porque su atareada vida social les exige que suban fotos cada fin de semana en la boda, bautizo, picnic, brunch o ida al cine que corresponde, no vaya a ser que la gente piense que se quedaron en casa viendo el fútbol.

En las reuniones de estos especímenes se tocan temas tan candentes como el manejo económico del gobierno de Sal Si Puedes, la última pasarela del New York Fashion Week (ojo, puede que llegues al grupo en el que la moda tampoco está considerada como interesante y ¡zape!), el top ten de pinot noir que se consiguen en Quito aun con salvaguardas y un largo etcétera. Miran por debajo del hombro a quienes preferimos ver un partido de fútbol a ver una película independiente francesa, o piensan que somos menos quienes vamos al estadio a un partido de las eliminatorias en lugar de ir a un concierto de jazz gratis en una plaza céntrica, y llegan incluso al extremo de señalar con desdén a quienes celebramos un campeonato o un triunfo de nuestra selección en lugar de preocuparnos por el hambre en África o los perros mestizos del botadero de basura en Riobamba.

Quiero dejarle a esta gente un poema, no fue escrito por Neruda, Allende o Benedetti, sino por el Sr. Walter Saavedra, un muchacho que fue desde albañil hasta periodista, un recordado relator argentino quien dijo:

Y yo, hago un pequeño cover del cierre:

¿Cómo vas a saber maldito hippie?

¿Cómo vas a saber lo que es la vida?

Si nunca, jamás jugaste al fútbol.

2 comentarios
  1. Edison Guapaz Zambrano
    Edison Guapaz Zambrano Dice:

    Yo intento respetar y aceptar el hecho que haya gente que no le guste el fútbol. Está bien que no compartan este gusto, pero me arr*chan los giles que nos tratan como cavernícolas a los futboleros. ¿Quién les dio esa aura de superioridad?

    Responder
  2. Javier Dice:

    Muy buen artículo David, inclusive existen diversidad de estudios científicos de todo el mundo que han descubierto que solamente disfrutar de algún deporte, sobre todo del rey de todos como lo es el fútbol, ayuda a reducir el estres y las enfermedades cardiovasculares.

    Responder

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