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Oppenheimer: Desfile de Historia y Talento

Dentro de la variedad de oferta de cine en el verano boreal, una de las películas más publicitadas tiene como eje narrativo un hecho real y en teoría, la ultra trillada temática de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de “Oppenheimer”. Obra que narra la trascendente intervención del científico norteamericano en el desarrollo al menos del Siglo XX del curso de la historia.

El punto de partida del film se da entonces en la famosa Audiencia de Seguridad que se efectuó hacia este científico de origen judío en la cual se revisa su biografía y antecedentes, poniendo énfasis a actividades políticas que lo puedan vincular hacia una colaboración directa o indirecta para el desarrollo de tecnología y armamento nuclear por parte de la Unión Soviética. Entonces es momento de situar temporalmente a la obra. Son los años 1950s, durante una post guerra muy próspera para la Unión Americana, pero a la vez, repleta de paranoia ante una posible infiltración del enemigo. La denominada “Guerra Fría” tenía a 2 ideologías compitiendo en varios campos por demostrar su superioridad.

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Los ejes temáticos siempre estarán vinculados con el dilema moral y sobretodo la culpa. Aquella por la que habría el interés de que las naciones hagan una sola fuerza para el uso y control del poder atómico. La que se genera a partir de “saber que ellos sabían”, hablando de secretos nucleares. Aquella que interfiere en su vida profesional mientras sus temas personales lo atormentan, siendo su propia biografía privada matizada por polémicas. La culpa como una metáfora de la condena de Prometeo por haber dado el fuego a la humanidad. Entre la culpa y sentimiento del deber, quizás no solo a su nación, sino hacia su comunidad, o sea, el pueblo judío.

 A todo ser humano, los sentimientos de culpa lo llevan hacia el pasado. Entonces se recurre a los flashbacks y de hecho, a narraciones yuxtapuestas entre su Audiencia y momentos claves de su vida, empezando por sus comienzos en la academia, pasando por su intervención para que la Física Cuántica llegue a Estados Unidos y el famoso proceso de desarrollo de la bomba atómica, desde la teoría a todo lo que ocurrió en Los Álamos, Nuevo México. El lenguaje audiovisual llevaba las transiciones gráficas hacia otro nivel cuando se explicaban las reacciones atómicas, una experiencia que en el cine es aún más impresionante por el sonido envolvente. Los sonidos también enriquecen las transiciones. El juego entre el blanco y negro y el color también agrega drama, no solo para introducirnos hacia el mundo de mediados del Siglo XX, sino hacia la severidad de tiempos en los que se sospechaba de todos y todo.

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Oppenheimer tiene una notable selección de actores encabezados por Cillian Murphy como el Doctor J. Robert Oppenheimer en persona. Convertido en uno de los “actores fetiche” de las películas del director Christopher Nolan, fue conmovedor y sorprendente verlo en un papel distinto al de villano. Sus expresiones entre la decepción y la culpa fueron los mas trascendentes. Pero quizás lo más increíble fue la transformación de Robert Downey Jr. en el vengativo Lewis Strauss, principal persecutor post guerra de Oppenheimer, la expresión de poca tolerancia hacia la derrota realmente luce. Matt Damon como el General Leslie Groves es muy convincente desde las propias contradicciones del personaje. Emily Blunt en un papel sufrida como ”Kitty”, la esposa del protagonista, además de la aparición de nombres como: Rami Malek o Josh Hartnet para el gran remate de Gary Oldman como el Presidente Harry Truman.

Para el “nerd” promedio, el desfile de personajes históricos es emocionante, en especial de los científicos como: Einstein, Bohr, Fermi, Teller, etc. Quizás para el no estadounidense impactan menos los personajes políticos y tal vez torna incluso poco necesaria la narrativa posterior a la prueba exitosa de la bomba, que es quizás el punto culminante de la película. Las 3 horas de film empiezan a no ser tan bien vistas y las últimas controversias en la industria del cine las abordan y ratifican.

