«El Clásico más Importante» – Fútbol y Matrimonio o noviazgo

Un varón promedio, soltero y futbolero, puede ver tranquilamente y sin despeinarse una docena de partidos de fútbol a la semana, pues el esfuerzo queda para ese par de picaditas que juega con sus amigos también. Sin embargo este valor decrece a menos de la mitad una vez que el estado civil de este macho castigador pasa a Casado o si no firmó nada a Unión de Hecho. Este hecho tan cierto como la muerte, será objeto de análisis en esta oportunidad de la manera menos imparcial posible, y cerraremos con un par de recomendaciones tácticas para poder recuperar esas horas-fútbol que nos hacen falta.

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De hecho, es algo más avanzado que esto

¿Ustedes dudan que un hombre puede ver (al menos) 12 partidos de fútbol en una semana? pues veamos: empezamos el martes con dos partidos (uno de Champions y uno de Libertadores), lo cual se repite el miércoles y jueves sumando 6, el viernes se bebe por tanto no hay televisión, por lo que el sábado de cruda vemos tres partidos igual que el domingo (sea Campeonato Nacional, argentino, brasilero, mexicano, Ligue BBVA, Premier, Calcio), y la yapa es el día lunes en el cual podemos ver algún partido repetido que no alcanzamos el fin de semana (o el de nuestro equipo si fuimos al estadio pero queremos analizarlo de mejor manera), con un promedio de dos horas de transmisión de cada uno.

Son 24 horas a la semana que podemos ver fútbol sin problema, valor que se incrementa en unas buenas horas más si somos parte de un equipo barrial o solemos hacer un picadito con los amigos en la cancha sintética de nuestra preferencia; y si vivimos en la ciudad en la que nuestro equipo tiene su sede, pues son tres horas más de asistencia al estadio cada quince días al menos. De los 7 días de la semana, le destinamos un día y medio al fútbol, y por esto es que no tengo más opción que darle razón a Valdano: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”.

¿Cómo es que un hombre puede físicamente dedicarle tanto tiempo al fútbol, acaso no tiene más vida que la pelota y el trabajo? Pues las excusas y las razones están siempre al orden del día: Si nos invitan al bautizo del sobrino a las 11h00, adelantamos a nuestro hermano que el Derby de Manchester es a las 09h00 y que llegamos después del partido; si tenemos una reunión el sábado a las 14h00 aparecemos a las 15h30, y claramente admitimos que estaban jugando el Madrid contra el Valencia y estaba partidazo, y así una y otra vez, hasta el día en que decides unir tu vida con una persona que simplemente, no entiende como puedes ver tanto fútbol.

De un día a otro, el cumpleaños del sobrino de la hija del colegio es más importante que la rivalidad de Lionel y Cristiano, el cambio de casa de la prima tiene más atención que el debut del compatriota en la liga inglesa, y “ese foco que no se va a cambiar solo” le quita protagonismo al hat-trick de Zlatan. Inconcebible. E igual de inconcebible, perdón la redundancia, es que uno en la mayoría de ocasiones acepta e incluso, disfruta de estas nuevas prioridades.

Y es que encontrar a una mujer que le guste tanto el fútbol como a ti es más difícil que encontrar un billete de dos dólares: sabes que están por ahí, algún rato viste uno y lo tuviste contigo pero son pocos los afortunados que logran conservarlos. En este punto es necesario aclarar que no estamos hablando de mujeres que únicamente ven el partido de sus equipos, que saben quién es el goleador o figura o que jugador tiene el mejor cuerpo, sino de aquellos raros especímenes que pueden disfrutar de un partido de la Europa League o de un Tigres – Chivas sin quedarse dormidas antes de la primera falta, o peor aún, intentar cambiar de canal o actividad recreativa: Pecado.

Es así que la cantidad de partidos a ver es reducida por los compromisos propios del matrimonio, y no nos queda enfocarnos en esos pocos partidos que coinciden en los escasos momentos de relax en casa, y es acá amigos, donde el tema se pone realmente cuesta arriba pues, volvemos, pocas mujeres entienden la necesidad imperiosa que tenemos de ver la pelota rodando en el rectángulo verde.

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De tanto observar y analizar a esos directores técnicos que ganan millones de dólares, uno aprende de a poquito que, aunque el rival siempre sea el mismo, las circunstancias cambian y nuestras estrategias deben ser dinámicas y acomodarse al momento. Vamos a ver a continuación, un par de ejemplos de clásicos jugados por su servidor frente a la TV en los que, gracias a la estrategia, se pudo salir avanti y disfrutar de un partido sin necesidad de canjearlo por tiempo de baby shower del próximo fin de semana o una maratón de “Sex and the City”, las cuales les dejo como dato, son buenas maneras de ver el partido del día, aún cuando el pago del precio sea demasiado alto.

