50 Años de: Mito, Leyenda e Historia Viva
El 29 de abril se cumplieron 50 años de uno de los partidos fundacionales de la mitología e historia futbolística del Ecuador, el conocido como “La Hazaña de La Plata”. La fría estadística dice que es un juego disputado en dicha ciudad argentina en 1971 por las semifinales de Copa Libertadores en el cual, Barcelona Sporting Club de Guayaquil, Ecuador, venció por 1-0 a Estudiantes de La Plata.
¿Por qué este juego tiene aquel colosal apelativo? Hay que empezar por los equipos a enfrentarse. En un lado estaba un club ecuatoriano, país por aquellos días desprovisto absolutamente de prestigio internacional y de hecho ignorado o desconocido. En esas fechas, Alberto Spencer, quien estaba en los últimos días de su carrera de futbolista profesional, había reforzado al elenco amarillo y tal vez su presencia revestía algo de atención. Por el otro lado estaba el tricampeón vigente de América, un conjunto que ya era legendario y repleto de nombres ilustres que con el paso de los años serían icónicos en la historia del fútbol continental.
Barcelona había alcanzado por primera vez en su historia las semifinales de Libertadores. Eso tras superar en fase de grupos a Emelec, Deportivo Cali y Junior de Barranquilla. Por aquellos días dicha instancia se jugaba en 2 grupos de 3 equipos y al Ídolo del Astillero le tocaba enfrentar al monarca reinante, Estudiantes y a Unión Española de Chile. La cosa arrancó mal para los amarillos, pues perdieron en casa 1-0 con los argentinos con tanto de Juan Echecopar. El siguiente juego, Barcelona lo ganó 1-0 ante Unión Española con tanto de Spencer. Entonces a los canarios les tocaba aventurarse por el continente, seguramente no con las mejores expectativas.
En el juego celebrado en la hasta ese entonces inexpugnable cancha del Estadio Jorge Luis Hirschi, Estudiantes formó con: Gabriel “bambi” Flores; Rubén Pagnanini, Ramón Aguirre, Hugo Spadaro, José Hugo Medina; Juan Echecopar, Néstor Togneri, Carlos Pachamé; Pedro Verde, Rubén Bedogni y Juan Ramón Verón, dirigidos por Miguel Ignomiriello. Barcelona de su lado alineó a: Jorge Phoyú; Wálter Cárdenas, Vicente Lecaro, Luciano Macías, Edison Saldivia; José Paes, Miguel Coronel, Jorge Bolaños, Washington Muñoz; Alberto Spencer y Juan Manuel Bazurco, dirigidos por Otto Vieira.
Las crónicas hablan de un partido en el cual, los ecuatorianos aplicadamente hicieron un juego parejo, sereno y muy incómodo para su rival que tal vez jugaba «algo sobrado». Por el desnivel histórico el 0-0 al final del primer tiempo ya parecía bueno para la visita, pero grande sería la sorpresa cuando a los 17 minutos del complemento Alberto Spencer desde la izquierda lanza un envío perfecto para que el español Bazurco con toda la fe del mundo envíe el balón al fondo de las redes. El inusitado adelanto en el marcador de Barcelona puso nervioso al ilustre local que nunca encontró el camino para el empate siquiera ante la disciplina y concentración de su rival. Barcelona se llevaría un triunfo inolvidable de la Ciudad de La Plata.
Entonces, un equipo con un plantel sensiblemente menor vencía a un famoso tricampeón continental en su propia cancha, que estaba invicta en certámenes internacionales y además… ¡con gol de un sacerdote! (ingrediente fundamental para contar este cuento). Es algo lógicamente deslumbrante para una tierra por ese entonces carente casi en absoluto de glorias deportivas, por no decir de gloria en general. Desde luego, los cronistas de la época no tenían mayor alternativa que catalogar dicha victoria como hazaña y ciertamente ensalzarla con las exageraciones propias de las epopeyas de los libros de historia. Es increíble que no haya merecido al menos un cortometraje.
Pero esta historia no es del todo redonda, pues luego de la espectacular victoria ante Estudiantes, Barcelona viajó a Chile donde cayó 3-1 y dejaría muy comprometidas las opciones del Ídolo para llegar a la final, pues quedaban los enfrentamientos entre “hispánicos” y “pincharratas” que fueron ganados por los segundos y así de nuevo alcanzarían a disputar el cetro de América que lo perderían ante Nacional de Uruguay.
La fría estadística dirá que “La Hazaña de La Plata” no sirvió de mucho, pues no le alcanzó a Barcelona para cumplir el objetivo de llegar a la final, cosa que de hecho Estudiantes logró y bajo este argumento, muchos dirán que el mote de “hazaña” para este partido es exagerado, junto a que no se ve en la alineación del pincha a un par de los legendarios tricampeones ni a su totémico entrenador, Osvaldo Zubeldía. Sin embargo, hace falta trasladarse hace 50 años y ponerse en la piel de las circunstancias históricas e incluso metafísicas del partido. Tal vez medio siglo después, con un pueblo acostumbrado a ser más ganador (empezando por la propia hinchada amarilla) suene a poco, pero en su tiempo significó mucho.
La “Hazaña de La Plata” es uno de los pilares fundamentales de la idolatría de Barcelona Sporting Club. Quien escribe podría señalar 3: la victoria ante el famoso Millonarios de Di Stéfano, Pedernera y demás el 31 de agosto de 1949 en el Capwell (idolatría local); La Hazaña de La Plata (idolatría regional) y el paso a la final de la Copa Libertadores 1990 ante River Plate (idolatría nacional). Coincidencias divinas que hacen del cuadro amarillo el más popular del país… entre otras cosas.
Foto principal tomada de: Revista Vistazo
Guitarras y gol