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Finalmente la película bien puede dejar un mensaje un poco espeluznante mediante el cual hay una conclusión en la que un arma muy poderosa de hecho ha sido el principal factor de una paz mundial relativamente larga en alcance y duración. Quizás por el miedo a las consecuencias de la misma. El peso de ser artífice de “matar mucha gente” será tan duradera como la radiación. “Me he convertido en la muerte” es una frase devastadora.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol
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El Ajedrez se puso de Moda

El último gran éxito de Netflix es la serie “Gambito de Dama” (The Queen’s Gambit) y bien podría ser la producción de las que más se habla en el remate del infausto año de pandemia.

La serie es adaptación de una novela del mismo nombre, escrita por Walter Tevis en 1983, mas ambientada en los años 1950s y 1960s. Cuenta la historia de Elizabeth “Beth” Harmon, una heroína que encaja perfectamente en los estándares de los héroes pop y deportivos contemporáneos, pues tuvo una infancia difícil y disfuncional entre la orfandad y una familia adoptiva que distaba mucho de ser modelo. Pasiones, demonios, drogas y sobretodo, un talento sobrenatural, en este caso para el juego del ajedrez.

Beth Harmon es encarnada por la joven actriz Anya Taylor – Joy (a quien la hemos visto también en Peaky Blinders). Su actuación logra enseguida meterse al bolsillo al espectador, pues logra con su expresión una aura genuina de locura y genialidad. Sería más bien una “anti expresión”, pues es precisamente la escasa gesticulación, la rigidez de su postura y la mirada prácticamente imperturbable lo que componen a su personaje. Como que toda la fiesta ocurre en su cabeza y todos sus esfuerzos se deben al tablero del “deporte ciencia”.

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La historia de Beth se vuelve entrañable porque es casi siempre un nadar contracorriente. Contra las autoridades del orfanato, de su familia adoptiva, del mundo de las competencias del ajedrez dominado abrumadoramente por hombres, contra su propia salud mental y finalmente, como si esto fuera la historia de un boxeador o héroe de juegos de video (?), Beth debe superar uno a uno en el ajedrez a rivales cada vez más complicados hasta medirse con un adversario pintado como invencible. El camino que transita la lleva de la sencillez al glamour.

 Hablando de su “combate final”, el también ficticio Vasily Borgov, es la construcción prefecta inspirada en los años de la guerra fría, es decir, un robótico producto de la Unión Soviética, una mezcla de grandes campeones como Tigrán Petrosián, Anatoli Karpov o Garri Kasparov. Es así como, al más puro estilo de “Rocky IV”, se enfrentan “”la máquina del sistema”, o sea el campeón soviético ante el talento, alma e inspiración de la en este caso campeona americana. Una temática clásica y que nunca falla mayormente. Además que así como en Rocky, el encuentro decisivo es en territorio ruso.

 

THE QUEEN’S GAMBIT (L to R) ANYA TAYLOR-JOY as BETH HARMON in episode 105 of THE QUEEN’S GAMBIT Cr. PHIL BRAY/NETFLIX © 2020

THE QUEEN’S GAMBIT (L to R) ANYA TAYLOR-JOY as BETH HARMON in episode 105 of THE QUEEN’S GAMBIT Cr. PHIL BRAY/NETFLIX © 2020

 

Claro que, al contrario del casi santificado personaje de Stallone, Beth Harmon tiene entre sus características algunos vicios. El de la bebida, “heredado” de su madre adoptiva, y las drogas: las clínicas, hábito adquirido desde el orfanato y las recreativas a medida que incursiona en círculos sociales que en un inicio son complicados de entender, en un inicio por su edad y también por su propia personalidad. Ante esto hay escenas descomunales como el ajedrez mental de Beth antes de dormir en la noches de orfanato y el épico final del capítulo 6 con “Venus” de los Shocking Blue de fondo.

 Gambito de Dama es una historia de locura y pasión, conceptos que tal vez suenan contrarios al mundo metódico que de lejos parece ser el ajedrez. Continúa con la onda de heroínas femeninas de los actuales momentos y que está poniendo de moda uno de los pasatiempos más antiguos del mundo y que ciertamente a veces es relegado.

Edison Guapaz Zambrano
Guitarras y gol