Para poder aplicar la táctica de posesión de Pep, es necesario mucho tiempo de práctica. Guardiola tuvo La Masia, nosotros tenemos el noviazgo y es desde ahí, las inferiores, donde debemos preparar el terreno. Hay que adueñarse del control remoto, darle gusto de vez en cuando para ver “Mom” o “New Girl” pero SIEMPRE en poder del control remoto. En cada espacio de publicidad, cambia de canal arguyendo que no quiere ver los anuncios comerciales, aun cuando sea molesto para la espectadora y a veces para ti mismo, no dejes de cambiar, ella debe saber que en ese momento se juega tu partido y tu impones el ritmo de transmisión. Así, cuando jueguen River contra Boca en la Libertadores y quieras ver el partido completo seguido del problema del gas lacrimógeno, tú tienes el control y ella ha aceptado ya, que quien maneja la programación está a su lado y le va ser muy difícil quitarte la posesión del preciado control remoto.

Para hacer un Mourinho, es necesario que nos preparemos para hablar y ofender la programación que no consideramos digna de competir contra aquel partido de la “Copa del Rey” que queremos ver, así como hacer adquisiciones de renombre que puedan ser utilizadas a nuestro favor, aunque sea en el papel: “Esa película ya la viste cien veces”, “¿Para que estamos pagando internet y Netflix si puedes ver esa película en la Tablet?” y “¿Compramos el SmarTV de adorno? Ahí puedes tranquilamente ver la película, ¡por favor!”. No aceptes un no por respuesta, y si nada más funciona, pícale el ojo con tu dedo.

Finalmente para terminar este ya largo artículo, por lo cual le pido disculpas al lector, a veces hay que aplicar un Caruso Lombardi. Siempre habrá ese partido que queremos ver pero que no le interesa ni a la mamá de los jugadores, los argumentos de la importancia por ser final de la Champions o el que en ese equipo juegue un ecuatoriano no son suficientes, pero queremos verlo. Mis fuentes me han informado que esta técnica es especialmente útil para ir al estadio a ver el partido en vivo, o sirve para poder jugar ese partido en cancha sintética con los barrigones compañeros de trabajo (al que acompañarán un par de cervezas auspiciadas por los ganadores): A veces hay que vender humo… Podemos argumentar que “el deporte es sano para la salud”, “no está mal que tengamos nuestros pasatiempos y que mejor si hago un poco de ejercicio o tomo un poco de sol”, “desde que soy niño, puedo ir al estadio y sacar todas mis frustraciones en la grada, tu sabes que no puedo ir puteando a todo el mundo como en el estadio”. Humo puro y duro, a veces hay que hacerlo.

Debo ser honesto y admitir que en mi caso particular, si bien mi novia no es amante del fútbol tampoco es opuesta a ver un partido, pero claro debe ser trascendente mediáticamente y es necesario aguantar los comentarios de “mira que cuerpazo/piernas/abdomen” de tal jugador y hay que hacerlo con gusto, porque uno también le dice que la rubia de su serie tiene unas piernotas/trasero/ojazos. Ella sabe la importancia de la Copa América, de un Mundial o de los partidos de mi equipo, y sabe, como yo, que uno no puede ganarlos todos, pero hay que ser cauto en victoria y noble en la derrota, pues siempre habrá un nuevo clásico a la vuelta de la esquina.

Remakes, remakes por todas partes

Lunes 15 de Junio 2015. Conferencia Playstation en el E3 2015, en pantalla Cloud y sus amigos, aparece la palabra REMAKE. 20 años después, nuevamente Final Fantasy VII. Uno de los momentos más esperados y por demás el más aplaudido de la feria. Pero, ¿un remake puede ser lo más destacado de la feria?

 Los remakes (según la RAE, anglicismo evitable que puede sustituirse por los equivalentes españoles : versión o adaptación), reboots, spin-offs, secuelas, etc. son muy habituales en el mundo de la música, cine, TV y videojuegos. Con estos, las compañías usan un producto ya probado y tratan de buscar réditos económicos con él sin arriesgarse a nuevos proyectos. Estos juegan con nuestros sentimientos y nostalgia para tratar de vender un producto que, en la mayoría de casos, no llega a la calidad del original. Nuevos personajes, muchos efectos especiales, adaptación a tiempos modernos que generalmente hacen añorar los versiones originales, y en muchos casos, hacen que vuelvas a verlas.mad max

Sin embargo, los remakes no son un tema actual, en el caso de cine incluso se llega a los orígenes de la industria. Uno de los remakes más antiguos data de 1921, con la película «Orphans of the Storm», un remake de dos cortos de 1911 y 1915 (The Two Orphans). En lo que va de este año, se han presentado varias secuelas: “Mad Max: Fury Road”, “Jurassic World”, “Terminator: Genesis”. Algunos remakes como “Carrie” o “Poltergeist” ¿Realmente estamos en el 2015 o estamos de vuelta en los 90?

