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Reviviendo el Pánico Satánico

Pocas cosas más ochenteras que el miedo al diablo, sin (?) El concepto de “pánico satánico” fue una especie de histeria colectiva que se gestó en Estados Unidos y se esparció por el mundo mediante la cual se generaron denuncias de abuso o crímenes gestados en supuestos rituales satánicos, la gran mayoría infundadas y sostenidas bajo la idea de una enorme y siniestra conspiración mundial reunida en la adoración al príncipe de las tinieblas. La misma desapareció con el fin del Siglo XX.

Con este contexto pasamos a hablar de “Hysteria!”, la serie que en Latinoamérica está siendo transmitida por la plataforma MAX (antes HBO Max) y consta de 8 apasionantes capítulos. La historia se ambienta en 1989, durante el apogeo del Heavy Metal, género de rock que se ha visto hasta la actualidad relacionado con la adoración satánica y cuyo eje narrativo es principalmente la música.

 

Y esto podemos advertir desde cómo se titulan los capítulos homenajeando temas del género o ni tanto, desde el mismo “Hysteria” (Def Leppard), Heaven’s on Fire (KISS), Can I Play with Madness (Iron Maiden) o títulos más nuevos como “dance macabre” de los suecos Ghost. La historia inicia a partir de una banda de rock (Dethkrunch) de adolescentes (Emjay Anthony, Chiara Aurelia, Kezii Curtis) que al buscar mayor difusión trataron de hacerse pasar por adoradores del diablo, técnica de mercadeo (?) que de hecho fue adoptada por algunos grupos durante aquella turbulenta época. Dicha estrategia les juega en contra al terminar siendo vinculados con un crimen, pero les juega aún más a favor gracias a ese escándalo y a una fama que a la larga nada tenía que ver con muchachos de hecho tranquilos.

Sin embargo, los ejes narrativos van mucho más allá de la música y de otra de tantas series retro de adolescentes que abundan en estos tiempos para captar adolescentes eternos entre el público. Bien podría encasillarse como serie policiaca, más también cae en las conspiraciones y en temática sobrenatural un poco parecida a “Stranger Things”. Todos esos elementos hacen a la serie muy dinámica y a pesar de la longitud de los capítulos, que suele bordear la hora, en general se pasan muy rápido.

Se trató de una opción muy real para recrear los Estados Unidos de los 1980s, una época muy conservadora en la que de hecho las producciones mediáticas buscaban idealizar el “American Way of Life”, con apacibles suburbios, familias perfectas y una dinámica juvenil que enfrenta a los populares (Jessica Treska, Elijah Richardson) con los “bichos raros”. Acá lo interesante es que el punto en el que confluyen populares con raros es el satanismo, mostrado también como una expresión de rebelión juvenil, Claro, acá nos llevaríamos más de una sorpresa al ver quién se tomaba el culto en serio y quién no.

 

Las series con protagonistas adolescentes suelen enfatizar las brechas generacionales, en este caso la religión es un factor importante en el cual el tema del demonio como opositor del Dios cristiano es innegociable para generaciones pasadas, pero que no es tomado tan en serio al menos como opositor para las generaciones desde la X en adelante. Obviamente se habla de estas diferencias con la música y con las culturas urbanas, pues vemos como los padres de los chicos eran parte de la cultura hippie. El romance, la amistad y las cosas que se es capaz de hacer por las mismas también son expuestas.

Esta serie es muy recomendable para: nostálgicos, melómanos, cultores de las temáticas de misterio y suspenso. La ambientación ochentera con ropa, peinados y tecnología es muy bien lograda, merece ser vista.

El Pingüino: El Ascenso del Mal

 

Se transmitió la Primera Temporada de la serie “The Penguin” (El Pingüino) a través de HBO y su plataforma MAX. La misma que es basada en uno de los célebres villanos del Universo de Batman y se puede decir que ha sido la gran apuesta de DC Comics para este 2024.

Esta producción consta de 8 episodios con una simpática opción de tener comentarios extras después de que finalizan cada uno de ellos explicando lo que quisieron comunicar incluso con la iluminación, planos y tomas (muy didáctico para estudiantes y profesionales de producción audiovisual), seguramente advertidas inconscientemente por los espectadores de esta producción que mezcla el thriller psicológico y policial como suele ser todo lo relacionado al hombre murciélago y sus personajes.

La serie trata de explicar el ascenso como un gran capo criminal de Oswald Cobb en medio de la eterna guerra entre las familias mafiosas Falcone y Maroni. “Oz” es interpretado brillantemente por Colin Farrell haciendo una transformación brutal de su aspecto que obviamente requirió mucho trabajo de maquillaje. “Oz” es retratado como un sujeto muy inteligente y audaz. Manipulador y despiadado. Como en la mayoría de publicaciones con el personaje de “el Pingüino”, su relación con su madre contiene un lazo fuerte y explica motivaciones y comportamientos en general.

Su mayor contraparte es Sofia Falcone Gigante, interpretada por Cristin Milioti. La hija del legendario mafioso Carmine Falcone, pero busca su propio camino cuando justamente esta serie arranca con la muerte del viejo Carmine. En este caso la actriz construye pulcramente la imagen de una persona psicótica que ha llegado a un punto demasiado bajo en su alma y especialmente hay un capítulo donde se puede seguir su transformación que incluye descensos profundos a la locura.

Bien podría decirse que el principal tema es los trastornos mentales, principalmente la psicosis tanto de Oswald como de Sofia, lo que se traduce en la astucia de sus planes, así como en su despiadado accionar. También se la revisa en la demencia de Frances, la mamá de Oz, quien sufre “demencia con cuerpos de Lewy” y cuyas alucinaciones por momentos contextualizan los relatos. En cierta medida el tartamudeo de Victor Aguilar, quien se convierte en joven ayudante de Pingüino, es un trastorno, pues se activa en momentos de estrés.

Esta serie también se basa mucho en las relaciones familiares. En todas las versiones del personaje “Pingüino”, la relación con su madre es decididamente influyente y generalmente apegada. La guerra entre clanes Falcone y Maroni con sus permanentes juegos de lealtades, traiciones y violencia que llevan a Sofia a pensar en una nueva conducción, haciendo un guiño también con la problemática del machismo y los nuevos tiempos. La familia de Victor y su calamidad tocan el tema de la marginalidad en la ya icónica Ciudad Gótica.

Justamente en esa marginalidad toma forma la serie, con las descarnadas pero quizás acertadas reflexiones de Oswald sobre la supervivencia, además del resentimiento que se fragua en un segmento de la sociedad que se ve desplazado y con ello el resentimiento que es el sentimiento fundacional de los problemas sociales. También esa marginalidad puede ser un refugio. Lo es para Oz y para Victor y también se contrapone al personaje de Sofia, ya nacida en un entorno aunque criminal, de todas formas privilegiado.

La producción tiene una colección de fantásticas tomas en las que destacan contra picados y planos aberrantes que hacen énfasis en el peligro y la maldad, así como la iluminación que endurece a discreción ciertos rasgos. La música escogida algunas veces dentro de conocidos temas populares ayuda a la atmósfera de oscuridad. Todo esto ha catapultado a la serie a ser uno de los grandes sucesos mediáticos del año, con gran expectativa en la temporada de premiaciones.