 En el campo de los videojuegos, los remakes están a la orden del día con versiones «High-Definition Remaster», versiones de descarga de juegos de consolas de los 80 (NES, Sega Master System, etc). En el E3 2015 ha predomidano los anuncios de secuelas y remakes. De allí que tenemos para estos años “Halo 5”, “Fallout 4”, “Forza Motorsport 6”, “Metal Gear Solid 5”, juegazos realmente. Sin embargo, parece que se está jugando lo mismo de años pasados. Caso especial merece “Call of Duty”, con versiones anuales, con nada de cambios y a precio de nuevo (60 dólares en Estados Unidos).

 Con todo esto, solo tenemos que seguir disfrutando remakes, esperando ansiosos secuelas, mientras se aguarda alguno que otro proyecto nuevo que haga pensar que todavía hay creatividad en el mundo.

por:

Juan Marco Villagómez

@jmvillagomez

«Si me tiras una piedra, yo te tiro una cantera»

Días atrás falleció Pablo Aníbal Vela Córdova, uno de los pioneros en ese estilo de “cantar la plena” como le gusta al pueblo que come y respira fútbol, barcelonista confeso, tan barcelonista que llegó a ser tercer arquero de Barcelona. Claro, esto para poder entrar a un estadio al que le fue negada la entrada en algún momento.

¿Qué significa para un barcelonista esta partida?

Bueno, se va un personaje de aquellos, de los que actualmente hacen falta, de los que son el mismo ante el micrófono y lejos de él, de los que no solo te responden el saludo en la calle sino que si había la chance, dialogabas con él sobre Barcelona, el Rey forma parte de la historia de la ciudad y de su hijo querido Barcelona, el Rey vió y transmitió a su equipo en capítulos como “la hazaña de La Plata” por mencionar uno nada más, querido por muchos. Por otros, no tanto.

Grato recuerdo (y colaboración a mi barcelonismo) llegar de la escuela y escuchar al Rey en “Radio El Mundo” con su particular voz ronca gritar “Soy el Rey de la Cantera, y los sapos para afuera!” definitivamente un tipo con una popularidad enorme, un capo, y como no serlo si todo lo sabía, todo se lo contaban, todo le chamullaban, todo le sapeaban, nada era oculto para El Rey.

¿A rey muerto rey puesto?

Normalmente los comentaristas deportivos tan parcializados como lo fue El Rey no suelen ser merecedores del afecto o respeto de los seguidores de los equipos rivales. En este caso parece que a pesar de ser tan frontal en cuanto a sus sentimientos por Barcelona, Pablo Aníbal Vela pudo agradar a coequiperos y rivales por su estilo que presumía de ser sin pelos en la legua, hablando “la naple” como le gusta la ciudadano de a pie.

Su lenguaje muy coloquial y su manera estrambótica de vestir fueron lugares comunes que lo acercaron a su audiencia, de la misma manera que lo acercó al imaginario colectivo del barcelonismo ese detalle de haber caído en su vida personal y haber vuelto a levanaterse tal como lo hace el Barcelona que remonta a los últimos minutos y con todo en contra. Es que El Rey le mostró la otra mejilla a la vida, como él en innumerables ocasiones lo mencionó perdió el rumbo y caía en picada hasta que de repente, en los últimos minutos y “a lo Barcelona”, le remontó a las adicciones y debilidades. Ese fue un rasgo que lo unió con la imagen de lo que representa B.S.C. y lo acercó más al público, que en vez de ver un pomposo y sabelotodo comunicador, veía a uno más de los suyos frente a un micrófono. De hecho, era un hincha con micrófono que a pesar de siempre jalar por sus colores no se recuerda, haya mancillado los ajenos.

Reemplazarlo no será fácil. En primer lugar, porque ese estilo de ser “hincha con micrófono” es una tendencia reñida con la profesionalización del oficio y va cada vez más en desuso. En segundo lugar, porque resulta difícil que los comentaristas de hoy en día se jacten de “cantar las plenas”, puesto que si no deben andarse con consideraciones hacia dirigentes, deben ser muy cautos con los auspiciantes, es decir, el lobbying y las relaciones comerciales terminan por silenciarlos parcialmente, tal como sucede con “hinchas amarillos con micrófono” de hoy en día, que prefieren hacer silencio ante la crisis económica que arrecia en el amado Barcelona Sporting Club del Rey, donde se han vendido jugadores al exterior en números importantes sin importar desarmar el equipo y en donde se han registrado buenas asistencias de público en las últimas campañas. Pero en donde no hay cuentas claras ni las tan aclamadas auditorías.

Por

Byron Cedeño

@barcebyron

Sebas Calero

@sebascalero

POLÍTICA DESDE NUESTRA SALA

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En los últimos meses hemos sido testigos del gran éxito de series televisivas con alto contenido político, dueñas del rating y de los comentarios en las redes sociales, en las que podemos ver a esos líderes políticos como lo que son al fin del día, seres comunes y corrientes, que triunfan en mayor o menor medida en sus entornos dirigiendo los destinos de los suyos y adquiriendo poder, gracias a su carácter y forma de ser.

“¿Hace ruido el árbol en el bosque que cae cuando no hay nadie para escucharlo caer?” dice una antigua cuestión filosófica. El auge del internet le ha dado a la gente el recurso más valioso con el que se puede contar: la información. Somos una sociedad hiperconectada, que tiene al alcance de su mano la capacidad de conocer los sucesos que ocurren en los lugares más remotos, y parecería que donde cae un árbol, siempre hay alguien listo y dispuesto para tomar la foto, el video, el audio y una foto con el árbol caído y compartirlo con el mundo.

Esta capacidad de saber que sucede a todo momento, lleva al ser humano a pensar más allá, pasar del qué al porqué: a tratar de averiguar la razón por la cual cayó el árbol, el motivo de la creación de un impuesto o la causa de una guerra. La discusión de las razones ya no es únicamente para los filósofos de cantina y las sobremesas de almuerzos familiares, sino para cualquier internauta que disponga de un poco de tiempo. Y es ahí donde los productores de televisión han encontrado un nicho para explotar esa curiosidad, para darle al espectador la oportunidad de saber, de primera mano, las razones por las cuales se toman estas decisiones, sin miedo a mostrar el lado humano que muchas veces influye al momento de las actuaciones de estos líderes de televisión: El lado que no se ve del poder.

La política y el poder no han sido temáticas ajenas en nuestras pantallas de televisión. Series como “The West Wing” en el ámbito dramático o “Spin City” en la comedia estadounidense, tuvieron en su momento gran aceptación entre los televidentes. Ahora, “House Of Cards” y “Game of Thrones”, son dos series que de forma diferente, giran alrededor de la política (entendida como la ciencia que trata el gobierno y la organización de las sociedades humanas, o la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad según la RAE) y el poder que la rodea. La primera tiene una temática netamente política y la segunda más bien, toca el tema sin que necesariamente sea este su ámbito principal.

Puede que existan más diferencias que semejanzas entre una y otra serie, pues la primera es el producto estrella de Netflix, el gigante de transmisiones de series y películas por internet, que ha creado una gran expectativa entre sus subscriptores al apostar fuerte en esta serie con actores de renombre como Kevin Spacey y Robin Wright como la pareja de moda de la Casa Blanca; y la otra tenga como carta de presentación el éxito que han tenido la serie de libros de George R.R. Martin, los cuales fueron llevados a la pantalla con gran fidelidad por HBO, uno de los más importantes canales de televisión por cable a nivel mundial, y que al ser televisión pagada, puede utilizar los recursos de desnudos y muertes sin miedo en su programación.

House of Cards desde un inicio nos atrapa de esa forma, pues Frank Underwood en su primera aparición en la serie mata a un perro moribundo, mientras le habla al espectador utilizando un recurso no muy común en series de dramas: “Hay dos tipos de dolor. El tipo de dolor que te hace fuerte. O el dolor inútil. No tengo paciencia para cosas inútiles. Momentos como este requieren que la gente actúe, que haga cosas que no son placenteras. Que haga lo necesario [mata al perro…]. Ya está, no más dolor.” El poder que tiene Underwood sobre lo que lo rodea, sea su esposa, sus compañeros congresistas en un principio y todo lo que viene después, pues no pienso spoilear la serie si aún no la ven, nos hace cómplices anónimos y silentes de sus actos inmorales o ilegales, los cuales explica con estas pequeñas conversaciones que tiene solo él con la audiencia.

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Game of Thrones en cambio, trata sobre esta misma sucia política, en un ambiente medieval, donde los asesinatos, las pasiones y las guerras por el poder están a la orden del día. Una gran cantidad de personajes con quienes de una forma u otra uno llega a sentirse involucrado, y puede entender la razón de su proceder, siendo la cereza del pastel la inexistente compasión de los escritores, a quienes tampoco les tiembla la mano al momento de cerrar una temporada con el asesinato del personaje más querido por la audiencia.

Y es así como por un lado mandamos un tuit en contra o a favor del presidente, salimos a las calles con el celular y la cacerola en mano para tomar la foto y subirla de inmediato a Instagram, y regresamos a casa para subir un status de Facebook con un resumen de la jornada: El árbol cayó y nosotros estuvimos ahí para escucharlo.

Y claro, después de todo, prendemos la TV y nos acomodamos para ver el nuevo capítulo de Game of Thrones o repetir tres capítulos de House of Cards, porque claro, ya los vimos todos, el día del estreno.